Como un ingeniero civil reconocido y dueño de una constructora se
comportaba el delincuente en los pasillos de las universidades públicas y
privadas de Maracaibo. ¿El objetivo? Captar jovencitas para hacerles
una falsa oferta de trabajo y, al convencerlas con el macabro engaño,
violarlas.
Las estudiantes universitarias con apariencia más humilde, de entre
20 y 22 años. Esas eran las víctimas predilectas de José Rondolfo Molina
Córdoba, de 53 años, el violador que resultó abatido el miércoles al
mediodía, al enfrentarse a una comisión del Cicpc, en el sector Los
Bucares.
Como un ingeniero civil reconocido y dueño de una constructora se
comportaba el delincuente en los pasillos de las universidades públicas y
privadas de Maracaibo. ¿El objetivo? Captar jovencitas para hacerles
una falsa oferta de trabajo y, al convencerlas con el macabro engaño,
violarlas.
Un aviso tipo carta, a blanco y negro, en el que ofrecía “oportunidad
de trabajo en importante constructora” era el pase para acercarse a las
muchachas, según descripción de las siete víctimas que denunciaron ante
el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas
(Delegación – Zulia).
“Buenos días. ¿Sabes dónde puedo sacarle copia a este aviso de
trabajo, para pegarlo en las carteleras?”. La pregunta era la excusa con
la que el aberrado entablaba conversación con las universitarias. La
respuesta de la víctima, fuera positiva o negativa, la llevaba al
mismísimo infierno.
“Sin importar lo que contestaran, el hombre las abordaba más a fondo,
indagando si no les gustaría aprovechar esa oportunidad para ganar un
dinerito, a medio turno”, relata un funcionario del Cicpc ligado a la
investigación.
Sandra (nombre ficticio), una de las víctimas, de 21 años, cayó en
las redes del criminal llevada por la necesidad de tener un ingreso
extra para costear sus estudios. Al momento de ser persuadida por Molina
e interesarse por la propuesta de asistirlo en “las tomas de medidas en
campos abiertos y campos cerrados para construir edificaciones” aportó
todos sus datos, vía telefónica a una mujer que servía de cómplice al
hampón. “Cuando las convencía, de una vez las ponía en contacto con su
supuesta secretaria y esta les quitaba todos los datos personales,
incluyendo dirección y datos familiares”, agrega el funcionario del
Cicpc.
Al siguiente día, lo que las muchachas pensaban que era una
oportunidad de crecimiento profesional y laboral, se convertía en la
propia película de terror. Molina buscaba a “la víctima del día” en la
universidad y la llevaba a tomar medidas en terrenos de la ciudad. Luego
le asignaba la misma tarea, pero ahora en campos cerrados que no eran
más que moteles a los que la llevaba con la excusa de que el lugar
estaba en remodelación y él estaba encargado de los trabajos.
“Una vez allí las sometía con un cuchillo —excepto a la última víctima que denunció hace tres días, a quien obligó con un arma de fuego—, las violaba y les quitaba los celulares. Después las dejaba botadas por ahí y les decía que el motel era de su propiedad para cohibirlas de denunciar y las amenazaba recordándoles todos los datos que habían aportado a su cómplice, vía telefónica”, detalló el efectivo policial.
“Una vez allí las sometía con un cuchillo —excepto a la última víctima que denunció hace tres días, a quien obligó con un arma de fuego—, las violaba y les quitaba los celulares. Después las dejaba botadas por ahí y les decía que el motel era de su propiedad para cohibirlas de denunciar y las amenazaba recordándoles todos los datos que habían aportado a su cómplice, vía telefónica”, detalló el efectivo policial.
Tras labores de inteligencia, la comisión del Cicpc dio con su
guarida, una granja en el complejo La Guadalupana, en el sector Los
Bucares, el miércoles a las 12:30 del mediodía. El violador caminaba por
la vía pública hacia el inmueble y al verse rodeado por los efectivos
disparó con una pistola marca Taurus, la misma con la que sometió a su
última víctima. El supuesto ingeniero civil quedó muerto en el sitio.
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