Existen historias de personas que han tenido que acudir a un hospital en ambulancia después de tener relaciones sexuales porque, literalmente, no podían separarse. Suena terrible y tremendamente doloroso pero, ¿de verdad es posible que las parejas queden atrapadas?
Hablamos del síndrome llamado “pene cautivo”, una dolencia extremadamente rara, tanto, que la historia médica tiene muy pocos casos a los que “agarrarse”. Ocurre cuando una pareja hetero está teniendo relaciones sexuales. En algún punto, los músculos de la vagina de ella se contraen y se cierran de forma tan violenta y espasmódica, que el pene queda atrapado sin poder salir.
Muchos expertos en medicina le dan al síndrome la categoría de mito o leyenda urbana. Aunque existen informes esporádicos de casos supuestamente reales, algunos especialistas consideran que los espasmos vaginales no son lo suficientemente graves como para causar que un pene quede atrapado, para ellos es poco probable, ya que el hombre podría retirar su miembro una vez que estuviera lo suficientemente relajado.
Por otro lado, el pene cautivo no debe confundirse con el vaginismo, aunque se asume una relación entre el supuesto evento del pene cautivo y la aparición de vaginismo en las descripciones existentes. Cuando hablamos de esta última dolencia se trata de la dificultad de realizar el coito debido a la contracción involuntaria de los músculos del tercio inferior de la vagina. Sí, es otra afección poco común, a menudo ligada a la psique.
Sea como fuere, lo mejor para tratar de entender esta escena de película de terror es retroceder en el tiempo y rememorar esos casos y supuestos que han quedado registrados en la historia médica.
Penis Captivus, ¿mito o realidad?
El 4 de diciembre de 1884, la revista Philadelphia Medical News publicaba un caso de lo más extraño. El mismo fue presentado por Egerton Y. Davis y se dio en Pentonville, Inglaterra.
Durante mucho tiempo, este informe de la revista médica se citó como un ejemplo de caso real, pero resultó ser un engaño. Al parecer, Egerton era un pseudónimo utilizado por Sir William Osler, miembro del consejo editorial de Medical News.
Eran otros tiempos, y cuando el colega de Osler, Theophilus Parvin, terminó de escribir y publicar un artículo anónimo sobre el vaginismo, Osler entró en cólera. El hombre sentía que Parvin había utilizado su tirón como miembro del consejo para publicar un artículo sin rigor ni importancia real para la comunidad médica general.
Como consecuencia de ello, la venganza de Osler fue escribir sobre el caso de “pene cautivo”. Casi un siglo después, en 1979, un artículo publicado en el British Medical Journal por el doctor Taylor revisaba todos los casos que se habían dado en la literatura médica. Su conclusión fue que:
Si bien casi todos los casos mencionados en publicaciones médicas y en libros de texto se basan en rumores y más rumores, hay dos artículos publicados por los ginecólogos alemanes del siglo XIX, Scanzoni (1870) y Hildebrandt (1872), que habían tratado personalmente los casos de la condición y que no dejan lugar a duda sobre la realidad de este síntoma inusual, que, sin embargo, es tan raro que a menudo se considera un mito.
En el caso de Scanzoni, ocurrió con una joven pareja que se acababa de casar hacía seis meses. Ambos aparentemente sanos, tuvieron que abstenerse de tener relaciones sexuales porque las intensas contracciones vaginales de la mujer resultaban muy dolorosas para él, y en varias ocasiones terminaron en un espasmo que llegó a durar más de diez minutos, tiempo en el que ambos no podían separarse.
En el caso de Hildebrandt, la pareja había estado casada durante aproximadamente un año. Las relaciones sexuales siempre habían sido indoloras hasta una noche en particular. Hildebrandt da cuenta de lo ocurrido en un relato médico que bien podría valer para un episodio de Black Mirror (del pasado):
El hombre me informó que justo en el momento en que pensó que las relaciones sexuales, las cuales hasta ese momento habían sido bastante normales, habían llegado a su fin, de repente sintió que él, o más bien su glande, estaba retenido profundamente en la vagina, apretado y aprisionado, mientras que todo su pene estaba en la vagina.
Todos los intentos de retirarlo fracasaron. Cuando forzó los intentos, causó un gran dolor, tanto a él como a su esposa. Bañados en sudor por la agitación, la alarma y la incapacidad para liberarse, finalmente el hombre se vio obligado a resignarse a esperar con paciencia. No pudo decir cuánto tiempo duró esto, pero su encarcelamiento parecía interminable. Entonces, en algún momento, el obstáculo desapareció por sí mismo: volvía a ser libre.
