Un estudio con ratones, realizado por la Universidad estadounidense de Duke demostró
que las inyecciones con células madres procedentes de la médula ósea
pueden ser capaces de aliviar ciertos tipos de dolor neuropático.
Para los investigadores, los resultados del estudio que publicó “Journal of Clinical Investigation” pueden
hacer avanzar la terapias a base de células para algunos problemas que
provocan dolor crónico, como en las lesiones de médula espinal o en el
que se sufre en la parte baja de la espalda.
El equipo empleó en sus ensayos un tipo de células madre conocidas
células estromales de la médula (BMSC, siglas en inglés) las cuales
producen una variedad de factores de curación y que pueden ser inducidas
para formar la mayor parte de células que existen en el cuerpo.
Las células estromales ya se probaron en algunos ensayos clínicos a
pequeña escala con personas que sufren enfermedades con inflación
intestinal, daños en el corazón y accidentes cerebrovasculares y han
mostrado resultados prometedores para tratar el dolor, pero no estaba
claro cuál era su funcionamiento.
“Basándonos en esos nuevos resultados, tenemos el conocimiento y
podemos seguir mejorando las células para maximizar su efectos
beneficiosos”, indicó el profesor Ru-Rong Ji, neurobiólogo de la
Universidad de Duke.
Los expertos usaron las células estromales para tratar a ratones que
sufrían dolor por daños nerviosos a los que les administraron las
células directamente en líquido que baña la médula espinal a través de
una punción lumbar.
Los ratones que recibieron el tratamiento eran mucho menos sensibles a
los estímulos dolorosos en comparación con aquellos que no habían sido
medicados.
“El efecto de este analgésico fue increíble”, indicó
Ji, quien explicó que “normalmente” cuando se administra un medicamento
contra el dolor, el alivio dura una “pocas horas o como mucho unos
pocos días”, sin embargo con una sola inyección de células estromales ese alivio se prolongo durante cuatro o cinco semanas.
Las imágenes de la médula espinal de los animales mostraron que las
células madres inyectadas se habían “instalado” junto a las células
nerviosas de la médula ósea del animal.
Para entender cómo las células madres alivian el dolor, se midieron
los niveles de moléculas antiinflamatorias vinculadas al dolor, y
descubrieron que la TGF-beta 1, aparecía en altas cantidades en el
fluido de la médula espinal de los animales que habían sido tratados con
células madres estromales.
Las investigaciones señalaron que las personas con dolor crónico
tienen muy poca TGF-beta 1, una proteína secretada por las células
inmunitarias.
En un nuevo estudio, al neutralizar químicamente esa proteína se
revertía el efecto analgésico de las células estromales, lo que sugería
que la segregación de la TFG-beta 1 “era una de las razones principales
por la que las células ayudaban a reducir el dolor”.
Sin embargo, al inyectar TGF-beta 1 directamente en el fluido de la
médula espinal proporcionaba solo unas pocas horas de alivio del dolor,
explicó el científico.
Por el contrario, las células estromales permanecían en su lugar
hasta un máximo de tres meses después de la inyección, periodo que es el
adecuado, pues de otra manera corren el riesgo de volverse
cancerígenas, además estas células son capaces de migrar hasta el lugar
donde se encuentra la herida.
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