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sábado, 22 de marzo de 2014

Cinco cosas que quizás no sabe sobre la cera de los oídos

La cera de los oídos contiene aceites, pero está constituida en gran parte por queratinocitos, células epiteliales muertas además de otras sustancias.
La cera o cerilla de los oídos es uno de esos productos corporales que pocos quieren discutir en público. En el pasado, esta sustancia llegó incluso a ser usada como bálsamo para labios y cataplasma para heridas.
Pero la cera de los oídos tiene otras muchas cualidades. Algunos estudios recientes señalan que funciona como un indicador de la acumulación de sustancias tóxicas en el organismo e incluso podría ayudar a diagnosticar ciertas enfermedades.
1. Cómo sale
Las células del canal auditivo son únicas porque pueden migrar.
Las células dentro del canal auditivo son únicas en el organismo, ya que pueden migrar. “Si colocáramos una gota de tinta junto al tímpano veríamos que poco a poco se desplaza hacia afuera en cuestión de semanas por el movimiento de estas células”, explicó Shakeel Saeed, médico del Royal National Throat, Nose and Ear Hospital de Londres, un centro especializado en otorrinolaringología.
Si ese movimiento no tuviera lugar el canal auditivo se taparía con células muertas producto del proceso natural de renovación celular.
Este fenómeno impulsa hacia el exterior a la cera y se cree que el movimiento de la mandíbula al hablar o comer ayuda en ese proceso. La cera es producida por glándulas especiales en la piel del canal auditivo. El nombre técnico para esta materia cerosa es cerumen.
Saeed señala que la cerilla puede ponerse más oscura con la edad. Los hombres, por otra parte, pueden tener más pelos en la oreja cuando envejecen y esto puede dificultar la salida natural de la cera.
2. Tiene propiedades antimicrobianas
La cera de los oídos contiene aceites, pero está constituida en gran parte por queratinocitos, células epiteliales muertas además de otras sustancias.
Entre 1.000 y 2.000 glándulas producen péptidos antimicrobianos (un tipo de moléculas), mientras que las glándulas sebáceas cercanas a los pelos aportan a la mezcla alcoholes, una sustancia oleosa llamada escualeno, colesterol y triglicéridos.
La producción de cera no varía mucho entre hombres y mujeres. Tampoco entre jóvenes o viejos. Pero un nuevo estudio indicó que el contenido de triglicéridos sí que baja en el hemisferio norte de noviembre a julio.
La cera también contiene lisozima, una enzima con propiedades antibacterianas. Otros investigadores no están de acuerdo y aseguran que la cera es un medio perfecto para la proliferación de bacterias.
 
3. De dónde venimos importa
Utilizar un hisopo o bastoncillo de los oídos para obtener cerilla es más barato que un análisis de ADN.
Las personas de origen asiático producen un tipo diferente de cerumen, de acuerdo a científicos del Instituto Monell en Philadelphia. Un pequeño cambio en el gen ABCC11 es responsable de una cera más seca y de olores menos intensos en las axilas de individuos de China, Japón y Corea.
El estudio del Instituto Monell midió la concentración de 12 compuestos orgánicos volátiles en la cerillas de individuos caucásicos y asiáticos.
En 11 de los 12 compuestos la cera de las personas blancas tenía más sustancias productoras de olores.
Kate Prigge, investigadora de Monell, explicó que los científicos analizan el olor de la cera, como un primer paso para determinar si ese aroma podría servir para detectar enfermedades.
El instituto estudia una enfermedad de causas genéticas llamada enfermedad de la orina de jarabe de arce, que puede ser diagnosticada fácilmente a través del aroma de los compuestos de la cera. Utilizar un hisopo (copito de algodón, bastoncillo de los oídos) para obtener una muestra de cerilla es mucho más barato que realizar un análisis de ADN.
El doctor Prigge reconoce que su trabajo genera reacciones de sorpresa. “Si le cuento a alguien que me dedico a estudiar los olores corporales generalmente se ríe. Pero cuando explicamos cuánta información puede obtenerse a partir de esos aromas la gente entiende por qué me dedico a esto”.
4. Mejor un vacío que una jeringa
La producción de cera no varía mucho entre hombres y mujeres.
Carrie Roberts tiene poco más de 40 años y desde hace tiempo tiene un problema de cera excesiva en sus oídos. Ya su médico retiró la cerilla en múltiples ocasiones con una jeringa. Cuando intentó usar un remedio casero de aceites tibios acabó con los oídos tapados.
Roberts decidió pagar por un tratamiento de micro-succión, en el que el canal auditivo es limpiado por una especie de mini-aspiradora.
Saeed prefiere utilizar en su hospital este método al de la jeringa. “Con la jeringa uno va a tientas y ciegas, sin visión directa. Si uno usa agua hay que hacer que el agua pase más allá de la cera para que pueda expulsarla al salir”.
“Si el agua no tiene por donde pasar no hay que forzarla. No es común que se dañe el oído durante este procedimiento pero puede suceder”.
En la micro-succión, en cambio, el especialista mira el canal auditivo a través de un microscopio.
Carrie dice que tratamiento no le causó ningún dolor y fue muy rápido.
“Se siente un poco como esos tubos de succión que le ponen a uno en la boca cuando va al dentista, solo que en esta ocasión se trata del oído. Para mí es mucho mejor que la jeringa ya que fue más rápido, no me sentí mareada y no tuve usar aceites durante una semana luego del tratamiento”.
5. Puede ser un indicador de la contaminación
Existen algunas enfermedades del metabolismo que afectan a la cerilla.
La cera de los oídos, como otras secreciones, puede tener trazas de ciertas toxinas en el cuerpo, por ejemplo, de metales pesados.
Existen también algunas enfermedades del metabolismo que afectan a la cerilla.
Uno de los hallazgos científicos más notables relacionados con esta secreción fue un tapón de cera de 24 cm en una ballena azul.
A diferencia de los seres humanos, que expulsan su cera y sus células epiteliales muertas, estas ballenas la retienen. Así, se registra la historia del animal al igual que los anillos en el tronco de un árbol revelan la variación de épocas de lluvia o sequía a lo largo de su historia.
La cera de la ballena fue analizada por Sascha Usenko, un científico de la Universidad Baylor en Waco, Texas. Usenko y sus colegas determinaron en base a la cera del cetáceo que en sus 12 años de vida había entrado en contacto con 16 tipos diferentes de contaminantes como pesticidas.
La mayor exposición a sustancias tóxicas fue en el primer año de vida, lo que sugiere que esas sustancias fueron transferidas a la ballena durante el embarazo o a través de la leche de su madre.
Cuando el animal llegó a la madurez sexual, la cera muestra altos niveles de cortisona, la hormona del estrés, resultado probablemente de la competencia con otros machos por aparearse.




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