A primera vista parece un candado de bicicleta sin más, pero no lo es. Porque este innovador objeto, además de estar fabricado en resistente acero y carbono, contiene en su interior un mecanismo de defensa que lo convierte en algo único, ya que expulsa un compuesto químico cuando un ladrón intenta romperlo para llevarse el vehículo.
Los gases que desprende el SkunkLock poseen propiedades irritantes y normalmente provocan vómitos en sus víctimas: el 99% de las personas que se expusieron a una distancia de 60 centímetros del candado sintieron náuseas. Pese a todo, sus creadores aseguran que es seguro de manejar, aunque se caiga o golpee contra algo y que su uso diario no compromete su seguridad.
El olor que libera cuando el ladrón ha cortado aproximadamente un 30% de su estructura es muy parecido al que expulsan las mofetas cuando se sienten atacadas –de ahí el nombre del artilugio, ya que “skunk” significa mofeta en castellano–. El objetivo es que el delincuente salga por patas y renuncie a seguir cortando el candado y, por consiguiente, a llevarse la bicicleta.
Sus inventores, Daniel Idzkowski y Yves Perrenoud, viven en San Francisco (EE. UU.) y se les ocurrió crear este candado después de que a ellos mismos y a sus amigos les hubieran robado sus bicicletas en varias ocasiones. “Pretendemos que SkunkLock sea un toque de atención a los ladrones con herramientas que saben que cualquier candado para bicicleta se puede cortar en un minuto”, explican.
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