“El Chavo del 8″ fue un programa mexicano que llegó a toda Latinoamérica, no sólo trajo consigo inolvidables escenas, entrañables personajes y millones de risas, también generó algunos mitos y leyendas alrededor de los actores.
Uno de los elementos más clásico de la escenografía era el barril del Chavo, o más bien su pequeña casa. Sin embargo, años después en el libro El diario de El Chavo del ocho, escrito por el propio Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, y publicado en 1995, se reveló el verdadero hogar del protagonista de la serie.
En el libro se explica que El Chavo nunca conoció a su papá y sólo pudo mantener algunos pocos recuerdos de su madre, ya que ella trabajaba mucho, pero un día jamás volvió por su pequeño.
El Chavo llegó a la vecindad después de que su madre lo olvidó en la guardería.
Así, sin tener un lugar a donde ir, comenzó a caminar por las calles bajo una fuerte lluvia. Por ello se metió en la primera puerta abierta que encontró. Así fue como, sin darse cuenta, se refugió en la conocida vecindad para evitar mojarse.
Según Chespirito, su hogar fue el departamento número 8, donde lo acogió una señora de la tercera edad, quien le decía que le recordaba a uno de sus nietos. Tiempo después, la mujer falleció y el pequeño abandonó la vivienda porque un nuevo inquilino llegó.
A pesar de quedar sin familia ni hogar por segunda vez, sus amigos siempre lo invitaron a quedarse en sus casas a dormir en sus casas, por lo que nunca tuvo que dormir en la calle o en el patio de la vecindad. Lo que desmiente que vivía dentro del barril.
Cuando finalizó el show, el barril quedó abandonado en algún set de Televisa. Poco se supo sobre su paradero durante algunos años, hasta 2012, cuando comenzó a viralizarse la noticia de una subasta con algunos artículos del show.
Una bodega de vinos ubicada en La Rioja, España, compró el barril por alrededor de 3 mil pesos, monto que fue sumamente cuestionado debido a la calidad de los materiales y su capacidad.
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