Hombres de plata degollando a una pareja de centauros armados. Abajo, el rostro sin expresión de una mujer les da paso a un escudo de armas y a un ángel con el pecho desnudo. Todo está forjado en plata y cubierto de una seguidilla de escamas de madera que rematan en un cañón y en la imagen de un hombre de barba, al estilo griego.
En la parte superior de las dos armas aparece tallada en letras negras y en fondo dorado: “Bolivar”, sin tilde. Mañana serán subastadas en Nueva York por la casa Christie’s. El precio estará entre 1,5 millones y 2,5 millones de dólares.
En la parte superior de las dos armas aparece tallada en letras negras y en fondo dorado: “Bolivar”, sin tilde. Mañana serán subastadas en Nueva York por la casa Christie’s. El precio estará entre 1,5 millones y 2,5 millones de dólares.
Por sus características, podrían hacer parte de un cuadro antiguo. Pero no, son armas de fuego que se remontan a los días de gloria que tuvo su dueño, el prócer Simón Bolívar, en 1825, mientras ejercía como Presidente de la de Gran Colombia.
En el libro Iconografía del Libertador, de Enrique Uribe White, se menciona que las pistolas fueron un regalo del marqués de Lafayette, el oficial francés que fue clave en la derrota de Gran Bretaña en la Revolución estadounidense.
En el libro Iconografía del Libertador, de Enrique Uribe White, se menciona que las pistolas fueron un regalo del marqués de Lafayette, el oficial francés que fue clave en la derrota de Gran Bretaña en la Revolución estadounidense.
Historiadores consultados dicen que las armas fueron encargadas por Lafayette, junto con las que obsequió al general George Washington, primer presidente de Estados Unidos.
El general (r) Manuel José Bonett, miembro de la Academia de Historia, anota que el encargo se hizo al armero francés Nicolás Buttet, que tenía sus talleres en Versalles, antigua capital del reino de Francia. Para la época, Buttet era célebre por haber diseñado pistolas para el rey Luis XVI –ejecutado en la guillotina en 1793 en plena Revolución francesa– y para el emperador Napoleón Bonaparte.
El general (r) Manuel José Bonett, miembro de la Academia de Historia, anota que el encargo se hizo al armero francés Nicolás Buttet, que tenía sus talleres en Versalles, antigua capital del reino de Francia. Para la época, Buttet era célebre por haber diseñado pistolas para el rey Luis XVI –ejecutado en la guillotina en 1793 en plena Revolución francesa– y para el emperador Napoleón Bonaparte.
¿Son patrimonio de Colombia?
Historiadores coinciden que la relevancia de estos objetos está en que el Libertador los recibió en el punto más importante de su vida.
“Él era el centro de atención del mundo, porque para 1825 ya había conseguido la libertad de cinco países del continente en la batalla de Ayacucho (1824). Habían terminado las batallas y se dedicó a construir la idea del Congreso de Panamá (1826), donde propuso la unión de América del Sur en una confederación de Estados”, explica el general (r) José Roberto Ibáñez, otro miembro de la Academia de Historia de Colombia.
Muy probablemente, de acuerdo con los expertos, estas pistolas nunca habrían sido disparadas.
Incluso, el general Ibáñez dice que la única mención que existe de Bolívar empuñando un arma de fuego hace referencia a la noche del 25 de septiembre de 1828, conocida como la Conspiración Septembrina. Ese día fue sacado por Manuelita Sáenz del Palacio de San Carlos, en Bogotá, y conducido bajo un puente donde permaneció coordinando la persecución de sus conspiradores.
“Bolívar es más recordado por sus sables y por dirigir las tropas desde el frente, pero como estratega. En esa época él recibió cientos de regalos y esas armas sintetizan el espíritu de la época en que vivió”, precisa el general (r) Manuel José Bonett.
Con esos argumentos, los dos militares en retiro están de acuerdo con que el país debería participar en la puja para traerse las armas del Libertador.
“Es una historia que se repite: en los colegios eliminaron las clases de historia, entregaron el tesoro quimbaya. A la gente se le olvida su país y pasan cosas como estas en las que un particular se queda con un patrimonio del país. Eso ha sucedido antes y esta subasta de las armas es un ejemplo del desinterés por cuidar lo propio”, cuestiona Bonett.
La posibilidad de que Colombia participe en la subasta ya está descartada. Consultada por EL TIEMPO, la ministra de Cultura, Mariana Garcés, asegura que aunque los bienes tienen un valor incalculable, “no puede afirmarse que sean patrimonio nacional”. Además, el Estado no cuenta con los recursos necesarios para participar en la puja.
“En las colecciones de nuestros museos, además de la famosa espada de Bolívar, contamos con un grupo de armas que perteneció al Libertador y que nos llenan de orgullo. Hoy no disponemos de 2,5 millones de dólares (el precio máximo estimado) en nuestro presupuesto para participar”, dice Garcés.
