Los problemas de dormir en pareja son tan variados y puedes desencadenar
tal irritabilidad, que podrían acabar con su relación. Ronquidos,
patadas, visitas inesperadas de los hijos, exceso de calor o de frío.
Mire acá algunas soluciones para descansar.
Si en el comienzo de una relación, dormir juntos significó un
momento romántico de intimidad –como lo es compartir el momento más
indefenso de descanso entre abrazos-, pasado el tiempo, para algunos,
intentar conciliar el sueño con la pareja al lado se ha transformado en
una pesadilla en vigilia.
No es un problema de pocos. Las quejas por los ronquidos (generalmente de hombres), patadas, por el gusto de la pareja de dormir muy abrigada o desabrigada, por no poder dormirse si no es viendo televisión cuando el otro necesita un silencio sepulcral, hasta por el hábito de los hijos de ir en medio de la noche a acostarse a la cama de los papás, son frecuentes en las consultas de especialistas. Y el tema pesa más de lo que se cree, considerando cómo un mal descanso puede afectar la salud y la propia relación.
“Como el sueño cumple una función de reparación del sistema nervioso central, quien duerme mal y a deshora se desincroniza y no se repara bien, por lo que esto lleva a depresión y trastorno cognitivos, pérdida de memoria y alteraciones conductuales, con irritabilidad, letargo, cansancio y baja de ánimo”, explica la neuróloga Perla David, editora del libro “Medicina del sueño”.
Según comenta, son muchos los pacientes que incluso obligan a sus parejas a ir a las consultas de médicos, ya que éstos desconocen que roncan o que presentan síndrome de piernas inquietas, algo bastante más común de lo que se cree. “Otro trastorno del sueño puede ser más serio, como el trastorno conductual del sueño REM. Allí, la pareja es golpeada fuertemente y puede ser gravemente agredida, porque el otro se está defendiendo en su sueño de un (supuesto) ataque”, alerta David.
Consultada de si ha visto casos en que una relación haya peligrado debido a los conflictos a la hora del descanso, la doctora es enfática: “Sí, muchas veces. Sobre todo, cuando la mujer convierte su pieza en un centro de operaciones de la familia, donde todos entran, comen, hay bulla; el hombre bebe, fuma, ve partidos, etc.”.
Y porque este es un problema que sin duda cruza fronteras –en EE.UU. el 25% de las parejas han decidido dormir en piezas separadas-, Health.com compartió algunas soluciones para los principales conflictos del descanso compartido.
-Ronquidos: Sonido frecuente en hombres con sobrepeso, congestionados o que beben alcohol antes de dormir. También se presenta en personas que duermen de espalda, por lo que sus parejas suelen adquirir la costumbre de girarlos o darles un “toque” con el codo para que solos se pongan de lado y así, finalice el tormento.
Las soluciones entregadas por la publicación son simples; o la persona afectada con el ruido se tapa los oídos con almohadas o tapones, o lleva a su pareja a un especialista, una opción sensata, tomando en cuenta que se podría tratar de apnea del sueño: trastorno que produce pausas en la respiración de una persona y que podrían durar de segundos a varios minutos.
-Discordancia conyugal con la temperatura para dormir: A ti te da frío, a él, calor. Él abre la ventana, tú pones más frazadas, él enciende el aire acondicionado y tú tienes que dormir en verano con calcetines por eso. La vida no es justa a veces, y quien tiene una pareja que tiene distinto termostato para dormir lo sabe.
Aquí, la solución no es otra que intentar llegar a un acuerdo para que los dos queden felices –poner una manta solo de un lado o que el otro duerma sobre el cubrecama- y optar por una cama más grande, de modo que el que necesita más frío no se sienta afectado por el calor del otro.
-Les da sueño en distintos horarios/ él o ella ve televisión para dormir: Al igual que con el conflicto anterior, se recomienda llegar a acuerdos. Por ejemplo, si a él le da sueño más tarde y a ella más temprano, ambos deben acordar que él no hará ruido y molestará lo menos posible mientras ella intenta conciliar el sueño, y ella, por su parte, hará lo mismo cuando se levante más temprano.
Quien ve televisión puede utilizar audífonos, mientras la persona que duerme, tapa ojos. No es lo ideal, pero es un avance.
-Los hijos interrumpen el sueño: Sea por el motivo que sea –una pesadilla, se hizo pipí en la cama, etc.- se recomienda que la atención a los niños sea compartida por la pareja y no que sea uno solo de los padres el que suela arreglar los conflictos nocturnos de los menores, ya que podría crear cierto resentimiento hacia el otro que duerme plácidamente.
Asimismo, se recomienda marcar límites con los niños, respecto a su ingreso hacia la habitación de los papás.
La solución: respeto mutuo
Coincidiendo con llegar a acuerdos que intenten dejar a los miembros de una pareja satisfechos, Perla David sugiere establecer normas para la temperatura que habrá en la habitación y, tomar consciencia de que el dormitorio no es para para trabajar, ni comer, y que es un espacio en el que acude la pareja sola, “sin entrada de niños”, donde no hay lugar para el colecho o llegadas inesperadas de menores. Pero, sobre todo, sobre todo, preservar el “respeto mutuo por las necesidades del otro, su sitio su espacio y sus gustos”.
