Por segunda vez, los 25 partidos y organizaciones que conforman la
MUD se encerraron para lograr unos mínimos acuerdos, intentando
proyectar ante el país la imagen de unidad y concordia en la que nunca
han creído. Entre los supuestos “acuerdos” que trascendieron de la
reciente reunión está el de respetar las diferentes visiones de tácticas
opositoras a la Revolución: constituyente, referéndum, elecciones
presidenciales, guerra económica y –aunque no lo dicen abiertamente es
de suponer- conspiración anticonstitucional. Lo que es lo mismo que todo
y nada o, al decir de un personaje de telenovela, como vaya viniendo
vamos viendo, como estrategia para salir del presidente Maduro.
En el fondo, siguen prevaleciendo las contradicciones, miserias,
mezquindades y apetencias personales, que solo confluyen en el odio al
pueblo chavista y los aires contrarrevolucionarios. Aunado a lo
anterior, es evidente que aún la reacción no logra asimilar el fracaso
del plan guarimbero: la ultraderecha juvenil culpa a los rezagos
politiqueros del puntofijismo de conciliadores por haber aceptado el
diálogo con el gobierno y, viceversa, estos responsabilizan a los
calenturientos conspiradores de frustrar la salida del presidente Maduro
con la violencia callejera. “La victoria tiene un centenar de padres, pero la derrota es huérfana”, dijo John Kennedy.
Si al despecho por las fallidas guarimbas, le agregamos los cálculos
por la candidatura presidencial y las elecciones legislativas del 2015,
muy pronto veremos como la MUD dejará de ser mesa para convertirse en
sancocho y rebullicio de nombres y zancadillas. De hecho, ya a la
tambaleante mesa, no sabemos si restarle o sumarle los que componen la
MID, así como una nueva facción que se hace llamar “Bloque de Unidad
Nacional.”
La ultraderecha, la mano imperial y los sectores económicos que la
financian, no habiendo podido doblegar al gobierno y al pueblo
bolivariano, parecieran decididos a imponer su visión de la política
nacional a la totalidad opositora, arrollando a los voceros más
experimentados y sensatos como Ramos Allup o el renunciante Aveledo, en
quienes, a pesar de las abismales diferencias, debemos reconocer la
experiencia ganada de la cadena de fracasos de los últimos años.
Por estrictas razones de cortesía política, mantengo alguna relación
con dirigentes opositores, que en medio de la batalla hayan mantenido
posiciones mínimas de sensatez, dentro de la locura que la mayoría de
ellos expresa. Hace poco uno de ellos me comentaba: “lo difícil que
sería conformar gobierno algún día por la oposición, porque si nos
matamos no siéndolo, una vez en el poder seríamos peor que un manicomio”, ante el comentario le recordé el coro del Comandante Chávez “volverán Capulina y Tin Tan, pero adecos, copeyanos y sus derivados más nunca volverán”,
además ahora es cuando hay Revolución con el PSUV y el Gran Polo
Patriótico, con el presidente Nicolás Maduro al frente del proceso.
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