El que posea “pelos” no es el único de sus sorprendentes atributos. Realmente son algas, y no sólo le crecen en la cabeza, también en otras partes del cuerpo que le ayudan a camuflarse entre la vegetación del río. La llamada tortuga del río Mary, en Queensland, Australia (Elusor macrurus) es una caja de sorpresas.
De unos 40 centímetros de largo, posee unas fosas nasales muy anchas o una especie de dedos en la barbilla. Tiene branquias en su trasero, un orificio utilizado por los reptiles para su excreción y apareamiento lo que le permite permanecer bajo el agua durante tres días.
También, tiene una cola muy larga, que puede crecer hasta un 70% más que la longitud de su caparazón, y dos filas de tubérculos debajo de la barbilla, lo que permite tocar el fondo del río. Su aspecto extraño y su docilidad la convirtieron en una de las mascotas preferidas de los australianos durante los años 60 y 70. De hecho, durante esa época, unas 15.000 crías al año se vendieron en las tiendas de mascotas de toda Australia.
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