(Caracas, 11 de abril) – El libro “Las 101 cagadas (y otras curiosidades) de nuestro idioma” revela que 97% de las personas que habitan la lengua castellana prescinden de la coma después de hola cada vez que deben saludar a alguien con un mensaje de texto.
Escriben ‘Hola mi amor’ en lugar del correcto ‘Hola, mi amor’, y tienen cara lo suficientemente dura como para burlarse de los humildes e iletrados galanes de liceo que escriben el peor ‘Hola miamor’.
Este error tan común nos hace recordar que el único derecho que
tienen los que saben sobre los que no saben es el derecho a enseñarlos, y
que la arrogancia y la burla son apenas el territorio de los débiles.
Para saber por qué va esa coma es importante entender que ese hola
funciona como vocativo, o sea, como la palabra que permite invocar,
llamar o nombrar a una persona o cosa personificada cuando nos dirigimos
a ella. El caso más común de vocativo es, por lo general, el mismo
nombre de la persona.
Se llama vocativo a toda palabra que sirva para invocar, llamar o
nombrar a una persona o cosa personificada cuando nos dirigimos a ella. El caso más frecuente de vocativo es el del mismo nombre de la persona.
Mamá, ¿tu tienes el dinero que te había pedido?
Verónica, ven un momento.
El vocativo siempre debe ir seguido de una coma para poder generar la
pausa correspondiente a la siguiente idea. Es el mismo caso de ‘Hola,
María’. Lo que ocurre es que la costumbre de suprimir esa coma viene de la influencia anglosajona que llegó con la misma tecnología de los mensajes de texto, pues en inglés no es necesaria esa pausa escrita.
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