El presidente de Colombia, Iván Duque, autorizó la fumigación con glifosato, peligroso herbicida prohibido en ese país desde 2015 gracias a la lucha de organizaciones ambientales y de derechos humanos por las perjudiciales consecuencias para la tierra y las personas.
Retomar las aspersiones con glifosato era –según medios colombianos- una “obsesión” de Duque desde que llegó a la Presidencia. Sin embargo, la cantidad de demandas ante la Corte Constitucional contra este proceso tenían frenada su aplicación.
La fumigación con glifosato ha demostrado ser poco efectiva en la reducción de los cultivos de coca, ya que en los lugares donde se ha aplicado la resiembra de cultivos ilícitos ha sido del doble.
Los primeros síntomas al estar expuestos al glifosato son intoxicaciones agudas que producen cefalea, mareo, sudoración y visión borrosa. También está relacionado con algunos tipos de cáncer.
Se estima que ahora comience una batalla legal por parte de grupos ambientalistas y de derechos humanos para evitar que inicie la fumigación con este herbicida con comprobado efecto negativo sobre la población y el medio ambiente. El Gobierno asegura que se ha blindado legalmente para llevar a cabo su «obsesión».
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