Registros indican que en el Neolítico, ya se hacían fiestas donde se consumían licores. Se sabe que existía una especie de líquido llamado aguamiel, una especie de solución de miel destilada y fermentada con alcohol.
En civilizaciones como la egipcia, los faraones gustaban de realizar
banquetes donde la bebida principal era el alcohol. En aquel tiempo,
contaban con una variedad de 17 tipos de cerveza, así como 24 de vino,
los cuales eran tomados en exceso, de acuerdo a información de MuyInteresante.es.
Los egipcios elevaron a los altares a Osiris, una deidad que, en los
últimos años del Imperio del Nilo, se reconvirtió en Dioniso el magno
dios heleno del vino. En Grecia, el alcohol tenía buena prensa y los
excesos con la copa se veían como algo natural; hasta el propio Sócrates
"porque hidrata y suaviza el alma, adormece las preocupaciones y revive
nuestras alegrías".
El alcohol también se ha hecho presente en la historia
del cristianismo. Muchos son los pasajes donde se habla del vino.
Cuando el diluvio terminó, Noe celebró bebiendo este fermentado de uva
hasta emborracharse.
Años más tarde, durante los siglos XII y XIII, beber cerveza era algo
más que normal. Se acostumbraba a desayunar hasta 500 mililitros de
este liquido mojando en ella pan seco, para luego tomar unos 2 ó 3
litros más a lo largo de la jornada. Por ejemplo, Eduardo I de
Inglaterra estableció en que sus soldados tenían derecho a recibir cada
día, al menos, unos 4 litros de este tipo de alcohol.
En el 1400, aparecieron los llamados spirits o aguas de vida como el
ginebra, ron, whisky y brandy. Su consumo se volvió tan exagerado que
en 1520, las autoridades de Edimburgo, asustadas por la desorbitada
ingesta del llamado uisge beatha restringieron su venta a
barberos y cirujanos, ya que parece ser que ambas profesiones
necesitaban el alcohol como herramienta de trabajo.
Para 1929, Estados Unidos ya había regulado la llamada Ley Seca, la
cual prohibía la venta de alcohol. Estos originó la aparición de varios
bares clandestinos, donde se quedó demostrado que el hombre necesitará
siempre consumir este tipo de bebidas.
Ejemplificando esto, el poeta Robert Burns, dijo lo siguiente: "¡Libertad y whisky van de la mano!".
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