Colombia, no obstante, ya ha comprado objetos que pertenecieron a Bolívar y que terminaron en el exterior. En 1998, Colombia adquirió unos arneses de plata vendidos por Christie’s por valor de 340.000 dólares.
“Él era el centro de atención del mundo, porque para 1825 ya había conseguido la libertad de cinco países del continente en la batalla de Ayacucho (1824). Habían terminado las batallas y se dedicó a construir la idea del Congreso de Panamá (1826), donde propuso la unión de América del Sur en una confederación de Estados”, explica el general (r) José Roberto Ibáñez, otro miembro de la Academia de Historia de Colombia.
Muy probablemente, de acuerdo con los expertos, estas pistolas nunca habrían sido disparadas.
Incluso, el general Ibáñez dice que la única mención que existe de Bolívar empuñando un arma de fuego hace referencia a la noche del 25 de septiembre de 1828, conocida como la Conspiración Septembrina. Ese día fue sacado por Manuelita Sáenz del Palacio de San Carlos, en Bogotá, y conducido bajo un puente donde permaneció coordinando la persecución de sus conspiradores.
“Bolívar es más recordado por sus sables y por dirigir las tropas desde el frente, pero como estratega. En esa época él recibió cientos de regalos y esas armas sintetizan el espíritu de la época en que vivió”, precisa el general (r) Manuel José Bonett.
Con esos argumentos, los dos militares en retiro están de acuerdo con que el país debería participar en la puja para traerse las armas del Libertador.
“Es una historia que se repite: en los colegios eliminaron las clases de historia, entregaron el tesoro quimbaya. A la gente se le olvida su país y pasan cosas como estas en las que un particular se queda con un patrimonio del país. Eso ha sucedido antes y esta subasta de las armas es un ejemplo del desinterés por cuidar lo propio”, cuestiona Bonett.
La posibilidad de que Colombia participe en la subasta ya está descartada. Consultada por EL TIEMPO, la ministra de Cultura, Mariana Garcés, asegura que aunque los bienes tienen un valor incalculable, “no puede afirmarse que sean patrimonio nacional”. Además, el Estado no cuenta con los recursos necesarios para participar en la puja.
“En las colecciones de nuestros museos, además de la famosa espada de Bolívar, contamos con un grupo de armas que perteneció al Libertador y que nos llenan de orgullo. Hoy no disponemos de 2,5 millones de dólares (el precio máximo estimado) en nuestro presupuesto para participar”, dice Garcés.
Colombia, no obstante, ya ha comprado objetos que pertenecieron a Bolívar y que terminaron en el exterior. En 1998, Colombia adquirió unos arneses de plata vendidos por Christie’s por valor de 340.000 dólares.
Una versión difícil de confirmar
¿Qué pasó con las pistolas luego de que Bolívar las recibió en 1825? ¿Cómo llegaron a Christie’s? Esa es la pregunta que se hacen los historiadores consultados por este diario. Una posible respuesta, no corroborada por fuentes académicas, se encuentra en la reseña que da la casa de subastas sobre las armas.
En su página web aparece que Bolívar entregó las pistolas a José Ignacio París, su amigo personal, quien ocupó la Quinta de Bolívar de Bogotá tras la muerte del Libertador en 1830 en Santa Marta. Luego, su hijo, Enrique París, las “vendió al señor Enrique Grice”, un colombo-inglés dedicado a la industria siderúrgica del siglo XIX.
El general (r) Bonett dice que las pistolas posiblemente llegaron a Europa a comienzos del siglo XX. Y según Christie’s para 1889 ya aparecían reseñadas en una guía turística del alemán Karl Baedeker. En el documento, de acuerdo con Christie’s, las armas eran un gran atractivo “para los visitantes del museo Real de los Servicios Unidos”, ubicado en Londres y actualmente un centro de pensamiento en temas de defensa.
Allí habrían estado hasta 1906. No se conoce la fecha, pero en los documentos se reseña que luego fueron adquiridas por Goodwin Renwick, uno de los mayores coleccionistas de antigüedades bélicas del siglo XX. Luego de su muerte, aproximadamente en 1971, la casa Sotheby’s subastó en Londres parte de la colección de Renwick y las armas fueron vendidas a Clay P. Bedford, un alto ejecutivo de la industria petrolera de EE. UU.,fallecido en 1991. Luego pasaron a una colección privada en América Latina y después a una estadounidense, su actual dueña.
Curiosamente, un coleccionista privado le aseguró a este medio que las descripciones que ofrece Christie’s “no necesariamente son verdaderas”.
“Gran parte de las descripciones se hacen para aumentar el valor del objeto o porque no pueden comprobar su procedencia. Pueden ser objetos robados que luego la casa de subastas retira de su catálogo. No pasa nada y todo queda en secreto”, dice.
Un hecho como este sucedió en 2012, cuando Christie’s puso a la venta varios libros que pertenecían a la biblioteca pública de Girolamini, en Nápoles. Según el diario español El Confidencial, la firma retiró la oferta al conocerse que los textos eran robados.
