Por Nathali Gómez
Las gotas de lluvia bañaban su cuerpo, ése que
ya no le pertenecía, que éramos nosotros, que se fundía con el agua y
el calor que se desbordaba de los pechos y las gargantas que lo hicieron
invencible. Ese jueves 4 de octubre, el gigante se escapó del hombre de
Sabaneta y, con la tormenta que cayó sobre Caracas, se convirtió en una
enorme fuerza natural incontenible proyectada hacia el futuro.
"Aquí está Chávez de pie con ustedes", dijo mientras el agua corría
copiosamente por su cara. El recorrido de esa semana final de la campaña
para las elecciones presidenciales había arrancado en su natal
Sabaneta, el primero de octubre, y hacía una parada en siete avenidas de
la capital, el 4 de ese mes, antes de llegar al Palacio de Miraflores,
tras la victoria popular del domingo 7 de octubre.
Barinas, Portuguesa y Cojedes fueron los tres primeros estados
llaneros donde comenzó el tramo final de la campaña del candidado de la
Revolución Bolivariana. En un mismo día, su fuerza de búfalo, como él
mismo lo definió, corrió libre por la sabana.
"Tú sabes que soy tu hijo/llanura venezolana/... Adiós mi llano
querido/me voy pero pronto vuelvo/ a recorrer tus sabanas/ para avivar
los recuerdos/ que dejaste en mi mente/ desde que estaba pequeño/ cuando
estoy lejos de ti/ con más cariño te quiero/ fuiste mi mejor maestro en
la escuela de guerreros", cantó en San Carlos, capital de Cojedes,
cuando caía la tarde de ese lunes.
Yaracuy, Lara, Carabobo y Aragua fueron los siguientes estados donde,
como escribió el poeta barinés Alberto Arvelo Torrealba, "Por aquí
pasó, compadre/ hacia aquellos montes lejos, por aquí vestido de humo/
mi general que iba ardiendo".
El ardor de Chávez, la tarde del 4 de octubre, se mantuvo intacto, y
con la lluvia se avivó a lo largo de las siete avenidas. La Universidad,
la México, la Lecuna, las Fuerzas Armadas, la Urdaneta y la Baralt,
confluyeron en la Bolívar, donde una vez más llegó el Presidente para
cantar el Himno Nacional, hablarle al pueblo y desatar eso que después
de tantos años la gente aún no sabe explicar, pero que eriza la piel,
agita el corazón y empapa la mirada.
Chávez ahora y para siempre
Aunque en el Caribe la posibilidad de la lluvia, que siempre llega de
golpe y como animal arisco, ahuyenta, cambia planes y hace correr, la
tarde del 4 de octubre no fue así. Chávez subió a la tarima, fundido de
pueblo y aguacero. "Yo no les fallaré, seré fiel para siempre", dijo.
Verlo allí, parado, hablando como si las gotas no existieran y su ropa
no estuviera empapada, hacía pensar en que así como el temporal, él es
una fuerza de la naturaleza.
En una oportunidad, el ex presidente chileno Ricardo Lagos, a pesar
de su conservadurismo, admitió: "Hugo es una fuerza desatada de la
naturaleza, es un hombre de un gran carisma y creo que su esfuerzo por
derrotar la pobreza lo ha llevado a tomar un camino de gran
involucramiento en determinados ámbitos".
Un año después de su discurso de aquella tarde de Cordonazo de San
Francisco, sus palabras se mantienen invictas, como él. "Chávez son
ustedes, muchachos, Chávez es la Patria, Chávez es el futuro, Chávez es
la alegría", y como "todos somos Chávez", seguimos en pie.
"Venezuela resucitó entre los muertos", exclamó en ese cierre de
campaña para las elecciones presidenciales, que era el quinto que había
hecho a lo largo de 14 años. Los anteriores fueron para los comicios de
1998; en 2000, tras la aprobación de la Constitución; en 2004, para el
Referendo Revocatorio y en 2006, para el proceso electoral para elegir
al presidente.
Esa patria joven de la que hablaba el líder de la Revolución se
respira y entra por los poros, un año despúes de aquel cierre de
campaña, los venezolanos ven cómo en cada estado brotan de la tierra
nuevos hogares de la Gran Misión Vivienda Venezuela, que hasta la fecha
ha erigido más de 450.000 viviendas. Se respira vida en una cadencia
eterna que es avivada por la mirada, y la firma del Comandante,
estampada en cada edificio, en cada brazo y en millones de pechos.
Las ciudades, los pequeños pueblos, los caseríos a dónde nadie
llegaba, sienten su fuerza, que se propaga por Venezuela y por el mundo.
Los pueblos tradicionalmente oprimidos pronuncian su nombre y no pueden
evitar una sonrisa acompañada de unos ojos esperanzados.
"Del presidente Hugo Chávez, uno siempre recuerda su sonrisa. Cuando
llegamos al barrio, sentía como si lo hubiera conocido desde toda la
vida. Y ahí pude ver el amor del pueblo, la veneración con que lo
saludaban, una veneración muy cercana, amiga, compañera, camarada,
cómplice de caminos", escribió la periodista argentina Stella Calloni en
un artículo titulado "Cuando el pueblo despierta", publicado en marzo
de este año.
Una noche de agua
Cuando Chávez hablaba de su nacimiento, la madrugada del 28 de julio
de 1954, se refería a aquella "noche de agua", cuando la patria lo
parió. "Será por eso que me gusta tanto el agua... un río para mí es una
magia", afirmaba en una ocasión que conversaba con su mamá Elena sobre
esa noche sabanera.
Esa tarde, y todas las que han seguido, su caudal se ha mantenido vivo, constante, fuerte en algunas ocasiones, sereno en otras.
"En nuestras manos no se va a perder la vida de la Patria", dijo
aquella tarde de octubre. El pueblo ha continuado con su legado, con esa
obra que tras 14 años, apenas empieza. En el paisaje de Venezuela
siguen surgiendo edificiones de viviendas, escuelas, hospitales,
universidades, lugares para el entretenimiento y la recreación. Los
venezolanos saben que salieron "de esa especie de muerte colectiva"
donde estuvieron sumidos por más de cuarenta años.
Con su visión, que trascendía lo inmediato, esa tarde de tormenta les
dijo a quienes lo escuchaban: "Ha pasado un tiempo, ya larga es esta
batalla. Nosotros venimos de lejos. Esta batalla nuestra es larga". Un
año después, el poder popular, junto al gobierno, sabe que la lucha no
cesa, que las pretensiones de la derecha nacional e internacional por
recuperar el poder perdido siguen intactas, sin embargo, como bien lo
dijo Chávez: "Hemos logrado salvar la Patria y hemos echado las bases
del futuro".
"¿Acaso Chávez se vendió a la burguesía? ¿Acaso se dejó doblegar por
el imperialismo? Preguntó. La multitud en la Bolívar gritaba un rotundo:
"No", y aplaudía. "Yo no les fallaré, seré fiel para siempre al pueblo
de Venezuela", respondió.
El candidato revolucionario sobre la tarima también se refirió a los
venezolanos como "instrumentos de la paz y la vida", y sentó las bases
para el movimiento que busca impulsar la convivencia pacífica y
solidaria con la participación de organizaciones sociales, colectivos y
comunidades, como parte de la Gran Misión A Toda Vida Venezuela.
Derecho al futuro
"Ustedes tienen derecho al futuro, lo hemos conquistado. Nadie le
robará el futuro al pueblo venezolano", dijo tres días antes de la
victoria perfecta obtenida el domingo 7 de octubre, cuando 8.191.132
votos, 55,07% de los electores, le dieron el triunfo.
Parafraseando al periodista polaco Ryszard Kapuściński, al explicar
la agresión de Israel a Palestina, podría decirse que: "La victoria de
Chávez es que jamás ha sido derrotado y el fracaso de la derecha es que
nunca ha vencido".
El Comandante, consciente de la importancia de los jóvenes como
vanguardia dentro de la revolución, varias veces dijo: "En las manos de
la juventud venezolana de hoy no se va a perder el futuro de la Patria".
Ese futuro conquistado donde se acabaron los bachilleres sin cupo,
donde la matrícula de Educación Básica y Media es de casi diez millones
de estudiantes, y donde Venezuela ocupa el quinto lugar en matrícula
universitaria en el mundo.
Esa fuerza natural, que se avivaba con el agua, desde que Chávez
nació en aquella casita de piso de tierra en Sabaneta, esa tarde lo bañó
todo y comenzó a correr sabiendo que trascendía al hombre, que luego de
bailar bajo la lluvia, fue a abrazar a su familia, que lo miraba desde
una esquina de la tarima. "Llegó la avalancha bolivariana, y llegó con
palo de agua", dijo. Hoy un año después, sabemos que esa caudal sigue
desbordado y en continuo movimiento.
Fuente: AVN
Fuente: AVN
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