“Mi padre, mi doctor, mi amigo. Lo vi un
día antes de que lo mataran. Me saludó, me preguntó que cómo estaba, yo
le dije que bien y lo abracé. Me arrepiento de no haberlo abrazado más”,
dice Crisvan Reyes (13). Mira al piso y con su brazo izquierdo busca
taparse la manga derecha de su suéter amarillo que está vacía. Ese brazo
fue amputado cuando tenía 9 años de edad por un tumor cancerígeno.
Desde entonces, comenzó a tratarse con el doctor Jesús Gerardo Reyes Kattar (45),
quien fue encontrado sin vida, maniatado, y con heridas por arma blanca
en su residencia –Vista Verde, El Hatillo- la noche del miércoles 20 de
mayo.
“¿Quién salvará a tus hijos?”,
se leía en un cartel que sostenían dos médicos en las afueras del
Hospital de Niños José Manuel de los Ríos la mañana de este jueves 21 de
mayo. Cerca de 50 trabajadores del centro de salud trancaron la avenida
Vollmer por el asesinato del doctor Reyes. Tenía once años laborando
allí como pediatra en Oncología y se convirtió en el héroe y padre de 120 niños que eran atendidos por él.
Reyes
Kattar se graduó en la Escuela de Medicina de la Universidad Central de
Venezuela (UCV) en 1998. Luego se especializó en pediatría y trabajó en
el Hospital General Dr. José Ignacio Baldó, “El Algodonal”, hasta
hacer su residencia y postgrado en el J.M. de los Ríos. Era uno de los
cuatro doctores destacados en el área de oncología, y, a pesar de las
fallas de equipos e insumos en el hospital, él siempre se mantenía
optimista y alegre para seguir trabajando, comentan sus conocidos.
“Estamos
sin sede propia, en un servicio que no nos pertenece, que no tiene las
condiciones para que estén los pacientes, ni nosotros. Pero tenemos que
seguir luchando por lo que él luchó. Lo vamos a honrar trabajando,
porque era un trabajador incansable”, dice entre lágrimas una de las dos
doctoras de Oncología del hospital. Las dos se abrazan. Están molestas,
indignadas, dolidas. Reclaman que nadie les devolverá a su Jesús y no
quieren identificarse, porque con eso “no resolveremos nada”.
“Nos roban, nos matan, y nadie hace nada”,
son los gritos de fondo que se escuchan en la avenida. Las doctoras
responden con voz entrecortada: ¿Ves, para qué te vamos a dar nuestros
nombres?, ¿para que nos maten y no se haga justicia?.
Mayerling
Moreno sostiene a su hija de 2 años en los brazos. La niña lleva un
tapaboca y su rostro está visiblemente apagado. “Se murió el doctor
Reyes, y ahora me mandan a Valencia para continuar el tratamiento de
ella que tiene leucemia. Tenía cuatro meses con él”, hace una pausa y se
aferra a Gabriela llorando. “¿Ahora qué hago?”. “Gasto hasta 3.000
bolívares en pasaje semanal, pero con él mi niña estaba mejorando. ¿Me
siento a ver morir a mi hija?”.
La
misma impotencia y el mismo dolor sienten Marbelis Hernández y Jenny
Velásquez. Sus hijas de 12 y 13 años, respectivamente, también eran
pacientes del doctor Reyes. Ambas lo vieron el pasado martes, cuando
salió después de las 9:00 de la noche del Hospital Domingo Luciani de El
Llanito, tras aplicar unas quimioterapias que no pudo realizar en el J.
M. de los Ríos por la paralización de las mezclas. Hernández venía a
Caracas procedente de Calabozo, Guárico, mientras que Velásquez es de la
capital.
Le gustaba viajar
Jesús
Gerardo Reyes Kattar tenía 45 años. Nació en Caracas y vivía en un
apartamento en El Hatillo, con su madre, quien por problemas de salud no
se encontraba en el país al momento del asesinato de su hijo.
La
adoración de Jesús Gerardo eran sus dos sobrinos y su hermana. Con
ellos viajó a México e Italia en el año 2009. A pesar de que no usaba
mucho sus redes sociales, la última vez que cambió su foto de perfil en
Facebook –el 4 de enero de 2015- se veía acompañado de sus niños
pacientes en un viaje.
A través de Twitter, compartió en varias oportunidades denuncias de fallas en hospitales por falta de insumos.
Siguenos a traves de nuestro twitter @elparroquiano
Si deseas comunicarte con nosotros ya sea para denunciar, aportar o publicitar con nosotros, escribenos aca: eparroquiano5@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario