“Durante muchos años se ha creído que el niño que mejor sumaba y
restaba o el que más nota sacaba de la clase era el más inteligente.
Nadie preguntaba si ese niño sabía cantar, o cómo se relacionaba con los
demás. En los últimos años, esto ha cambiado. Ahora se sabe que debemos educarlos para que puedan resolver los problemas que se encontrarán en la vida,
no para destacar en el colegio”. Así lo aseguró Esperanza García Ruíz,
coordinadora pedagógica de las escuelas infantiles Alaria, y asesora de
la juguetería Imaginarium.
El responsable de este radical giro en la educación, recuerda esta experta, es el psicólogo norteamericano Howard Gardner, Príncipe de Asturias en la categoría de Ciencias Sociales por su teoría de las ocho inteligencias:
la lingüística, la lógico-matemática, la visual-espacial (dibujar,
interpretar un mapa), la musical, la corporal (danza, deportes), la
intrapersonal (conocimiento de uno mismo), la interpersonal
(conocimiento de los demás) y la naturalista (observación y
clasificación de las cosas).
Este concepto, dado a conocer por este laureado profesor de Harvard
en los años ochenta, está ahora más en boga que nunca. De hecho su
tesis, además de reconocer al máximo nivel capacidades que antes eran
menospreciadas frente a las habilidades académicas tradicionales, ha
obligado a muchos pedagogos a intentar replantear el sistema educativo.
“Aunque en las primeras etapas todos tenemos que aprender lo mismo, no
todos lo hacemos de la misma forma, ni en el mismo momento. Cada uno tiene sus tiempos, y es importante respetarlos“, aclara esta experta.
Desde el hogar
Las familias también tienen mucho que decir de esto. “Es importante
que los padres sepan que ninguna inteligencia es más que la otra. Todas
son igual de importante”, remarca Esperanza García Ruiz. Eso sí,
prosigue, “es fundamental que los padres sepan detectar cuanto antes en
qué destacan, qué es lo que más les gusta a sus hijos, o aquello que les
resulta más fácil aprender. Y ojo, porque muchos deben hacer un gran
esfuerzo por ser realistas y separar entre lo que a ellos les gustaría que fuera el niño y lo que este de verdad es.
Como dice Gardner, es crucial no proyectar en ellos sus prioridades,
pasiones ni debilidades». “También deben conocer aquello que más les
cuesta, para darles apoyo en esa área”, añadió.
¿Cómo? “Ofreciéndoles estímulos de todo tipo para que jueguen,
manipulen, se muevan(…) Los niños aprenden jugando. Pero igual de
importante es saber ilusionar a los más pequeños en el aprendizaje”.
Además, concluye García Ruiz, “los padres se pueden llevar más de una
sorpresa. La inteligencia no es estática y, por fortuna, el ser humano está aprendiendo durante toda su vida”.
Siguenos a traves de nuestro twitter @elparroquiano
Si deseas comunicarte con nosotros ya sea para denunciar, aportar o publicitar con nosotros, escribenos aca: eparroquiano5@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario