Con tan sólo medio año de vida, bebés que más adelante desarrollarán diabetes tipo 1 tienen en la sangre unas células de defensa que ya están armadas para atacar al páncreas y detener la producción de insulina. Estas células, un tipo especial de linfocitos, se encuentran latentes: no se han activado ni han ordenado fabricar anticuerpos. Pero ahí están y parecen anticipar la enfermedad, informó La Vanguardia.Así lo explican los autores de un estudio publicado por la revista Science Translational Medicine, que detectaron las células al analizar muestras de sangre de 28 niños con una mayor predisposición genética a la enfermedad por herencia familiar. Estos niños fueron seguidos desde su nacimiento en el marco de otro estudio llamado BABYDIET.
Al analizar los datos, los investigadores, un equipo internacional de científicos liderado desde la Universidad de Dresden (Alemania), concluyeron que, de los 16 niños que acabaron desarrollando diabetes tipo 1, la mitad tenían en la sangre esos linfocitos latentes, que ya estaban presentes a los seis meses de vida, o incluso antes.
“Esto sugiere que su sistema inmune está preparado para ir contra las células del páncreas que producen insulina muy, muy temprano”, explica a Big Vang por correo electrónico el autor principal del estudio, el profesor Ezio Bonifacio.
La presencia y las características especiales de estos linfocitos latentes pueden ayudar a entender mejor cómo aparece la diabetes tipo 1. También son nuevas pistas para detectar la enfermedad antes de que lleguen los síntomas, que frecuentemente emergen en la infancia o la adolescencia y que van desde un aumento de sed hasta una cicatrización lenta de las heridas.
“El estudio aporta un nuevo dato importante sobre el desarrollo de la diabetes. Hay una etapa en la que no hay síntomas y de la que no sabemos casi nada”, agrega la doctora Marta Vives-Pi, jefa del Grupo de Inmunología de la Diabetes del Institut Germans Trias i Pujol, que no participó en el estudio.
“Es relevante que los resultados sean en humanos, aunque para validar los datos habría que repetirlo en un grupo mayor de niños con alta predisposición, así como en niños de la población general”, añade Vives-Pi, cuyo grupo trabaja en el desarrollo de una vacuna para curar la enfermedad.
Bonifacio explica que habrá que investigar si los linfocitos descubiertos anticipan sólo el ataque contra las células del páncreas que fabrican insulina, llamadas beta, o también están armados contra otras células.
El hallazgo supone un nuevo paso para entender qué ocurre mucho antes de que se diagnostique a los enfermos al detectar en su sangre anticuerpos contra las células beta del páncreas.
Según vieron los investigadores, cuando se detectan los anticuerpos, los linfocitos dejan de ser latentes para estar activos. Pero, ¿por qué antes, incluso a los pocos meses de vida, estas células de defensa en estado latente ya están preparadas para luchar contra la enfermedad? Los autores sugieren que puede ser debido a una predisposición genética pero también a causas externas.
En este sentido, apuntan que ciertas infecciones por virus antes o después del nacimiento pueden predisponer a las células latentes a armarse contra la diabetes
De hecho, los casos de esta enfermedad van en aumento y este es uno de los motivos por los que se piensa que puede estar relacionada con causas externas, más allá de una predisposición genética.
Eso sí, si el estudio determinó que estos linfocitos latentes son especiales fue debido a sus características genéticas. Al analizar individualmente centenares de células de defensa de la sangre de los 28 niños, los autores vieron que las que se encontraban solo en los que desarrollaron diabetes tenían en común que encendían o apagaban unos mismos genes de su ADN.
Bonifacio no descarta que, a largo plazo, sea posible predecir de forma precoz el desarrollo de la enfermedad en base a estas características: “Puede ser posible mirar a los seis meses qué niños con susceptibilidad genética probablemente desarrollarán diabetes tipo 1”, explica, aunque advierte que para ello hacen falta más estudios que pueden tardar años. El investigador tampoco cierra la puerta a diagnosticar precozmente a niños sin familiares afectados por la enfermedad.
El autor principal del trabajo avanza que su grupo se centrará ahora en la prevención de la enfermedad a partir del hallazgo. Se trata, explica, de “encontrar un camino para eliminar o cambiar estas células divergentes”, y añade que lo van a intentar administrando a los niños con alto riesgo de tener diabetes tipo 1 un tratamiento con insulina oral.
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