Lo cierto es que, al no encontrar informes posteriores que fueran debidamente verificados, Taylor opinaba que el síntoma no parecía haber ocurrido en los últimos 100 años. El investigador pensaba que si durante ese tiempo había habido un caso de pene cautivo que necesitaba tratamiento médico, o la intervención o admisión en un hospital, hubiera sido reportado con entusiasmo en alguna revista médica.
Sin embargo, un año después, en 1980, le respondía el doctor Brendan Musgrave en una carta publicada en la British Medical Journal. Musgrave recordaba que en 1947, cuando era interno en el Royal Isle of Wight County Hospital, había visto un caso con esta condición aparentemente rara. Según el doctor:
Puedo recordar claramente el trazado de la ambulancia y que dos jóvenes, una pareja de luna de miel, fueron en una camilla hasta urgencias. Se le dio un anestésico a la mujer y ambos fueron dados de alta poco después.
Además, la historia de Musgrave fue corroborada poco después por el doctor S.W. Wolfe, quién también trabajaba en el hospital en aquella época.
No son los únicos casos. El año pasado, en noviembre del 2016, se informó de un caso en Kenia donde un chico y una chica tuvieron relaciones “y quedaron atrapados pidiendo ayuda”. Esta historia tenía un final que rizaba el rizo: un hechicero finalmente logró separarlos a través de un extraño ritual.
Sin embargo, no hace falta irse a Kenia. Hace unos años, durante la emisión del programa de radio de la BBC, Health Check, el doctor Aristomenis Exadaktylos hablaba de casos realmente extraños en la historia de la medicina. En un momento dado, el presentador le preguntó por algún caso de “pene cautivo”, a lo que Exadaktylos respondió que nunca había visto uno, y que por tanto debía hablar de ello como un mito urbano.
Ese día salieron varios oyentes a replicar al doctor. Desde el anonimato de las ondas (de hecho pedían permanecer así), una mujer explicó que a ella y su difunto esposo les ocurrió en una ocasión, “literalmente, no podía retirarse, es decir, estaba ‘atascado’. Lo atribuí a la intensidad de la respuesta de los músculos vaginales durante el orgasmo”.
Otro oyente, un señor que dijo llamarse “John”, dijo haber tenido relaciones sexuales normales con su compañera hasta que un día quedó “atrapado” sin poder separarse. Tardó dos o tres minutos en quedar “libre” y el episodio jamás se repitió.
Para el doctor John Dean, médico especializado en temas sexuales del Reino Unido, todos estos relatos son ejemplos verosímiles del extraño fenómeno. Según la hipótesis de Dean:
Cuando el pene está en la vagina, se hincha cada vez más. Los músculos de la pelvis de la mujer se contraen rítmicamente en el orgasmo. Mientras esos músculos se contraen, el pene se atasca y se hincha aún más. Finalmente, los músculos vaginales se relajan, la sangre fluye fuera del pene y el hombre puede retirarse.
Al no encontrar informes posteriores que fueran debidamente verificados, Taylor opinaba que el síntoma no parecía haber ocurrido en los últimos 100 años
En su libro de 1908, The Sexual Life of our Time, Iwan Bloch relató otro caso de pene cautivo después de un encuentro en Bremen, Alemania. La mujer sufrió un “espasmo involuntario”, el hombre quedó atrapado, y una gran multitud se reunió para observar la escena. Finalmente, la pareja terminó en un hospital, se le administró cloroformo a la mujer y ambos fueron liberados.
En su libro de 1908, The Sexual Life of our Time, Iwan Bloch relató otro caso de pene cautivo después de un encuentro en Bremen, Alemania. La mujer sufrió un “espasmo involuntario”, el hombre quedó atrapado, y una gran multitud se reunió para observar la escena. Finalmente, la pareja terminó en un hospital, se le administró cloroformo a la mujer y ambos fueron liberados.
En un manual de ginecología de 1933, el autor Walter Stoeckel especuló que el pene cautivo solo afectaba a las parejas que practicaban sexo ilícito. El surrealismo llevó a Stoeckel a decir que el miedo a la detección contribuía supuestamente a la fuerza del espasmo muscular de la mujer, pero sí que puede haber algo de cierto en la idea del miedo.
Sea como fuere, las hipótesis se mezclan con escasos casos reales, fraudes y cierta literatura (a veces amarillista). Es difícil saber con certeza si el síndrome es una terrible e inusual realidad, o un cuento que se ha acabado convirtiendo en leyenda urbana. Quizás, como explica el mismo Dean, el problema para la ciencia es tratar de explicar un problema que, de existir, nadie quiere relatar.
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