No es un problema de pocos. Las quejas por los ronquidos (generalmente de hombres), patadas, por el gusto de la pareja de dormir muy abrigada o desabrigada, por no poder dormirse si no es viendo televisión cuando el otro necesita un silencio sepulcral, hasta por el hábito de los hijos de ir en medio de la noche a acostarse a la cama de los papás, son frecuentes en las consultas de especialistas. Y el tema pesa más de lo que se cree, considerando cómo un mal descanso puede afectar la salud y la propia relación.
“Como el sueño cumple una función de reparación del sistema nervioso central, quien duerme mal y a deshora se desincroniza y no se repara bien, por lo que esto lleva a depresión y trastorno cognitivos, pérdida de memoria y alteraciones conductuales, con irritabilidad, letargo, cansancio y baja de ánimo”, explica la neuróloga Perla David, editora del libro “Medicina del sueño”.
Según comenta, son muchos los pacientes que incluso obligan a sus parejas a ir a las consultas de médicos, ya que éstos desconocen que roncan o que presentan síndrome de piernas inquietas, algo bastante más común de lo que se cree. “Otro trastorno del sueño puede ser más serio, como el trastorno conductual del sueño REM. Allí, la pareja es golpeada fuertemente y puede ser gravemente agredida, porque el otro se está defendiendo en su sueño de un (supuesto) ataque”, alerta David.
Consultada de si ha visto casos en que una relación haya peligrado debido a los conflictos a la hora del descanso, la doctora es enfática: “Sí, muchas veces. Sobre todo, cuando la mujer convierte su pieza en un centro de operaciones de la familia, donde todos entran, comen, hay bulla; el hombre bebe, fuma, ve partidos, etc.”.
Y porque este es un problema que sin duda cruza fronteras –en EE.UU. el 25% de las parejas han decidido dormir en piezas separadas-, Health.com compartió algunas soluciones para los principales conflictos del descanso compartido.
-Ronquidos: Sonido frecuente en hombres con sobrepeso, congestionados o que beben alcohol antes de dormir. También se presenta en personas que duermen de espalda, por lo que sus parejas suelen adquirir la costumbre de girarlos o darles un “toque” con el codo para que solos se pongan de lado y así, finalice el tormento.
Las soluciones entregadas por la publicación son simples; o la persona afectada con el ruido se tapa los oídos con almohadas o tapones, o lleva a su pareja a un especialista, una opción sensata, tomando en cuenta que se podría tratar de apnea del sueño: trastorno que produce pausas en la respiración de una persona y que podrían durar de segundos a varios minutos.
-Discordancia conyugal con la temperatura para dormir: A ti te da frío, a él, calor. Él abre la ventana, tú pones más frazadas, él enciende el aire acondicionado y tú tienes que dormir en verano con calcetines por eso. La vida no es justa a veces, y quien tiene una pareja que tiene distinto termostato para dormir lo sabe.
Aquí, la solución no es otra que intentar llegar a un acuerdo para que los dos queden felices –poner una manta solo de un lado o que el otro duerma sobre el cubrecama- y optar por una cama más grande, de modo que el que necesita más frío no se sienta afectado por el calor del otro.
-Les da sueño en distintos horarios/ él o ella ve televisión para dormir: Al igual que con el conflicto anterior, se recomienda llegar a acuerdos. Por ejemplo, si a él le da sueño más tarde y a ella más temprano, ambos deben acordar que él no hará ruido y molestará lo menos posible mientras ella intenta conciliar el sueño, y ella, por su parte, hará lo mismo cuando se levante más temprano.
Quien ve televisión puede utilizar audífonos, mientras la persona que duerme, tapa ojos. No es lo ideal, pero es un avance.
-Los hijos interrumpen el sueño: Sea por el motivo que sea –una pesadilla, se hizo pipí en la cama, etc.- se recomienda que la atención a los niños sea compartida por la pareja y no que sea uno solo de los padres el que suela arreglar los conflictos nocturnos de los menores, ya que podría crear cierto resentimiento hacia el otro que duerme plácidamente.
Asimismo, se recomienda marcar límites con los niños, respecto a su ingreso hacia la habitación de los papás.
La solución: respeto mutuo
Coincidiendo con llegar a acuerdos que intenten dejar a los miembros de una pareja satisfechos, Perla David sugiere establecer normas para la temperatura que habrá en la habitación y, tomar consciencia de que el dormitorio no es para para trabajar, ni comer, y que es un espacio en el que acude la pareja sola, “sin entrada de niños”, donde no hay lugar para el colecho o llegadas inesperadas de menores. Pero, sobre todo, sobre todo, preservar el “respeto mutuo por las necesidades del otro, su sitio su espacio y sus gustos”.
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