Para algunos, atar a la cama, dar
nalgadas, morder o dar latigazos leves son parte de los juegos
habituales que al subir de tono sirven para darle emoción a la vida en
pareja. Para otros, la intensidad con la que se practiquen y la
dependencia de ellos para conseguir placer es lo que determina que se
trata de prácticas sadomasoquistas, sean o no ligeras.
La diferencia fundamental es jugar el rol de sumisión o dominación según el gusto que determina la pareja.
El sexólogo Rubén Hernández explica que
cada quien establece el límite aceptable que los conduce al placer, pero
también depende de factores como el umbral del dolor de la persona o
cosas que le resulten muy irritables. “Hay personas a quien le
molesta profundamente las cosquillas y puede parecer algo inofensivo
pero se convierte en algo difícil de tolerar”, agrega el sexólogo.
Acuerdos. El sadomasoquismo ligero
tiende a ser un pacto entre la pareja para no sobrepasar un límite
establecido entre ambos. Pero aunque sea leve implica una práctica
frecuente en la que se repite una conducta que genera un alto grado de
excitación. Pueden ser físicas pero también psicológicas, en la que se
proponen actos que humillan al otro e incrementan la excitación sexual.
“Limpiar el baño es una de
estas prácticas. Las personas disfrutan y se excitan al observar cómo la
pareja limpia y lo pone en una situación de dominio total que resulta
muy excitante”, señala Hernández.
Otras conductas de sadomasoquismo
leve se expresan al jugar roles típicos de las fantasías sexuales como
interpretar y vestirse como una dominatriz, usar prendas de cuero o
algún tipo de púas que lastimen de manera ligera al que está dominado.
“Las categorías las hacen
las personas, así que para muchos comenzar con estas prácticas es algo
fuerte pero para otros será parte del erotismo”, considera el sexólogo.
Más alto. La palabra leve responde a la contraposición de otros actos sadomasoquistas calificados extremos “puedo
contar por lo menos 15 pacientes en consulta que practican
uretraplomofilia, que consiste en introducir balines de plomo en la
uretra para expulsarlos con la masturbación”, asegura Hernández.
El especialista explica que, en
muchos casos, la intensidad va en aumento porque suele tratarse de
personas que lo hacen con mucha frecuencia y llegan a dominarlo.
El sadomasoquismo extremo se refleja
en prácticas como el fisting, en el cual durante el acto sexual
introduce parcial o completamente, el puño o parte del brazo en el ano o
la vagina del otro.
“Hay una multitud de pacientes que
tenemos que atender de emergencia e incluso requieren intervención
quirúrgica porque llegan con botellas tipo flauta o de refrescos dentro
de sus partes. La imaginación de las personas puede llegar muy lejos”,
afirma Hernández y advierte que todo lo que se realice en el acto sexual
con características sadomasoquistas, sean ligeras o extremas, dependen
de lo que resulte tolerable para cada quien. El límite lo pone el gusto.
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