En su página web aparece que Bolívar entregó las pistolas a José Ignacio París, su amigo personal, quien ocupó la Quinta de Bolívar de Bogotá tras la muerte del Libertador en 1830 en Santa Marta. Luego, su hijo, Enrique París, las “vendió al señor Enrique Grice”, un colombo-inglés dedicado a la industria siderúrgica del siglo XIX.
El general (r) Bonett dice que las pistolas posiblemente llegaron a Europa a comienzos del siglo XX. Y según Christie’s para 1889 ya aparecían reseñadas en una guía turística del alemán Karl Baedeker. En el documento, de acuerdo con Christie’s, las armas eran un gran atractivo “para los visitantes del museo Real de los Servicios Unidos”, ubicado en Londres y actualmente un centro de pensamiento en temas de defensa.
Allí habrían estado hasta 1906. No se conoce la fecha, pero en los documentos se reseña que luego fueron adquiridas por Goodwin Renwick, uno de los mayores coleccionistas de antigüedades bélicas del siglo XX. Luego de su muerte, aproximadamente en 1971, la casa Sotheby’s subastó en Londres parte de la colección de Renwick y las armas fueron vendidas a Clay P. Bedford, un alto ejecutivo de la industria petrolera de EE. UU.,fallecido en 1991. Luego pasaron a una colección privada en América Latina y después a una estadounidense, su actual dueña.
Curiosamente, un coleccionista privado le aseguró a este medio que las descripciones que ofrece Christie’s “no necesariamente son verdaderas”.
“Gran parte de las descripciones se hacen para aumentar el valor del objeto o porque no pueden comprobar su procedencia. Pueden ser objetos robados que luego la casa de subastas retira de su catálogo. No pasa nada y todo queda en secreto”, dice.
Un hecho como este sucedió en 2012, cuando Christie’s puso a la venta varios libros que pertenecían a la biblioteca pública de Girolamini, en Nápoles. Según el diario español El Confidencial, la firma retiró la oferta al conocerse que los textos eran robados.
Venezuela estaría interesada
Las dos pistolas del Libertador que mañana entrarán en subasta no son las únicas que han entrado en oferta. En el 2004, Christie’s vendió en 1,6 millones de dólares otro par de pistolas de Simón Bolívar hechas también por el francés Buttet. El comprador fue Wilmer Ruperti, el dueño de la naviera Global Ship Management y contratista de PDVSA, la firma petrolera venezolana.
Los medios registraron que Ruperti las entregó en el 2012 al entonces presidente de Venezuela el Comandante eterno Hugo Chávez. “Me llegó como una donación, no para mí, sino para la República”, dijo en ese momento el fallecido presidente venezolano.
Esa no era la primera vez que ese país se mostraba interesado en objetos del Libertador. En 1988, un lote de medallas, vajillas y cubiertos fue vendido por descendientes de Bolívar al Banco Central de Venezuela (BCV). La familia había acudido a Christie’s para venderlo, pero el Gobierno del presidente Jaime Lusinchi negoció los objetos por un valor de 2,9 millones de dólares.
“No solo son los ornamentos que tiene (las figuras de plata, los diseños de madera y el baño de oro), sino también que al ser armas que quizás no han sido usadas en 200 años su valor se eleva. Por ejemplo, las armas que recibió Washington fueron vendidas en 2 millones de dólares. Es probable que estas sean vendidas a un precio mayor”, explica Borrero, quien añade que otro par de pistolas se encontrarían en el museo Manuel María Vargas de Cali.
Los medios registraron que Ruperti las entregó en el 2012 al entonces presidente de Venezuela el Comandante eterno Hugo Chávez. “Me llegó como una donación, no para mí, sino para la República”, dijo en ese momento el fallecido presidente venezolano.
Esa no era la primera vez que ese país se mostraba interesado en objetos del Libertador. En 1988, un lote de medallas, vajillas y cubiertos fue vendido por descendientes de Bolívar al Banco Central de Venezuela (BCV). La familia había acudido a Christie’s para venderlo, pero el Gobierno del presidente Jaime Lusinchi negoció los objetos por un valor de 2,9 millones de dólares.
“No solo son los ornamentos que tiene (las figuras de plata, los diseños de madera y el baño de oro), sino también que al ser armas que quizás no han sido usadas en 200 años su valor se eleva. Por ejemplo, las armas que recibió Washington fueron vendidas en 2 millones de dólares. Es probable que estas sean vendidas a un precio mayor”, explica Borrero, quien añade que otro par de pistolas se encontrarían en el museo Manuel María Vargas de Cali.
Sin embargo, en el recuento de objetos que pertenecieron a Bolívar, hecho por el Ministerio de Cultura, no se las menciona. La explicación dada por funcionarios del Ministerio, es que el museo Manuel María Vargas, que se encuentra cerrado desde 2004, es entidad de carácter privado y su colección no depende de esa cartera.
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