A medida que van surgiendo nuevos
elementos sobre el asesinato del ingeniero civil Omar Leal Ortega (60),
se torna más sorprendente la forma como Jennifer del Valle Chirinos
Rodríguez (32), planificó y ejecutó este crimen. Esta mujer usó sus
encantos seductores para entrar en la vida de Leal. En el tercer
encuentro con su nuevo amante,
sus besos dejaron de ser dulces y se convirtieron en mortales. Nadie la
ayudó a concretar su plan homicida, como en un comienzo se creyó. Lo
hizo sola y aquí están los detalles.
Jennifer es conocida por sus vecinos y
amigos como una mujer atrevida. Desde hace años ocupa una casa en la
avenida 73B de la urbanización las Lomas de Maracaibo, junto a su pareja
Ciro Ángel Luengo Hernández, once años mayor que ella y una de sus
hermanas, de profesión veterinaria. Ambas heredaron la residencia, donde
funciona una peluquería para mascotas.
El círculo de amistades de Jennifer estaba compuestos por personas
jóvenes que residen en barriadas cercanas a esa urbanización. Muchos de
estos adictos a las drogas al igual que ella.
El pasado mes de diciembre conoció a Omar Leal. Los investigadores no
supieron donde fue ese encuentro pero lo cierto es que el ingeniero
inmediatamente invitó a la chica a su casa en la urbanización Gilcon. La
quinta deslumbró a Jennifer y se sintió cómoda con aquel hombre que
casi le duplicaba su edad. Leal le había trabajado muchos años a grandes
compañías como Enelven y hace poco decidió hacerlo por su cuenta.
Divorciado y con sus tres hijos viviendo en Ecuador, se quedó sólo en su
casa pero nunca le faltaba una compañía. Sus más allegados lo
describían como un hombre muy generoso, atento pero mujeriego. Siempre
lo visitaban jovencitas pero sólo una lo hacía con mayor frecuencia. Se
trata de una trabajadora bancaria de 26 años quien a sus 20 conoció a
Omar y establecieron una relación a medias, hasta el año pasado.
Cuando el lunes en la tarde hallaron sin
vida a Omar Leal en el baño de la cocina de su casa con varias heridas
en su cuerpo y la casa quemada, los hombres de la policía científica
inmediatamente intuyeron que el homicida se encontraba en su entorno de
amistades pues ninguna de las puertas de la quinta fueron violentadas.
A medida que se acercaban vecinos y
parientes de la víctima, los relatos comenzaron a aflorar, entre estos,
las historias seductoras del ingeniero. De allí las mujeres que habían
pasado últimamente por su vida se convirtieron en sospechosas y el
experimentado comisario Wilmer Rodríguez, jefe de Homicidios del
CICPC-Zulia, fue quien más énfasis hizo en esa hipótesis. El tiempo fue
benévolo con él y no se extendió más de 18 horas para que le diera la
razón. A menos de dos kilómetros, dentro de una residencia, estaba
oculta la asesina, Jennifer del Valle Chirinos Rodríguez.
En su primera cita con Omar Leal, para ella hubo más que pasión. Ese día después de acostarse
con el recién conocido le robó un costoso teléfono. Lo vio como si le
hubiera dado un pellizco al pastel. El mismo mes de diciembre se
volvieron a encontrar y las horas las pasaron en lo mismo, tragos, sexo y
otro pequeño hurto, esta vez de una cámara fotográfica. Sólo días
después el dueño de la residencia se enteró. Quizás por ello Omar leal
no la volvió a llamar sino hasta este lunes 15 de marzo al mediodía.
Jennifer le atendió emocionada cuando su antiguo amigo la citó por
tercera vez. Pero esta vez quería obtener una mayor parte del pastel.
Según las investigaciones, al juzgar por la forma como actuó, esta
seductora con antecedentes de pirotécnica, tuvo que haber consumido una importante cantidad de droga para que le saliera casi a la perfección su descabellado plan.
A las 12:30 del mediodía del lunes salió de su casa con lo que sería su
arma para acabar con Omar, un viejo martillo. No tardó más de diez
minutos para llegar. Una llamada por celular hizo que la puerta del garaje
se abriera y no perdiera tiempo en la avenida. La pareja se refugió
inmediatamente en el interior de la casa y por tres horas compartieron.
Leal sacó a relucir los dos hurtos anteriores pero ello no impidió que
el tiempo que pasaron juntos fuera entre licor y pasión.
Cerca de las cuatro de la tarde Jennifer le dijo a su amigo que se
marcharía. Él nunca sospechó que aquellos besos que había recibido antes
no fueron precisamente de pasión sino de muerte. Que su amante ocasional tenía oculta la toledana para darle la estocada final.
Cuando el ingeniero iba abrir la puerta.
Jennifer, al mismo estilo de la película “vestida para matar”, lo tomó
por sorpresa y por detrás, le golpeó en reiteradas veces la cabeza con
el martillo que en cuestión de segundos había sacado de su cartera. La
víctima fue a dar al suelo pero la endemoniada
mujer al verlo que aún respiraba, fue hasta una pieza llena de
“chécheres”, sacó un pequeño machete y comenzó a herirlo hasta cortarle
el cuello.
Ya sin vida, lo arrastró hasta el baño y
lo roció con lo quedaba de la botella de wisky que ambos bebieron. No
conforme con ello, comenzó a tomar cosas que consideraba de valor y
meterlos en bolsas. Luego las subió a un pequeño carrito usado para ir
al mercado y lo puso en el garaje. Una vez asegurado el botín, se metió
nuevamente a la casa e inició un incendio como para que no quedaran
rastros de su permanencia allí.
Antes que las llamas se extendieran salió con lo robado pero una vecina
la observó en la acera y le dijo que salía humo de la casa. Ignoró eso y
se marchó hasta llegar a su casa. Esa misma tarde, mientras la casa
ardía y el fuego alcanzaba a Omar Leal, Jennifer Chirinos distribuía lo
que había sacado de la casa. A su marido le dio un rifle y por ello este
también fue detenido luego que arrestaran a su mujer.
La actuación del CICPC fue rápida
y contundente. Al parecer la detenida habría confesado el crimen en los
interrogatorios. Allegados a la víctima lamentaron lo ocurrido y se
sintieron al menos cierto alivio al enterarse de que la policía
científica había esclarecido el crimen y atrapado a la responsable.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario