En apenas diez minutos, la ciudad de Zaragoza se sumió este jueves por la tarde en el caos. Una inesperada tromba de agua arreció sobre la capital aragonesa y sorprendió a sus vecinos, convirtiendo la ciudad en un auténtico infierno de barro y agua.
Las inundaciones atraparon a vehículos y convirtieron en canales carreteras como la Z-30, mientras algunos conductores aterrorizados buscaban ponerse a salvo en el capó de sus coches y camiones o subiendo a algún árbol cercano.
Hasta el momento, y pese a los numerosos daños materiales, no ha habido que lamentar ningún fallecimiento, ni tampoco consta que haya nadie desaparecido.
Durante la mañana de este viernes, más de doscientas personas continúan trabajando en las zonas afectadas por la tormenta en la capital aragonesa, entre efectivos del Cuerpo de Bomberos, Policía Local, así como operarios de limpieza y buceadores.
La tromba de agua por la lluvia y el granizo ocasionaron daños diversos en infraestructuras, además de dejar a numerosas personas atrapadas dentro de sus vehículos, lo que obligó a la intervención de bomberos y buceadores para su rescate.
Los dispositivos de emergencia tuvieron que rescatar a una decena de personas, atrapadas en vehículos o subidas a árboles para evitar ser arrastrados por el agua. También se evacuaron a ocho personas, cuatro de ellos menores, de dos viviendas de manera preventiva debido a la entrada de agua en el edificio en el que viven.
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