Ayer las consignas de hace 10 años contra el gobierno del presidente Hugo Chávez volvieron a escucharse durante el cierre de la campaña de Henrique Capriles Radonski en Caracas.
“Y va a caer, y va a caer, este gobierno va a caer”, cantaba buena
parte de los participantes en la movilización, que tuvo como centro la
avenida Bolívar.
Quienes venían en marcha desde la avenida San Martín llegaron
temprano y lograron apoderarse de los primeros metros frente a la tarima
ubicada en la esquina del Nuevo Circo.
Los lugares posteriores se fueron llenando con los que llegaban desde el este de la ciudad.
De Chacao salió un grupo que recorrió la avenida Francisco de Miranda, avanzó por la Solano López y arribó a Plaza Venezuela.
En ese punto los caminantes optaron entre el Paseo Colón, Quebrada
Honda o las estaciones del Metro. El cansancio ya comenzaba a
golpearlos.
Algunos preguntaban si ese era el camino, y otros pedían orientación
para llegar a la “parada del Metro de Colegio de Ingenieros”.
Se movían en grupitos, alejados cada vez más unos de los otros. No
faltaban aquellos que lo hacían en solitario y no parecían estar
relacionados unos con los otros.
En ese lado de la movilización las franelas usadas eran de Primero
Justicia, Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo. Y muchos usaban vestimenta
genérica con los emblemas del candidato.
EN METRO DE REGRESO
Antes de la 1 de la tarde la gente comenzó a devolverse en el Metro.
Se veía extraño cómo los grupos esperaban los trenes en sentido Palo
Verde, y sólo unos pocos se colocaban en el andén hacia el centro.
Ante la pregunta explicaban que ya habían cumplido, que la avenida
Bolívar ya estaba llena y que la idea era simplemente movilizarse.
En Bellas Artes era más la gente que pretendía entrar a la estación, que la que iba a la conquista de la arteria vial.
En ese punto el cierre de la calle entre la avenida México y la
Bolívar, por la construcción de edificios de la Misión Vivienda, hacía
muy lento el desplazamiento.
La sensación era que la gente no se sentía a gusto. Casi todos se
notaban temerosos ante cualquier pregunta. Ni se atrevían a decir de que
sector de la ciudad provenían.
Más adelante, en Parque Carabobo, una mujer cercana a los 40,
residenciada en Guarenas, comentaba que su madre, chavista y pensionada,
la expulsaría de su casa si la veía participando en la campaña de
Capriles. Su argumento más sólido contra Chávez era que no le renovaron
un contrato como trabajadora de Pdvsa.
Frente al Liceo Andrés Bello cinco estudiantes de la UBV ofrecían
argumentos a favor de Chávez, aunque con la prudencia debida ante los
militantes opositores.
A ambos lados se extendía la fila de autobuses esperando el retorno
de los activistas, incluso los de lugares tan lejanos como Táchira.
PAPELILLOS, COHETONES Y UN DRONE
En la zona de La Hoyada sí se encontraban adecos. Eran residentes de Catia, 23 de Enero o San Martín.
Tomaban cerveza y estaban más dispuestos a discutir su papel relegado
en la campaña caprilista. “Pregunta lo que quieras que no me vas a
picar”, decía uno, con bandera de AD y franela de UNT, la escisión
maracucha del partido blanco, muy cerca de la tarima donde hablaba
Antonio Ledezma.
La presentación de cantantes con música de la campaña precedió a la llegada del candidato.
A las 2:08 un avión no tripulado con una cámara se elevó ante la
ovación de los cercanos a la tarima, y un minuto después hubo una
generosa explosión de papelillos multicolores.
Al fondo un cohetazo completó el espectáculo, imitación de las campañas electorales gringas, según las películas de Hollywood.
Y pasaron unos 15 minutos sin que aún apareciera Capriles. Su
discurso se inició a las 2:26, cuando se vio subir al podio elevado tipo
cesta de grúa.
Luego de los saludos comenzó con un largo y detallado relato sobre su
designación como presidente de la Cámara de Diputados del extinto
Congreso en 1999.
Pasaron unos 6 o 7 minutos y la avalancha de gente abandonando la
concentración se incrementó notablemente. Quizá fue cansancio o más bien
aburrimiento.
La enumeración de las “promesas incumplidas de Chávez” se hizo
igualmente monótona y entonces comenzaron a notarse los vacíos.
Paradójicamente la presencia del candidato se convirtió en el momento en
que la avenida estuvo más vacía. Capriles no pudo con la Bolívar.
Los que abandonaban el lugar, sin embargo, iban envalentonados.
Comentaban a gritos que la opción del chavismo sólo sería el fraude.
Mientras caminaban gritando “Chávez, de pana, te queda una semana”, la policía los escoltaba hasta las estaciones del Metro.
Muertes en Barinas
Apenas al iniciar su discurso, Capriles abordó las muertes de
activistas de oposición en Barinitas. Dijo con certeza desafiante que
eran tres, pese a que la cifra se mantenía
en los dos iniciales.
Por momentos pareció que “masajeaba” lentamente el tema.
Sin acusar directamente al PSUV ofreció sus condolencias a las
familias de los fallecidos, al tiempo que prometía que el 8 de octubre
estarían derrotados los violentos, en obvia referencia a la opción
chavista.
En ese punto la conexión con la agenda de la inseguridad era inevitable.
Incluso envió un saludo necrológico a las personas que a esa hora se
encontrarían a las puertas de la morgue de Bello Monte, esperando la
entrega de los cuerpos de sus allegados.
Se paseó con detalles por cifras y datos, mientras repetía los argumentos que han posicionado el tema.
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