A pesar que hoy en día se pueda considerar que muchos tabús sexuales han sido derrumbados, siguen existiendo ‘raras’ preferencias en la intimidad. La perversión humana no tiene límites. Aunque el término “perverso” sea incansablemente discutido por la Psicología, no hay duda en que ese “germen” se esparce en el inconsciente viciando cualquier pensamiento, costumbre o gusto, con la posibilidad de materializarse en cualquier objeto o situación. Podría decirse que tal es el caso de las parafilias. La palabra parafilia proviene del griego παρα pará, “junto a” y φιλιος fílios, “amor”. Aunque no existe un patrón exacto que la provoque, se cree que en su mayoría, depende del aprendizaje y manejo de la sexualidad que obtuvo una persona desde su niñez, mismo que influye en la adolescencia, etapa de búsqueda de identidad sexual. Más del 50% de las parafilias se desarrollan durante esa etapa. Al contrario de lo que podría creerse, no todas las parafilias son dañinas ni perversas; según el psicoanalista poskleininano Donald Meltzer hay que considerar tres aspectos: – Que la parafilia sea el único recurso de excitación y placer sexual. -Que el parafílico no pueda generar vínculos emocionales maduros. -Que la parafilia intervenga en el buen desarrollo de la vida cotidiana generando angustia y daños psicológicos. Atender una parafilia es un reto para la Psicología, y aunque no existe tampoco un tratamiento determinado, se ha procedido incluso a procedimientos como la castración química, en los casos graves. A continuación te mostramos algunas parafilias y conductas sexuales vistas desde la psicología: Podofilia Esta parafilia realza a los pies como el máximo estímulo sexual. Quienes lo practican disfrutan de besar, tocar, acariciar, lamer y oler pies. Algunos podofílicos famosos son Marilyn Manson, Andy Warhol, y Quentin Tarantino. Psicológicamente la podofilia no responde a una causa en específico. Freud decía, por ejemplo, que en muchas culturas la experiencia hijo-madre podía involucrar adoración por el pie. Jung decía que el pie era el símbolo del alma porque es lo que mantiene erecto al ser humano. Por otro lado, el neurólogo Vilayanur S. Ramachandran dice que en el córtex somático-sensorial, el pie y los genitales ocupan áreas contiguas, lo que podría indicar su enlace. El origen de la podofilia en los hombres también se ha relacionado a la semejanza entre la forma del pie y las curvas del cuerpo femenino. Autonepiofilia Esta parafilia no debe confundirse con el famoso “Síndrome de Peter Pan”, que es un trastorno del desarrollo de la personalidad, en el cual el sujeto que lo padece se niega a madurar social y psicológicamente. A diferencia de éste síndrome, las personas quienes padecen autonepiofilia obtienen placer y excitación sexual cuando se comportan como bebés, ya sea vistiéndose, o comportándose como tal. Incluso existe una comunidad online que respalda esta práctica y clasifica su tipología. La autonepiofilia, o infantilismo parafílico ha sido relacionada al masoquismo cuando implica golpes, por ejemplo. Aunque también se ha ligado al travestismo (cuando el disfraz es de un bebé del sexo opuesto), y a la “urofilia” y “coprofilia” (placer sexual relacionado a la orina y al excremento). Se cree que esta conducta está relacionada a al aprendizaje de la infancia o a una errónea focalización erótica. Un estudio reveló que la autonepiofilia se desarrolla en la adolescencia, entre los 12 y 17 años aproximadamente. Cabe mencionar que esta parafilia no manifiesta deseo sexual hacia los niños. Somnofilia Esta parafilia, apodada a principios de los setenta por los psicólogos Victor Calef y Edward Weinshel como “El síndrome de la Bella Durmiente” se rige por el deseo de tener relaciones sexuales con alguien mientras duerme. Se relaciona a la “hipnofilia” que consiste en masturbarse observando a alguien dormir. Una de las razones por las cuales podría desarrollarse la somnofilia es el hecho de ejercer control sobre alguien inconsciente. La psicóloga Christina Eugene apoya esta