El Robocop de 2014 es de color
negro (“como el uniforme de la mayoría de las policías tácticas del
mundo”, aclara el director de la película) y más ágil, aunque conserva
por lo menos una similitud con la película de 1987: la mirada del
foráneo en Hollywood.
En aquella ocasión el holandés Paul
Verhoeven hizo un filme atípico por su mirada cínica de las políticas de
Ronald Reagan. Ahora el brasileño José Padilha, el mismo de la saga Tropa de élite
(2007 y 2010), también promete una óptica que cuestiona la política
exterior de Estados Unidos. Se estrena mañana en las salas venezolanas.
Protagonizada por el actor sueco Joel
Kinnaman, cubierto por una armadura sintética de 20 kilos que agregó 8
centímetros a sus ya espigados 1,90 metros de estatura, Robocop
muestra un futuro relativamente cercano (entre 2025 y 2030) en el que
Estados Unidos combate sus guerras externas con robots, aunque la
ciudadanía se resiste a su empleo interno contra el crimen. ¿Qué
opinarían los venezolanos?
En ese contexto, una firma armamentista,
con fines de lucro y sin límites de 30% de ganancia, pone en juego el
concepto de “robot humano”: el cerebro de un policía herido de muerte,
Alex Murphy (Kinnaman), es incorporado a un cuerpo mecanizado de fuerza
sobrenatural y a prueba de balas. A diferencia del filme de 1987, Murphy
conserva intacta la memoria de su pasado, tiene una esposa y un hijo y
es conciente del cambio que sufrió. Lo que lleva a hacerse preguntas
incómodas: ¿sigue siendo una persona? ¿Realmente posee voluntad propia
cuando se enfrenta con delincuentes, o es manejado como un videojuego?
“No es una película tradicional de superhéroes. No es Iron Man,
porque Alex no usa un traje: él es un traje, fue transformado por una
corporación que quiere fabricar un producto”, indicó Padilha en una
conferencia de prensa en enero, y agregó: “Los niños quieren ser el
Hombre Araña, pero ninguno de ellos deseará ser Robocop. Ni siquiera
Alex Murphy quiere ser Robocop. Es una historia más parecida a la de
Frankestein”.
Gary Oldman (como el científico que
diseña el androide) y Michael Keaton (el calculador director de la
corporación Onmicorp) son las referencias en el reparto. Los comerciales
publicitarios irónicos, que en la película de 1987 eran utilizados por
Verhoeven para dar pistas sobre el futuro distópico, fueron sustituidos
por un canal de TV de noticias de extrema derecha cuyo principal
polemista es interpretado por Samuel L. Jackson.
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