Los sobrevivientes de la emboscada en la
bulla El Miamo, en Tumeremo, responsabilizan a la banda de El Topo de
haber arremetido contra decenas de pequeños mineros que, desde
noviembre, practicaban la minería en las adyacencias del hato Atenas.
Una versión indica que los miembros de
la banda de El Topo utilizaron el poder de fuego para desplazar a un
antiguo socio, El Potro, quien se habría negado a salir del hato Atenas.
La banda de El Topo es uno de los cuatro
grupos armados que, al sur del estado Bolívar, en los pueblos mineros
de Guasipati, El Callao, Tumeremo y Las Claritas, controla las minas de
oro.
Hendry Norberto Bonalde es el líder de
esta banda, conocido con el remoquete de El Topo, y –según una nota de
la Gobernación del estado Bolívar de mayo de 2015 – era el tercer hombre
más buscado pues, ese mes, el Gobierno anunció su detención con bombos y
platillos.
Pero los pobladores de Tumeremo aseguran
que está libre y que opera a sus anchas. Como otros grupos, como los de
El Chingo en El Callao, en Guasipati la gente del difunto Gordo Bayón;
en Tumeremo El Topo; en El Dorado, el Negro Fabio y hacia el kilómetro
88 la gente de Juancho y el Morocho – casi todos de Ciudad Guayana y
Ciudad Bolívar – , que tienen sectorizado todos los municipios del sur.
En Sifontes, sin embargo, las prácticas
violentas de la magnitud como las que han ocurrido en el municipio
Roscio (decenas de muertos desde finales de 2013), las mantenían a raya.
“Es desde este año que la cosa se ha
puesto fea”, contó uno de los sobrevivientes, un muchacho de entre 25 y
30 años que corrió monte adentro cuando dice que un grupo de 60 hombres
armados con fusiles AK los sorprendieron en la mina. Es lo que, en el
argot minero, llaman un “cambio de guardia”, el desplazamiento de una
banda por otra.
El Potro
Pobladores describen al Potro, como un
hombre de unos 35 años, de 1 metro 60, “cuadrado”, que venía controlando
otros pequeños yacimientos en las zonas de CVG Minerven que han sido
invadidas por mineros como Caratal y Tommi. A diferencia del resto,
dicen, El Potro es parte de los locales que había permitido que la
comunidad de Tumeremo trabajara en la bulla Miamo y se organizara con
mayor libertad, por las cercanías de este lugar con el pueblo: una hora
en moto, que les facilitaba ir y venir sin problemas, a diferencia de
otras minas.
El Potro, sin embargo, ha sido señalado
del secuestro de un grupo de maestros el 4 de febrero de este 2.016 en
el liceo Zabaleta. Con la retención, presionaron al Cicpc para la
liberación de miembros de su banda. Esto significó una especie de toque
de queda tácito en la zona.
Al igual que en aquella oportunidad, los
comercios no han abierto. Más que por solidaridad, por temor a
represalias de otros grupos contrarios que puedan sentir esta señal como
un irrespeto.
Otra versión apunta a que El Topo habría
mandado a la banda de El Potro a tomar posesión del lugar, hace unos
meses, y que al concretar el acuerdo de intercambiar lugares, estos
últimos se habrían negado. Por eso las represalias.
Cierto o no, en la troncal 10 todos
hablan bajito de los autores de la presunta masacre. Son cuentos
cruentos. Jóvenes que son picados con motosierra, cuerpos que son
cargados en camiones y hombres que son arrastrados amarrados a una
camioneta.
Algunos vinculan la actuación de estos
grupos con el reciente anuncio del Arco Minero. “¿Sabe que le diga algo?
Allí todo el mundo dice que a El Topo le dieron un mes para limpiar
todo esto”, dice el hermano de un desaparecido llamado Cristóbal. ¿Por
qué? Porque nadie se explica cómo será el retorno de transnacionales
cuando todos los yacimientos están controlados por grupos armados.
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