La táctica más común para luchar contra
cualquier adicción es alejarse del objeto que la produce: no tener
cigarrillos en casa, en el caso de ser fumador, o dejar de ir a bares
por un tiempo si se es alcohólico.
Pero, ¿qué ocurre cuando somos adictos a
algo que tenemos que tener en casa. Es más, a algo que necesitamos
tener en frente tres veces al día, como es el caso de la comida?
Mientras continúan aumentando las tazas
de obesidad en el mundo, la comunidad científica investiga si comer
compulsivamente puede considerarse una adicción.
Con ese fin en mente, la Unión Europea
está financiando un proyecto llamado NeuroFast, que intenta juntar
evidencia para llegar al fondo del problema.
Hasta el momento sólo hay un tipo de
trastorno alimentario en el que se piensa que la adicción juega un papel
importante: el trastorno por atracón, en el que los afectados sienten
periódicos deseos de ingerir alimentos de forma descontrolada.
Uno de sus efectos secundarios es la obesidad.
A pesar de que tendemos a trivializar la
idea de que la adicción y la comida vayan juntos -muchos nos hemos
declarado 'adictos al chocolate'-, el trastorno por atracón domina a
quienes lo padecen.
Se trata de un desorden alimenticio que –como cualquier adicción- puede causarle a una persona profundos daños psicológicos.
"Como cualquier adicción"
Michael, una de las personas con las que hablé como parte de mi investigación, solía ser un comedor compulsivo.
"Para muchas personas es difícil
entender que esto pase. Todos comemos en exceso a veces y se tiende a
pensar que es lo mismo, pero masivamente", explicó.
"La realidad es que es una experiencia
totalmente distinta, es una obsesión constante, que te agobia minuto a
minuto y te obliga a ingerir alimentos".
"Es un infierno", expresó.
Louise, otra chica que conocí, asegura que es igual a cualquier otra adicción.
Además de comer compulsivamente, Louise
ha tenido problemas de alcoholismo, por lo que entiende el concepto de
adicción a la perfección.
"Cuando era alcohólica trataba de
comprar el alcohol en distintas tiendas para que la gente no me
reconociera, y después me descubrí a mí misma haciendo lo mismo cuando
compraba chocolates y dulces", cuenta.
"Intentaba que la gente no me viera
cuando me los comía en casa y escondía la comida, igual que un
alcohólico que esconde sus botellas".
Lo que opinan los expertos
Nora Volkow, neuróloga y jefa del
Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas en Estados Unidos, cree que
existen procesos biológicos que sustentan lo que describen Michael y
Louise.
Volkow encontró que un neurotransmisor
conocido como dopamina, comúnmente implicado en casos de adicción, se
comporta en el cerebro de la misma manera en drogodependientes y en
personas con problemas de obesidad.
Para ella, esa similitud es una clara evidencia de que comer compulsivamente debe catalogarse como una adicción.
No todos comparten su opinión. Jane
Ogden, psicóloga de la Universidad de Surrey, considera que etiquetarlo
como adicción puede acabar perjudicando a quienes comen en exceso,
eliminando el sentido de responsabilidad personal.
"El mundo de la adicción nos tiene
convencidos de que no tenemos control sobre nosotros mismos, que son las
reacciones en el cerebro las que nos piden más azúcar o más chocolate",
dice.
No obstante, la terapeuta Nicola
Schlesinger replica que científicos que como Ogden, que se muestran
reacios a relacionar la obesidad con la adicción, "no se sientan todos
los días frente a personas que lloran, sufren, se odian a si mismas y no
tienen ganas de vivir".
"Pueden decir lo que quieran, pero al final tendremos que lidiar con la realidad", declaró.
Cómo tratarla
Si se cataloga la obsesión por comer como una adicción, ¿de qué manera puede tratarse?
Michael y Louise son miembros de Comedores Compulsivos Anónimos.
Es una asociación que funciona igual que
cualquier otro programa de ayuda: mantienen reuniones confidenciales,
se les asignan mentores personales y un programa estructurado con los
pasos a seguir para recuperarse.
A algunos les ayuda a superar su problema, tal como lo hace cualquier otra asociación de adictos anónimos.
Si bien es imposible abstenerse de comer, es posible abstenerse de comer en exceso.
Para Louise, abstenerse significa comer saludablemente tres veces al día y evitar el trigo y el chocolate.
En el caso de Michael, el plan de abstinencia lo determina su mentor, él es quien decide qué puede comer y qué debe evitar.
Pero existen medidas más radicales.
En tratamientos contra el alcoholismo,
el cuerpo puede ser alterado de manera que rechace el alcohol al
intentar consumirlo. Esto se hace mediante la droga disulfiram.
También es posible alterar el organismo
para lidiar contra el sobrepeso, mediante un conjunto de procedimientos
quirúrgicos que buscan la disminución del peso corporal y restringen el
volumen disponible para almacenar alimentos, entre ellos la banda
gástrica y el bypass.
Puede parecer una medida extrema, pero a
la mayoría les funciona muy bien, y está demostrado que los riesgos de
la cirugía son muy inferiores a los beneficios de perder peso cuando se
sufre de obesidad.
Es una alternativa que le ha ayudado a
muchas personas a vivir más tiempo y a lidiar con problemas cardíacos y
de movilidad, y a mejorar su calidad de vida.
Las posibles relaciones entre la comida y la adicción son increíblemente complicadas y hay mucho que aún no entendemos.
Hace 20 años, la gente no se resistía a
aceptar que apostar podía ser adictivo, pero la idea ya fue admitida y
hay mucha evidencia para respaldarla.
¿Es el mismo caso con la comida? ¿Será que encontraremos evidencia que haga que cambie la actitud?
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