“Hoy no quiero”, “me duele la cabeza”, forman parte de la lista de
argumentos para postergar o evitar la actividad sexual. Cuando no se
tiene pareja, el bajo deseo no se percibe. El panorama, cambia cuando se
comparte con otra persona que puede hacer el reclamo o expresar
malestar.
El bajo deseo sexual no sólo es detectado por la frecuencia coital, sino cuando también disminuyen o se ausentan las fantasías de forma recurrente y persistente.
Enemigos del deseo sexual:
- Alteraciones hormonales y/o metabólicas, así como también el consumo de algunos fármacos que incidan en la respuesta sexual.
- Estrés motivado a diferentes razones: laborales, académicas, alguna situación con los hijos o presencia de enfermedades, entre otras. Si logran alcanzar niveles que la persona no puede manejar, podría alterar la intimidad.
- Educación sexual restrictiva, con errores de concepto y donde predomina la culpa.
- Métodos anticonceptivos cuyo uso es imperfecto o existe desconfianza de la eficacia, generando temor a embarazos o a infecciones de transmisión sexual y saboteando por completo el deseo.
- Relaciones sexuales históricamente aburridas, insatisfactorias, con repertorio erótico repetido, o en otro escenario, con coito doloroso.
- Dinámica de la pareja con conflictos, dificultades en la comunicación o infidelidad.
- Depresión.
Lo descrito anteriormente (y otras causas propias de cada individuo),
pueden intensificar el bajo deseo sexual, y aun cuando exista amor, la
vida cotidiana puede ser normal y hasta armoniosa, pero en la intimidad,
la primera actividad que se sacrifica, es el sexo.
¿Cómo solucionarlo?
Lo primero, es reconocer que efectivamente está ocurriendo, es el
paso de inicio. Luego, apoyarse de la ayuda médica o terapéutica.
Buenas noticias: ¿Cómo prevenir?
Entiendo que puede ser un tema difícil, pero hay muchos casos de
éxito donde con comunicación estrecha y antes de rendirse al
agotamiento, se puede prevenir que el deseo sexual se duerma.
Reservar frecuentemente espacios exclusivos para la pareja, tanto
para hablar de lo cotidiano, como del amor y de la intimidad, ayudaría a
fortalecer la complicidad, la cercanía, y con ellos, el deseo sexual.
Es un trabajo constante.
Si se detectara en franca comunicación, que se requiere buscar ayuda profesional, se realizaría de manera temprana.
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