Tuve el privilegio de viajar a Venezuela y ser testigo de las
elecciones presidenciales del 7 de octubre, donde observé a la
extraordinariamente activa y comprometida ciudadanía del país
suramericano en acción. Un impresionante 81% del electorado participó
en un proceso electoral transparente y seguro, el cual fue destacado por
el ex presidente estadounidense Jimmy Carter como uno de los mejores
del mundo.
La victoria del presidente Hugo Chávez con un margen de diez puntos
sobre el candidato de la oposición Henrique Capriles es reflejo de la
continua popularidad de los programas de democracia participativa y el
enfoque del gobierno en lidiar con necesidades de los pobres.
Capriles llevó a cabo una campaña sobre una plataforma que apoyaba a
los programas sociales del gobierno, aunque criticó la ineficiencia en
varios sectores del gobierno y capitalizó los temores acerca de los
altos índices de violencia y corrupción impune. En realidad, tal como
sus simpatizantes clave, y la mayoría de votantes afirmó en las urnas,
Capriles y sus aliados respaldaban un programa neoliberal diametralmente
opuesto a las actuales políticas socioeconómicas del gobierno,
liderizadas por el Estado, que promueven la colaboración directa con los
ciudadanos para la mejora de su bienestar.
Al contrario del anterior desdén por las decisiones democráticas de
los venezolanos – incluyendo un golpe de Estado en 2002 – Capriles
aceptó formalmente la derrota poco después que se anunciaran los
resultados de las elecciones. Aunque la cobertura mediática de la
política venezolana pudo haber hecho que alguien pensara de otra manera,
estas elecciones presidenciales fueron mucho más de Chávez, sin restar
importancia a su rol como portaestandarte de los pobres y
marginalizados.
Afrodescendientes venezolanos
Comencé a entender mejor lo que estaba ocurriendo cuando visité al
país por primera vez hace nueve años como invitado de la Red
Afrodescendientes de Venezuela. Vi cómo los afrodescendientes
venezolanos – entre quienes se encuentran las personas con menor nivel
educativo, marginalizados y empobrecidos del país – estaban siendo
proactivos como ciudadanos plenos bajo el gobierno de Chávez,
participando cada vez más en la toma de decisiones políticas a nivel
local y llevando su voz a temas regionales, nacionales e incluso
internacionales. Y me di cuenta de la creciente colaboración entre los
afrodescendientes, el gobierno de Chávez y los aproximadamente 150
millones de personas de origen africano a través de América Latina y
el Caribe.
Mis impresiones iniciales, con base en mis estudios universitarios en
Economía y mi experiencia profesional en el desarrollo comunitario en
San Francisco, estado de California, fueron confirmadas en cada una de
mis subsiguientes visitas. Observé varios proyectos de desarrollo,
económico, cultural, educativo y social que estaban mejorando las vidas
de comunidades marginadas y facilitando la participación ciudadana
directa, así como el compromiso en temas nacionales, regionales y
mundiales.
El gobierno de Chávez también ha ayudado a aumentar la conciencia
acerca de los vínculos históricos entre la explotación racial y la
marginalización con la relación sociocultural entre la riqueza y lujos
versus la desigualdad y la miseria. Las políticas del gobierno, por las
cuales la mayoría de la población venezolana ha votado en los últimos
13 años, están lidiando con el legado de la esclavitud y ayudando a
resaltar y superar generaciones de discriminación con base en la raza,
clase y género.
En mi más reciente visita para ser acompañante de las elecciones, me
emocioné profundamente con el extraordinario civismo y entusiasmo de los
electores en todo el espectro político, a pesar del hecho que la
campaña opositora representaba visiones radicalmente diferentes para el
pueblo y el país. Aunque los reportes de los medios crearon la
impresión que la extrema polarización política se encuentra por doquier
en Venezuela, presencié una atmósfera de respeto y tranquilidad en los
centros de votación. En todos los centros de votación, voluntarios de
ambas campañas estaban presentes para asegurarse que los ciudadanos
tuvieran acceso a las urnas y pudieran ejercitar libremente su elección
para presidente.
Pero el momento más importante de mi visita fue el día después de las
elecciones, cuando me reuní con líderes y activistas locales de la
comunidad afrodescendientes venezolana en San José de Barlovento, en la
costa norte de Venezuela. Allí conversé con líderes comunitarios
descendientes de los "cimarrones" – venezolanos que habían escapado a la
esclavitud y crearon comunidades autosustentables hace más de 400
años.
