Un parásito microscópico que se reproduce en los gatos reduce el miedo que los chimpancés tienen a sus depredadores. El hallazgo contribuye también al estudio del efecto del microbio en la conducta de los humanos.
Se trata del Taxoplasma gondii, que
infecta a miles de personas a diario. El parásito hace que los
chimpancés infectados se vuelvan más atraídos por la orina de leopardo,
su depredador principal en la vida salvaje.
La investigación se basó en el estudio
de 33 primates infectados y no infectados en cautiverio en Gabón. Los
científicos descubrieron que la propensión a acercarse a la orina del
leopardo fue tres veces mayor en los infectados que en los no
infectados. Normalmente los chimpancés son repelidos por el olor.
Este cambio en la conducta no se registró, sin embargo, en relación a la orina de león o tigre, que no son depredadores naturales de los chimpancés.
Los hallazgos del estudio apoyan la
opinión de que el Taxoplasma gondii puede influir en el comportamiento
de los humanos infectados, posiblemente por ser transportado en el flujo
sanguíneo hacia el cerebro, donde puede formar quistes en la amígdala,
la zona cerebral responsable por el miedo y otras emociones.
Varios estudios han vinculado la infección de humanos con el parásito a la propensión a adoptar más riesgos, al suicidio y a padecer enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia.
Las metas del parásito
El Taxoplasma gondii puede infectar a un amplio número
de especies, incluidos roedores, pero necesita terminar en una especie
felina para reproducirse y completar su ciclo de vida, según explica la
autora principal del estudio publicado en la revista ‘Current Biology’
Clémence Poirotte, del Centro de Ecología Evolucional y Funcional de Montpellier (Francia).
“Las especies felinas se infectan con
parásitos tras comer una presa infectada. El hecho de que eviten como
presas otras especies felinas como los roedores representa un obstáculo
natural para el parásito”, afirmó la investigadora en declaraciones
recogidas por ‘The Independent’. Estudios previos han demostrado que si
el parásito felino infecta a los ratones, los roedores pierden su miedo
natural a los gatos.
Hasta ahora se creía que la influencia del Taxoplasma gondii en humanos era un mero efecto
colateral de la capacidad del parásito de manipular a otros tipos de
‘presas sin salida’ como los roedores. Pero el experimento con los
chimpancés, “nuestros parientes más cercanos”, sugiere un vínculo
evolutivo más antiguo, señaló la doctora Poirotte.
“Nuestro estudio más bien apoya la
hipótesis de que las habilidades manipulativas del T. Gondii han
evolucionado en el linaje humano desde que nuestros antepasados todavía
tenían depredadores felinos”
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