Los mitos sexuales referentes a la belleza física llaman mucho la atención. ¿Son las feas mejores polvos? ¿son las bonitas malos polvos? Luisa Torres, sexóloga y columnista de la revistaFucsia.com nos da su respuesta.
Por Luisa Torres, sexóloga, con maestria en “Orientación, Terapia Sexual y de Pareja” en la fundación sexologica de Madrid, SEXPOL.
Existen millones de mitos y falsas creencias que hablan de todo tipo de temas sexuales, incluso mitos sobre métodos anticonceptivos como el que afirma que pararse de cabeza interrumpe la fecundación, el que dice que la maternidad disminuye el deseo sexual en la mujer, el que insinúa que la liberación femenina conduce a la promiscuidad, y muchos otros que no terminaría de mencionar. ¿Y qué pasa con aquel que proclama que las mujeres feas son mejores en la cama?
Los mitos referentes a la belleza física llaman mucho la atención, en especial los de este tipo. Al igual que la idea de que las mujeres voluptuosas o con cuerpos perfectos son más atractivas para los hombres, falsas creencias se van instaurando en el inconsciente colectivo.
Conozco hombres que sienten fascinación por las mujeres gordas y rechazo por las mujeres flacas. Muchos creen que aquellas con medidas de reina de belleza son las únicas en las que ellos se fijan, pero existe también el mito de que las mujeres grandes y de caderas anchas son muy atractivas para ellos: a nivel inconsciente son símbolo de fertilidad. Por eso, cuando se afirma con tanta propiedad que “las mujeres feas son mejores polvos”, podemos desmitificar esta idea usando nuestro sentido común, para deducir que la sexualidad así como los gustos de comida, música, colores, texturas, libros, climas, lugares, etc., tienen tanta infinidad de variaciones como el número de personas que habitan en el planeta tierra.
La sexualidad es tan diversa, que es imposible limitarla imponiendo patrones de comportamiento o de belleza. Todos tenemos una mirada, sensación y vivencia diferentes con cada cosa que se nos presenta en el transcurso de nuestra vida. Lo mismo ocurre con la sexualidad. Cada ser humano es un universo de experiencias que son las que nos hacen seres únicos. Es cierto que en gran parte somos resultado de la educación que hemos recibido de nuestros padres o de nuestra sociedad, pero la sexualidad y nuestros gustos sexuales se apartan de éstos modelos porque son absolutamente subjetivos. Nos enseñan y nos instruyen sobre el sexo, pero una cosa es la información y otra la experiencia. ¿Proveen mayor placer sexual las mujeres feas? Podemos decir con certeza que es un mito sin fundamento.
No es la fealdad o la belleza la que determina los gustos de un hombre. Existe la misma posibilidad de que una mujer “fea” haga buen sexo oral a que una mujer bonita lo haga igual de bien. Matemática básica: el orden de los factores no altera el resultado, por lo tanto no es acertado generalizar a la hora de hablar de buen sexo o mal sexo. Es más bien importante entender que las buenas experiencias sexuales están más relacionadas con la conexión que existe entre dos personas y el buen entendimiento, no con las ideas que tenemos ni con las predisposiciones.
La seguridad con la que nos desenvolvemos, la autoconfianza, el amor a nuestro cuerpo, el respeto por nuestras preferencias, la receptividad al placer y el entregarnos al flujo natural de la energía durante nuestras relaciones sexuales, son el éxito de nuestra puesta en escena.
El cuerpo nos conecta con las tres dimensiones de la sexualidad. A la esfera biológica estamos relacionados a través de la reproducción, a la esfera psicológica nos unen las emociones que vivimos por medio del cuerpo, y a la esfera social, la forma como nos comunicamos e interactuamos en el mundo. El cuerpo manifiesta de muchas maneras nuestra posición ante la vida y lo que queremos expresar; por eso es tan importante conocernos a nosotros mismos en todos los aspectos. En lo que respecta a la sexualidad, descubrir y hacer conciencia de qué es lo que más nos atrae de los hombres, cuáles son nuestras zonas erógenas, qué parte de nuestro cuerpo nos gusta que nos estimulen, qué nos excita y cuáles son nuestras fantasías, entre otros detalles, hace que nos conectemos con nuestro cuerpo, con nuestras emociones y con nuestra sexualidad.
Más allá de ser feas o bonitas, de ser buenos o malos polvos y de los mitos, existe un mundo de posibilidades que podemos elegir a nuestro gusto, siempre y cuando lo hagamos para complacernos y no para satisfacer a otro. En la medida en que nos sintamos merecedoras de recibir placer y en que se lo manifestemos a nuestra pareja, también nos sentiremos y los haremos sentir plenos.
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