Creado a imagen y semejanza del ingeniero japonés que lo ideó, anticipa una nueva era de robots.
Cada vez que abre su bolso en los aeropuertos, el profesor Kohei Ogawa debe lidiar con los rostros de estupor del personal de las aduanas. Por razones de seguridad, él mismo transporta en su equipaje la cabeza del Geminoid HI-4, el androide creado a imagen y semejanza de su jefe, Hiroshi Ishiguro, doctor en Ingeniería y director del Laboratorio de Inteligencia Robótica de la Universidad de Osaka. “A menudo, me preguntan: ‘¿qué es lo que llevas adentro? ¿Una cabeza?’. Y yo respondo: ‘Sí, es una cabeza, pero de robot’ ”, dice.
El Geminoid HI-4 fue una de las estrellas del Congreso del Futuro que concluyó el pasado fin de semana,
el mayor encuentro de ciencia, tecnología y humanidades de Chile.
Fabricado en base a metal, silicona, plástico y espuma de uretano, este
humanoide no solo posee las facciones y hasta injertos del cabello real
de su mentor, sino que también pestañea, gira la cabeza y mueve los
labios sincronizadamente con las palabras que emite.
A control remoto
Para activarlo, Ishiguro ni siquiera tiene que
moverse de su escritorio en Japón. Gracias a la acción de unos
auriculares con sensores, el robot funciona con las señales que el
científico le envía por computador. “El Geminoid HI-4 solo puede mover su parte superior. Pero en Japón tenemos otros robots que pueden mover todo su cuerpo”, señala Ogawa.
El muñeco teleoperado es el último exponente
de una larga lista de androides fabricados por Ishiguro y su equipo. El
punto de inflexión ocurrió hace diez años, cuando crearon un prototipo
inspirado en la fisonomía de la hija del ingeniero japonés. Este modelo
era tan “extraño” –parecía humano, pero su comportamiento era el de un
robot– que la línea de investigación se enfocó en reducir la brecha
entre sus funciones y apariencia. El año pasado, Geminoid F, un androide
femenino diseñado por el laboratorio, encarnó a la protagonista de la
película nipona Sayonara.
“En estos momentos, tenemos dos corrientes
principales: la primera son los robots como un medio de telecomunicación
y la otra son los robots autónomos”, señala Ogawa. “Los primeros son
como un avatar, ya que requieren una presencia real detrás del robot.
Este último solo es el intermediario en una comunicación entre humanos,
tal como pueden ser Skype o el e-mail. La diferencia es que los Geminoid pueden trasladar la presencia humana.
En Skype vemos un rostro humano en el monitor, pero ese individuo se
encuentra en algún lado del mundo. Pero, una vez que las personas
controlan un robot, que además tiene su apariencia física, lo podemos
ver en el lugar”.
¿Cómo reacciona la gente frente al androide?
Cuando él está detenido, la reacción es ‘¡wow,
esto es muy raro!’. Pero, cuando alguien lo opera y el robot empieza a
hablar, no tienen sentimientos negativos y lo tratan como un ser humano.
Por ejemplo, cuando alguien quiere tomar una imagen del robot, le
preguntan ‘¿puedo sacarte una foto?’. Si fuese un simple robot, solo vas
y la tomas, pero, en este caso, lo tratan como una persona.
En el futuro, los androides podrían cumplir una función vital en el cuidado de personas de la tercera edad.
Este experimento ya fue probado en Japón –el país más longevo del
planeta– y Dinamarca, donde un grupo de ancianos que sufre de alzhéimer
pudo interactuar con Telenoid, un robot parecido a Gasparín y también
diseñado por el equipo de Ishiguro.
“Las personas con demencia se sienten
amenazadas por las cosas que tienen una apariencia humana. Por eso,
optamos por eliminar las características innecesarias del ser humano
para establecer una comunicación, como el pelo y los dedos”, dice Ogawa.
“Como tiene un diseño muy minimalista y neutral, las personas pueden
proyectar su propia imagen en el robot”.
El próximo objetivo es crear androides con
funciones autónomas e inteligencia artificial. Si bien este es un paso
mucho más complejo, en Japón ya existen versiones femeninas de sus robots que trabajan como vendedoras en grandes emporios.
Contra todo pronóstico, su porcentaje de
ventas es muy alto. “Cuando los androides venden bienes, utilizan
palabras exageradas y de mucha cortesía –dice–. Por ejemplo, si los
visitantes se prueban una camiseta, ellos exclaman ‘¡oh, te ves muy
bien!’. Si una vendedora humana le dijera eso al cliente, este pensaría
que no es real. Pero, cuando lo hace el androide, confían en él. Ya
sabes, un androide no dice mentiras (risas)”.
¿Qué roles cumplirán los androides en el futuro?
Muchos. El punto es que, para algunas
situaciones, no necesitamos robots con apariencia humana. Por ejemplo,
los robots que hacen el aseo o cocinan, no necesitan un look humano.
Pero otras tareas y trabajos sí lo requieren, como los vendedores. Nuestro objetivo no es reemplazar a las personas por robots, sino que estos sean una ayuda para el mundo. Y eso será una realidad de aquí a diez años.
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