teoría planteando que para los somnofílicos un sujeto dormido es similar a un objeto inanimado que puede ser manipulado. Atracción hacia las personas con estrabismo El estrabismo es un defecto visual que causa la desviación del alineamiento de los ojos, de uno o de ambos. Las personas que lo padecen son susceptibles a sentirse poco atractivas, sin embargo existe una parafilia que encuentra encanto en aquella característica. Su nombre en inglés es “strabismusophilia”. Las personas que tienen strabismusophilia sienten una profunda atracción hacia los estrábicos. Se cree que René Descartes desarrolló esa filia a partir de enamorarse perdidamente en la infancia de una niña con estrabismo. En una ocasión, la reina Cristina de Suiza le preguntó al filósofo francés, cuál era la razón por la que nos enamoramos de una persona más que de otras, sin conocer nada sobre ella previamente. Descartes respondió que cuando experimentamos una sensación muy fuerte, el cerebro se asemeja a una hoja de papel: se pliega mientras dura y se contrae cuando termina, manteniéndose listo para ser plegado de nuevo. Cuando se presenta un estímulo similar, se obtiene la misma respuesta. A lo que Descartes se refería es a que cuando nos enamoramos tempestuosamente de alguien, alguna característica suya se nos queda “grabada”, y solemos buscar lo mismo en otras personas. Justo como le ocurrió a él. Otra parafilia relacionada a los ojos es la “oculofilia” que consiste en excitarse sexualmente contemplando, besando, o lamiendo el globo ocular de una persona. Como dato curioso, algunas investigaciones literarias han arrojado que Venus padecía estrabismo, sin embargo eso no le quitó el título de la perfección hecha mujer. Atracción sexual hacia los pulpos La primera aparición de esta filia surgió en 1820 cuando el maestro japonés Hokusai realizó un grabado (El sueño de la mujer del pescador) que mostraba a un pulpo adherido a la vagina de una mujer, mientras sus tentáculos envuelven su cuerpo. A partir de la presentación de esa obra, las fantasías femeninas encontraron lugar en la fusión de la viscosidad, lo tentacular, lo monstruoso y lo húmedo. Vampirismo El “vampirismo clínico” es un extraño trastorno mental que se caracteriza por la excitación sexual relacionada a la ingesta de sangre. Su término fue acuñado por Herschel Prins en 1985, y en 1992 Richard Noll lo renombró como “Síndrome de Renfield”, haciendo referencia a un personaje de la novela Drácula. El origen de este trastorno aún es muy discutido. Para el psicoanálisis el vampirismo es un acto de agresión sexual que se parece a la excitación que sentían los vampiros al extraer sangre de sus víctimas. Por otro lado, se cree también que podría derivarse de una experiencia en la infancia que relacione la sangre y el placer de alguna forma. Fantasear con ser obligado a tener relaciones sexuales El equipo de investigación de la Universidad de Texas lleva varios años indagando el fenómeno que hace a la violación, una de las fantasías sexuales más recurrentes en las mujeres. En una muestra de 355 universitarias encuestadas, el 62% de ellas confesaron fantasear con ser violadas. Existen algunas teorías que intentan esclarecer esta increíble parafilia hacia la violación. Por ejemplo, la “Teoría de la evitación de la culpa sexual” dice que esa fantasía permite a las mujeres evitar sentir culpa por expresar libremente sus deseos sexuales, sin miedo a ser juzgadas, y la “Teoría de la deseabilidad sexual” argumenta que fantasear con ser forzada al encuentro sexual reafirma el sex appeal de la mujer, haciéndola percibirse a sí misma como alguien irresistible. Los psicólogos Jenny Bivona y Joseph Critelli apuntan a que la diferencia entre la fantasía y las violaciones reales, es que la fantasía no suele incluir violencia desmedida ni angustia, factores que, entre muchas otros, detonan un trauma en las víctimas reales de violación. Síguenos a través de nuestro pin: 7AB2154D y el twitter @elparroquiano |
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