La negociación que establecía un grupo armado fue
interrumpida a la fuerza por efectivos que ejecutaban la Operación para la
Liberación del Pueblo (OLP).
La reunión entre “malandros” y compradores de oro
fue a las 4:00 de la tarde de este miércoles, en el municipio Sifontes, hasta
que “les cayó el gobierno”.
Trasciende que el propósito de las partes era
finiquitar el pago de vacunas que efectuarían los comerciantes a una temida
banda delictiva de Tumeremo.
Una versión refiere que la agrupación criminal
opera en el sector La Caratica, de esa jurisdicción: donde siembran terror.
Sorprendidos
Estupefactos quedaron los que allí se encontraban
cuando durante un despliegue especial fueron descubiertos por comisiones mixtas
del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), Cuerpo de
Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) y Guardia
Nacional Bolivariana.
De acuerdo con la información recabada, durante el
procedimiento resultaron aprehendidas no menos de 20 personas.
Se dice que -presuntamente- entre los arrestados se
encuentran par de bandidos que responden a los remoquetes de el Gordo y el
Potro.
Rumores de revuelta
Las murmuraciones sobre una supuesta revuelta en
las inmediaciones del municipio se expandieron como pólvora en las redes
sociales.
Al parecer, los que lograron escapar en medio de
las actuaciones habrían impuesto un toque de queda en la población; sin
embargo, fuentes policiales desmintieron tales aseveraciones.
Extraoficialmente aseguran que en la localidad todo
marcha en completa “normalidad” y los funcionarios adscritos a los diferentes
componentes de seguridad se encuentran recorriendo la zona de “punta a punta”
para garantizar la tranquilidad de los habitantes durante las fiestas
carnestolendas.
Hampa va a la escuela
Se conoció que a las 10:00 a.m. de este viernes
sujetos armados se apoderaron de una escuela y obligaron a los maestros a
desalojar las áreas.
Igualmente, se supo que los propietarios de
diversos establecimientos bajaron las santamarías por temor a los hechos
violentos. “Vivimos a la intemperie. Nos sentimos como en Afganistán”, denunció
un comerciante.
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