En la inmensidad del cuerpo
femenino, el hombre siempre ha tenido una devoción inquebrantable por un
área específica: los senos. El psiquiatra Larry Young explica, a manera
de reflexión, el porqué de tal adoración.
Basándose en los fundamentos de las
bases neurológicas de comportamientos sociales complejos, el psiquiatra
Larry Young cree que evolutivamente el ser humano ha aprovechado un
circuito neuronal que originalmente se desarrolló para fortalecer el
vínculo entre madre e hijo durante la lactancia, que ahora se utiliza
para fortalecer la cercanía y el vínculo con la pareja.
Cuando los pezones de una mujer se estimulan durante la lactancia, la oxitocina, también conocida como “la droga del amor”,
inunda su cerebro, lo que ayuda a enfocar su atención y afecto en el
bebé. Sin embargo, varias investigaciones afirman que este circuito no
sólo está a disposición de los recién nacidos.
Los investigadores han concluido que
la estimulación de los pezones femeninos aumenta la excitación en la
gran mayoría de mujeres y activa las mismas áreas del cerebro como si se
tratase de una estimulación vaginal o clitoriana.
Cuando una pareja se estimula por
medio de caricias, masajes, especialmente la mujer libera importantes
cantidades de oxitocina, como cuando alimenta a un recién nacido, sólo
que en este escenario la oxitocina se centra en la parte sexual,
fortaleciendo sus deseos de vincularse con la pareja en turno. En otras
palabras, los hombres pueden volverse más atractivos mediante la
estimulación de los senos de la mujer. La evolución, en cierto sentido,
hizo que los hombres adultos sientan esta afición por los senos.
“Esta atracción es una organización cerebral que ocurre en la adolescencia de los hombres heterosexuales”, dijo Larry Young.
“La evolución ha seleccionado para sus cerebros una organización que
les permite sentirse más atractivos en el plano sexual. Es un
comportamiento que ha evolucionado en los hombres a fin de estimular los
circuitos femeninos relacionados al apego maternal”.
¿Por qué este cambio evolutivo ocurre en
los seres humanos y no en otros mamíferos? Young cree que se debe a que
las personas forman relaciones monógamas, mientras que el 97% de los
otros mamíferos no lo hacen. En segundo lugar, Young sugiere que
posiblemente la anatomía tenga que ver, ya que en la mayoría de las
posiciones sexuales que el ser humano practica son cara a cara, las
cuales ofrecen más oportunidad de estimular los pezones.
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