Científicos
en EE.UU. han detectado “olas” de lava en el volcán más activo de nuestro
sistema solar, el Loki Patera, situado en la luna Io del planeta Júpiter, según
revela un estudio publicado hoy por la revista Nature.
La investigación, liderada por el Departamento de Astronomía de la Universidad de Berkeley (California), ha producido, además, un
detallado mapa de esa zona volcánica, gracias a la particular
alineación observada entre las lunas Io y Europa.
El 8 de marzo de 2015, recuerdan los expertos,
Europa, en su órbita alrededor de Júpiter, pasó por delante de Io, lo que
bloqueó gradualmente la luz procedente de la luna volcánica.
Dado que la superficie de Europa está cubierta de agua helada, esta refleja muy poca luz
solar en longitudes de ondas de infrarrojos, lo que permite a los
investigadores detectar con precisión el calor que emanan de los volcanes de
Io.
Los datos
obtenidos mostraron que la temperatura de superficie del enorme lago de magma
de Io aumentaba rápidamente desde un extremo al otro, lo que sugiere que la
lava se derrumba a través de dos olas que se mueven de oeste a este a un ritmo
de en torno a un kilómetro por día.
Este
proceso de derrumbamiento de lava, apuntan los científicos, explicaría la
periodicidad con la que brilla o se oscurece el llamado “punto caliente” de
Loki Patera, cuya superficie es de 21.500 kilómetros cuadrados.
Los expertos detectaron por primera vez estos
cambios de luminosidad sobre esta zona volcánica de Io en la pasada década de
los años 70, pero no constaron que se debían a erupciones
de lava hasta que la misiones Voyager 1 y 2 lo sobrevolaron
en 1979.
A pesar de que la misión Galileo ha aportado
después imágenes de alta definición, los astrónomos debaten
aún si los resplandores en Loki Patera, que ocurren cada 400 o 600 días, se
deben al derrumbamiento de lava en el gran lago de magma o a erupciones
periódicas que derraman ríos de lava sobre una extensa área.
“Si Loki
Patera es un mar de lava, abarca una zona un millón de veces más grande que la
de un lago de lava típico en la Tierra. En este escenario, porciones de corteza
enfriada se hunden y dejan expuesto el magma incandescente, lo que produce un
resplandor en el infrarrojo”, señala Katherine de Kleer, de la Universidad de Berkeley y
autora principal del estudio.
Para su colega Ashley
Davies, esta investigación demuestra la existencia de “no solo una, sino de dos
olas resurgentes” que “barren la patera”, un proceso “mucho más complejo de lo
que creíamos”.
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