La tarde del 8 de marzo un niño de 7 años le confesó a una vecina que J. Salas abusó sexualmente de él. Su testimonio bastó para que la comunidad enfurecida corriera a la vivienda del hombre a reclamarle, cuando llegaron, él tenía un morral con algunas pertenencias y se disponía a dejar el lugar.
Hombres y mujeres del barrio El Río tomaron al hombre, lo amarraron y golpearon. Vaciaron el morral del sujeto y botaron sus pertenencias. Pusieron en su pecho un cartel que decía “violador”. Algunos intercedieron y acordaron llevárselo hasta el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) para que las autoridades lo detuvieran.
La mamá del niño de 7 años, y de otros nueve más, fue hasta el Cicpc a poner la denuncia formal por el abuso del que su hijo fue víctima. En paralelo, la comunidad trasladó al hombre hasta la sede policial y entre insultos y gritos pidieron justicia. Un funcionario del Cicpc lo recibió e ingresó al lugar.
Trascendió que en medio de todo el problema, otros dos niños contaron a sus padres que también fueron víctimas del presunto violador y la mañana de este 9 de marzo irían hasta el cuerpo policial a poner la denuncia.
Salas vivía en una vivienda improvisada en el barrio El Río luego de que la casa de su familia quedara destrozada por la crecida del río hace años. Aunque el resto de los miembros de su familia se mudó a apartamentos de la Misión Vivienda, él permaneció en el lugar solo.
El pasado 6 de marzo fueron detenidos los padres de seis niños por abuso sexual y actos lascivos justamente en el mismo lugar.
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Ahora a esperar dos años para que dicten obvia sentencia condenatoria
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