¿Cómo? Tal y como explican los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Shenzhen, la base del trabajo es que las bacterias hagan todo el “trabajo sucio”. En este caso concreto, se trataría de dos cepas de E. coli diseñadas genéticamente para combatir la enfermedad.
Por un lado, la cepa denominada mp105, la cual está diseñada para atacar una variedad de diferentes tipos de cáncer y puede administrarse por vía intravenosa. Además, y aquí está la clave de esta cepa, sobrevive por muy poco tiempo, lo que debería limitar su potencial para dañar las células no cancerosas.
Por otro lado, se habla de la cepa m6001, diseñada para vivir más tiempo y buscar tumores sólidos al detectar y alejarse de la glucosa (los tumores que tienden a carecer de glucosa). En este caso se administra directamente en el sitio del tumor sin problemas de seguridad.
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