Una zona de México corre el riesgo de sufrir un ‘megaterremoto’. Se trata de la brecha de Guerrero, que se extiende entre la localidad de Papanoa y la de Acapulco. Científicos mexicanos y japoneses llevan más de dos años estudiando las maneras de prevenir las posibles consecuencias devastadoras de un suceso de estas dimensiones. Su plan es instalarla primera red de observación sismo-geodésica del país latinoamericano. Esperan que permita conocer ya desde comienzos de 2018 qué está ocurriendo en esta zona.
Hace más de un siglo que la zona se encuentra en un ‘gran silencio sísmico’ pese a que se localiza en la zona de subducción de dos placas tectónicas, la de Cocos y la de Norteamérica, y que en este mismo período ocurrieron sismos muy intensos.
Según testimonios históricos, el último gran terremoto en esta región ocurrió en el 1911, pero no se sabe si hubo precedentes. Por ello, no existen datos estadísticos para predecir si existe un “intervalo de recurrencia de un gran sismo en la brecha de Guerrero” y si es “de cada 100, 200, 300, 400 años o más”, cita el diario ‘Crónica’ a Raúl Valenzuela, investigador del Departamento del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.
A falta de datos sismológicos exactos, los científicos anticipan dos posibilidades:
La primera hipótesis advierte de la posibilidad de que se registre un megaterremoto de magnitud superior a 8,2, en caso de que la tensión acumulada por dos placas se suelte en cuestión de segundos, explicó en una entrevista a RT la geóloga Irene Pérez, del Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPreS) de Argentina.
El segundo pronóstico aventura un “deslizamiento asísmico” en esta zona, que permitirá relajar la misma tensión pero en el transcurso de dos o tres meses sin generar sismos, según explicó a ‘Crónica’ Miguel Ángel Santoyo, otro sismólogo del IGf.
‘Sismos lentos’
Cada cuatro años se repiten en esta región ‘sismos lentos’, los cuales duran unos ocho meses, explicó al diario ‘Vanguardia’ Víctor M. Cruz Atienza, profesor del IGf responsable por parte de México de la investigación que se lleva a cabo en el marco del proyecto gubernamental japonés de la Asociación para la Investigación Científica y Tecnológica para el Desarrollo Sostenible (SATREPS, por sus siglas en inglés).
Los sismólogos mexicanos y japoneses anticipan que el siguiente sismo lento se iniciará en enero del año que viene, por lo que buscan desarrollar hasta entonces la primera red de observación sismo-geodésica en el fondo marino de México para poder comenzar el estudio de este proceso. Según Cruz Atienza, este tiene “implicaciones importantes en la ocurrencia de terremotos potencialmente destructivos”.
“Investigaremos si ese deslizamiento asísmico realmente está relajando los esfuerzos en la brecha de Guerrero o si efectivamente se incrementan”, explicó el docente del IGf.
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