El
español Jesús González ordenó el crimen por el seguro de vida: Jairo
Ramírez. La muerte de María Liz fue planificada entre Madrid y Caracas.
Hay ocho detenidos por el caso; falta el gatillero. González confesó el
femicidio.
Nunca hubo un robo, todo fue una simulación de asalto que el español
Jesús González Quinta, de 34 años, planificó junto a un amigo
venezolano para asesinar en Maracaibo a su esposa paraguaya,
nacionalizada española, María Liz Cristaldo López, de 35 años, y así
cobrar el pago del seguro de vida.
Así lo informó, ayer en rueda de prensa, el secretario de Seguridad y Orden Público de la Gobernación, Jairo Ramírez, en compañía de autoridades militares y jefes del Cicpc-Zulia.
González comenzó a orquestar el femicidio en mayo, fecha en que
visitó Caracas a “celebrar el cumpleaños de María Liz”. Pero la
realidad era que el español arribó a la capital venezolana, en esa
oportunidad, para reunirse con su amigo Miguel Antonio Duvergel Peña y
comenzar a darle forma a lo que sería el crimen.
El español pasó de falsa víctima a verdadero victimario y quedó detenido por el Cicpc por ser el autor intelectual del crimen. Su cómplice también está aprehendido. Por el caso hay otros seis presos; entre ellos dos mujeres.
Después del primer encuentro en Caracas, el hombre viajó a Madrid a continuar planificando el homicidio. Jesús ordenó la muerte de su esposa para quedarse con los 100 mil euros que le pagaría el seguro de vida de María Liz.
El español vendió hasta un carro que tenía en Madrid para poder pagar una cobertura alta en el seguro.
Miguel fue quien se encargó de buscar a la banda delictiva que opera en Caracas. “Su novia, Eritza, tiene un hermano delincuente quien fue contratado para darle muerte a María Liz. Le pagaron dos mil euros en efectivo”.
Jesús y María Liz se casaron en agosto. Tuvieron año y medio de noviazgo. El español la trajo a Caracas “a pasar unas vacaciones”, planificaron venir a Maracaibo para después ir a Cartagena y finalmente llegar a Yhú, ciudad natal de la mujer. Allí, ella pensaba presentarle a su familia.
El 4 de noviembre arribaron a la capital, duraron más de un mes en esa ciudad y después se trasladaron en autobús hasta Maracaibo el 11 de diciembre. Se hospedaron durante tres noches en un hotel ubicado en la avenida La Limpia. Al cuarto día de la estancia ocurrió el femicidio.
Jesús siempre mantuvo comunicación con los delincuentes. Antes y después del asesinato. El cruce de llamadas que hizo la comisión de inteligencia de la policía científica lo delató.
María Liz fue asesinada de un impacto de bala en su rostro. Le dieron muerte en el barrio La Lechuga, al oeste de Maracaibo, el pasado lunes.
Al llegar la policía, Jesús contó la falsa historia que había ensayado durante meses junto a los criminales. “Nos montamos en un taxi sin matrícula, el conductor desvió la ruta y nos llevó hasta un monte. Allí nos asaltaron y comenzaron a disparar al aire; una de las balas impactó en María”, fue parte de la mentira que testificó el español ante los detectives.
En las investigaciones, el móvil del robo pasó al femicidio de forma sorpresiva. Miguel fue a visitar, el miércoles, a Jesús en el Hospital de Sanipez; en ese centro asistencial se identificó como “un amigo que lo vino a visitar de Caracas”. Los detectives lo llamaron a testificar en la sede del Cicpc. En su declaración se enredó y terminó confesando el homicidio. Explicó a los efectivos paso a paso cómo perpetraron el crimen que impactó a Maracaibo.
De inmediato, Jesús González Quinta fue abordado y también confesó. Quedó aprehendido por las autoridades venezolanas. Durante dos días estuvo recluido en el centro asistencial recibiendo terapia sicológica por parte de especialistas del Ministerio Público. Hizo creer que “estaba traumatizado” por la muerte de su esposa.
Además de González y su cómplice están detenidos otros cuatro hombres y dos mujeres.
Fueron identificados como: Juan Pablo Criollo, alias “El Menor”, de 20 años; Tomás Lenín Ramírez Acosta, “Tomasito”, de 21 años, y Humberto José Palmar Rojas, alias “El Bebé”, de 23; los tres los privó de libertad la Fiscalía.
También quedaron detenidos Desiré Ocando Molero, de 32 años, quien compró el teléfono celular de la víctima; y su esposo Genovés Corzo Téllez, a quien le incautaron un arma de fuego.
El Cicpc capturó, ayer, a Eritza en Caracas, con ella suman ocho los detenidos por el caso. Falta por capturar a su hermano, autor material del crimen.
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