Las chicas, de entre 13 y 18 años, habían nacido con una
malformación que atrofia la vagina y el útero. Esta técnica también
sería útil para el cambio de sexo, extirpación de cáncer y graves
lesiones en la zona.
Piel, arterias, uretras, vejigas…y ahora vaginas de laboratorio. La
medicina regenerativa ha dado un nuevo paso hacia la fabricación de
órganos, a la medida de cada paciente y sin riesgo de rechazo. El equipo
de Anthony Atala, director del Centro Médico Wake Forest (EE.UU.), ha
generado cuatro vaginas a partir de las células de cuatro pacientes que
habían nacido con este órgano atrofiado.
Aunque solo sean cuatro casos, el ensayo
clínico tiene una gran importancia porque afianza esta estrategia para
fabricar órganos personalizados y abre una nueva vía en el campo de la
cirugía de reconstrucción vaginal.
CAMBIO DE SEXO
La técnica sería útil no solo para niñas
que nacen con alguna malformación como las pacientes tratadas, sino
para mujeres a las que la vagina se les debe extirpar por un cáncer,
tienen graves lesiones en esa zona o incluso en operaciones de cambio de
sexo de hombre a mujer.
En este tipo de cirugías la opción es
recrear la vagina con injertos de la propia piel del paciente, aunque
los resultados no son los deseables.
En declaraciones a ABC, el propio Atala
no descarta esta posibilidad y aclara que aunque su técnica tiene varias
aplicaciones, «solo podíamos evaluar una indicación cada vez. Por eso,
decidimos empezar con pacientes aquejadas con malformaciones graves».
Las niñas tratadas nacieron con una rara
enfermedad llamada síndrome Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser (MRKH), un
trastorno genético raro en la que la vagina y , a veces el útero, están
subdesarrollados o simplemente no existen.
Sus ovarios funcionan sin problemas y la
producción de hormonas femeninas también es normal, así como su
pubertad. Todo lo demás es normal, salvo que la vagina suele estar
acortada o atrofiada lo que convierte las relaciones sexuales en un
martirio.
CÉLULAS MUSCULARES Y LA PIEL
Para crearles su nueva vagina, el grupo
de Atala tomó muestras del tejido vaginal que aún conservaban y de sus
órganos genitales externos. Así aislaron las células musculares y
epiteliales necesarias para fabricar el nuevo órgano.
Esas células se expandieron y se
colocaron en un material biodegradable que actuó como una estructura o
andamiaje para que las células crecieran y pudieran crear un tejido con
la forma y tamaño necesaria. Aunque antes de su implantación, los
científicos tuvieron que coserlas a mano para conseguir la forma
deseada.
Entre cinco y seis semanas después de la
biopsia, los cirujanos crearon un canal en la pelvis de las jóvenes y
suturaron cada una de las vaginas en el aparato reproductor. Con el
tiempo, el molde o andamiaje que había dado forma al tejido fue
absorbido por el organismo y los nervios y los vasos sanguíneos se
formaron en torno a vagina.
En el centro médico Wake Forest se
hicieron resonancias magnéticas para comprobar que las vaginas se habían
integrado sin problema en el cuerpo de sus pacientes, que el molde
había desaparecido y solo había tejido vaginal.
RELACIONES SIN DOLOR
Los datos de las visitas anuales de
seguimiento muestran, ocho años después de la implantación, que sus
órganos funcionan de forma normal. Las que entonces eran jóvenes
pacientes ya han mantenido relaciones sexuales y aseguran que pueden
mantenerlas con total normalidad. No sienten dolor y no interfiere en el
deseo sexual.
Además de las resonancias realizadas,
las biopsias han confirmado que los nuevos órganos eran similares en
forma y función al tejido original, asegura Atlántida Raya Rivera,
directora de un laboratorio de Ingeniería de Tejidos en México. Esta
doctora y su equipo han colaborado con el grupo de Atala en la
investigación.
Fuente: Correo del Orinoco
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