Lancemos un cable entre su
anterior ocupación, director de la encuestadora GIS XXI, y la actual,
ministro del Poder Popular para la Energía Eléctrica: ¿Cuántos votos le
restaron los apagones a la Revolución?
—Fue uno de los elementos que más pudo
haber impactado. El sistema eléctrico tiene un gran peso en la
percepción de la gestión gubernamental. En septiembre de 2009, antes de
comenzar la crisis que generó en Guri el fenómeno de El Niño, el apoyo
al Gobierno era de 56%. En febrero de 2010, tenía 37%, o sea, que perdió
19 puntos en cinco meses ¡Y era con Chávez! Hay que analizar lo que
dicen las encuestas esta vez. Creo que el efecto fue muy alto, sobre
todo porque estuvo asociado a problemas económicos en general y al
desabastecimiento en particular.
—¿Funcionó el sabotaje?
—En ese terreno hay unos juicios
abiertos. Lo que sí es un hecho incontrovertible es que durante estos
meses hubo un incremento de los incidentes por encima del comportamiento
estadístico habitual. Eso, que ya había pasado cerca del 7 de octubre y
volvió a suceder esta vez, hace presumir que hubo intencionalidad. De
hecho, los incidentes comenzaron a bajar después de las elecciones.
—Se ha comparado el sabotaje
eléctrico con el petrolero. ¿Es de esperar un desenlace parecido, con
despidos masivos en la industria?
—No, son dos casos totalmente distintos.
En el sabotaje petrolero, más de 90% de la nómina mayor de Petróleos de
Venezuela se sumó activamente. Aquí algunos elementos en ciertas
regiones han actuado contra la identidad de la empresa, generando
incidentes que cotidianamente no ocurren. Cuando ha habido indicios para
ser procesados, han sido pasados a Fiscalía, pero nuestro propósito es
lograr que los trabajadores se identifiquen de nuevo con la meta de este
sector, que es prestar el servicio que se merecen los venezolanos.
—¿Usted sabía del tema eléctrico o se está sumergiendo ahora en él?
—Soy ingeniero en Sistemas con
especialización en Telecomunicaciones, pero hay una cercanía entre las
dos ingenierías. Además, estoy estudiando mucho. Lo bueno es que el
sistema eléctrico es muy predecible, tiene tres grandes componentes: la
generación, la transmisión y la distribución y sus tecnologías son
maduras. Los problemas que tenemos son muy concretos: es un sistema
completamente desbalanceado, que produce 10 mil megavatios en el sur del
país y debe repartirlos por todo el territorio. Para Zulia, Táchira,
Mérida, Trujillo, Lara y Falcón apenas llegan 2 mil 500 megavatios y la
demanda solo del Zulia es de 2 mil 700. Si logramos desarrollar el plan
de generación eólica (con la fuerza del viento) de La Guajira podríamos,
dentro de algunos años, producir otros 10 mil megavatios en occidente y
así equilibrar el sistema nacional. Hoy estamos en una etapa inicial,
pero sabemos que existen tecnologías que pueden ayudarnos a generar más
energía eólica por cada aerogenerador (una especie de molino de viento).
—Opositores dicen que en estos 14 años ha habido “desinversión” en el sector. ¿Es cierto?
—Absolutamente falso. La desinversión
del sistema eléctrico se produjo entre los años 80 y 90. El presidente
Chávez incrementa la inversión desde un principio, pero la acentúa a
partir de 2009, cuando se incorporan al sistema unos 6 mil megavatios,
producto de nuevas inversiones. Eso nunca había ocurrido. Falta aumentar
la inversión en las redes de transmisión. Por ejemplo, la línea de Guri
que llega al centro del país, la de 765 kv, es muy antigua, una
tecnología francesa ya descontinuada. Por ella solo pueden pasar 8 mil
megavatios de los 10 mil producidos en Guri. Esa línea va a ser
modernizada, igual que otras que salen de Guri (de 400 kv y de 230 kv) y
las estaciones y subestaciones. Sin embargo, si no adquirimos
conciencia, como sociedad, de la importancia de usar racionalmente la
energía, podríamos construir tres Guri y la demanda se los tragaría
igual. Este país pasó, entre el año 2000 y 2012 de consumir 12 a 18
megavatios, es decir, 50%. Yo creo que no debe haber otro país con un
salto tan alto en ese campo, que además refleja un gran incremento de la
calidad de vida de la mayoría.
—¿La militarización del sector puede impedir el sabotaje?
—No del todo. De entrada, más que una
militarización es la integración de lo cívico y militar en un servicio
estratégico. La primera etapa es el resguardo de las instalaciones de
incidentes provocados desde el exterior. No se ocuparán tanto de lo
interno porque ese tipo de sabotaje requiere conocimientos técnicos
especializados, dejar un suiche donde no es, ese tipo de cosas. Otro
plan que tenemos con ellos es formar personal para una eventual
operación de emergencia del sistema. Algo como lo que sucede en el
Metro. También nos ayudarán en un plan de fiscalización para detectar
casos de subfacturación y para supervisar las obras que debemos
emprender en estos 100 días con el fin de aumentar la generación y bajar
la demanda.
—En las redes sociales se rumoró
durante la campaña electoral acerca de privatización del sector a favor
del capital chino. ¿Está descartado?
—El capital chino puede incursionar a
través de los contratos que tenemos. Si hubiese ganado Capriles,
probablemente estaría planteada la privatización. Este Gobierno sostiene
que los servicios públicos estratégicos como agua, electricidad y
telecomunicaciones deben ser prestados por el Estado.
“Nunca dije aumento”
Jesse Chacón Escamillo (Caracas, 1965)
es teniente del Ejército e ingeniero del Instituto Politécnico de la
Fuerza Armada Nacional, con posgrado en Telemática en el Instituto de
Telecomunicaciones de Francia. Fue director de la Comisión Nacional de
Telecomunicaciones y ha desempeñado varios ministerios: Secretaría,
Interior y Justicia, Comunicación e Información y Ciencia y Tecnología.
Recientemente dirigió la encuestadora GIS XXI. Ahora es el ministro del
Poder Popular para la Energía Eléctrica.
“Yo mido mis palabras, digo lo que
quiero decir –afirma con mucha seguridad–: y nunca dije que vamos a
aumentar las tarifas. Dije que se está evaluando ir, una vez que se
estabilice el sistema, a un esquema tarifario escalonado que incentive
el uso racional.
Si una persona está dentro del consumo
promedio, el Estado seguirá subsidiando su electricidad. Pero si
sobrepasa el límite, debe pagar al precio real. No hay multas, sino
cobro completo”.
Tan pronto tomó el cargo, Chacón hizo
público el reto que se autoimpuso: si no resuelven los graves problemas
pendientes en los 100 primeros días, renunciará. Con palabras que se
presume están bien medidas, adelanta: “Pronto anunciaremos nuestra
metas. Diremos en cuánto subiremos la oferta, en cuánto bajaremos la
demanda y en cuánto disminuiremos los incidentes. Si lo cumplimos,
seguiremos, si no, que venga otro porque no vamos a continuar con un
cuento de eficiencia o nada”.
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