Líderes jóvenes describieron las misiones educativas y los programas
gubernamentales que le ofrecían acceso sin precedentes a la educación
superior. Miembros de cooperativas de trabajadores discutían nuevas
fábricas estatales para el procesamiento del cacao cogestionadas entre
gerentes y trabajadores que habían ayudado a impulsar a la economía
local y ofrecían precios justos y apoyo social a los campesinos pobres.
Otros representantes de la comunidad explicaron cómo las nuevas
misiones de salud y educación estaban lidiando con las necesidades de
las comunidades que tenían poco o inexistente acceso a servicios
básicos. En la pequeña comunidad pobre que visité, aprendía cerca de
un módulo de salud estatal enfocado exclusivamente en temas de salud de
la mujer. Aunque los líderes locales expresaron admiración por el
presidente Chávez y sus políticas, también resaltaron temas aún sin
resolver que quieren que se arreglen.
Una vida mejor
En líneas generales, la vida ha mejorado para un gran número de
venezolanos en el transcurso de la última década. La pobreza se ha
reducido en 50% y la pobreza extrema se ha reducido en 70%. Los
programas de salud, educación y pensiones públicas se han expandido
enormemente, el salario mínimo se ha ido incrementando paulatinamente y
el desempleo ha caído al 8%.
El aspecto más prometedor de la agenda de desarrollo social del
gobierno es el esfuerzo proactivo para promover la participación
democrática y empoderamiento ciudadano de los asuntos locales y sus
posibilidades. Todos deberíamos ver estos esfuerzos que se están dando
en el medio de una crisis financiera, económica y ética mundial, donde
muchos países están reduciendo drásticamente las políticas sociales y
apoyan las políticas neoliberales que Venezuela ha rechazado en
reiteradas oportunidades.
Gran parte de la cobertura mediática internacional de Venezuela
ofrece la impresión que las políticas sociales y económicas de Chávez
son incoherentes, insostenibles y sustentadas en consideraciones
electorales a corto plazo. Durante años, los medios financieros han
predicho un colapso inminente de la economía venezolana. Pero, de
hecho, Venezuela posee un superávit comercial y posee una deuda pública
relativamente baja. Eso le ofrece al gobierno bastante campo para
seguir desarrollando políticas de desarrollo social, monetario y
fiscal.
Los medios de comunicación frecuentemente vilifican a Chávez y
describen a sus seguidores – una fuerte mayoría del país – como masas de
pobres simpatizantes manipulados por la retórica populista y
ocasionales pagos en efectivo. Dicha descripción no es solo falsa, es
denigrante e injuriosa a los pilares básicos de la democracia: el pueblo
común que expresa sus deseos con visiones de una mejora en la calidad
de vida, proyectos de desarrollo y una elección de métodos políticos
para lograr sus metas. Aún así, casi 14 años después que Chávez fuese
electo por primera vez, las tergiversaciones y mentiras aún siguen
siendo comunes en los principales diarios estadounidenses, noticieros de
TV y en las declaraciones de los políticos de los dos principales
partidos políticos.
Si se quisiera entender la forma cómo el gobierno de Chávez ha
seguido ganando elecciones libres y justas, se necesita oír a las
comunidades anteriormente marginadas y prestar mayor atención a los
indicadores económicos y sociales del país. Mientras hablaba con
venezolanos afrodescendientes acerca de su apoyo al presidente Chávez y
su agenda, recordé las palabras del Dr. Martin Luther King, Jr., quien
dijo que como nación debíamos atravesar por una "verdadera revolución de
valores". Tal como lo explicara Dr. Martin Luther King, Jr., "una
verdadera revolución de valores mirará incómodamente al alto contraste
entre la pobreza y la riqueza…y dirá, 'Esto no es justo"."
En las elecciones del 7 de octubre, al igual que en más de una decena
de previos ciclos electorales, Venezuela ha demostrado que la mayoría
del pueblo tiene una noción clara de la justicia y de la forma de
alcanzarla. Es hora que quienes estamos en EE UU miremos nuestra
alianza con las elites latinoamericanas y digamos: Esto no es justo.
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