Tres investigadores
venezolanos reconocen la necesidad de reforzar la enseñanza de la lengua a
temprana edad, así como avanzar hacia la consolidación de una gran comunidad
hispanoamericana.
Vocablos indígenas como chocolate,
tomate, bohío, cazabe, cachicamo, ají y canoa fueron asimilados por los
ibéricos durante los contactos iniciados entre ambos grupos humanos en el siglo
XVI. Más recientemente, la Real Academia Española (RAE) ha aceptado tecnicismos
ingleses relacionados con la tecnología, tales como internet, blog, hacker,
wifi, tuit, drone y chat.
¿Qué nos sugieren esos préstamos
lingüísticos, en un mundo con casi 600 millones de hispanoparlantes (de los
cuales unos 500 millones lo hablan como primera o segunda lengua) y donde el
español es el idioma oficial de 21 países? Similar a los seres vivos, el idioma
aprende cosas nuevas para sobrevivir. Evoluciona, cambia, se renueva
constantemente, porque así lo hacen sus creadores.
“Las lenguas no
tienen una vida independiente de sus hablantes y es interesante cómo a través
del español se transfirieron muchos indigenismos a otras lenguas”, explicó el
jefe del Centro de Antropología del Instituto Venezolano de Investigaciones
Científicas (Ivic), Horacio Biord Castillo.
Cuando el papa Francisco autorizó el
ofició de una misa en lenguas indígenas en San Cristóbal de las Casas en el
estado de Chiapas, México, y pidió perdón por la exclusión y discriminación a
las que han sido sometidos sus pobladores originarios, lo hizo como un
reconocimiento público a ese “otro” rechazado y maltratado: el pueblo indígena.
Según el investigador del Ivic, los
latinoamericanos suelen admitir el pasado indígena pero no la presencia del
indígena, “que es otra cosa”, afirmó Biord, presidente de la Academia
Venezolana de la Lengua (AVL).
El español venezolano
Siempre ha habido interacción entre el
idioma español y las lenguas nativas y de esa relación histórica han surgido
alteridades y aproximaciones, indicó la docente Rosalina García, individuo de
número de la AVL y miembro de número de la Academia de Historia del Estado
Miranda.
De allí han surgido muchos
venezolanismos, aquellas palabras o usos propios del español hablado en
Venezuela. En la edición 2014 del diccionario de la RAE, fueron aceptados 10
venezolanismos: borona, chamo, emparamar, faramallero, leche (suerte), mecate,
pana, pasapalo, rasca y sócate.
Ese intrínseco vínculo entre la lengua y
la historia enriquece el idioma y facilita su expansión. “Somos una potencia
lingüística. El español es una lengua masiva, plural, diversa y territorial. Es
un instrumento de dominio comunicacional muy relevante que no está exento de
peligros”, agregó García.
La escritora se refiere a esa lucha
constante entre la ancestralidad y el progreso: es decir, la necesidad de
conservar las raíces sin dejar de incorporar novedades. “La lengua refleja la
vida real, cambia constantemente porque es un organismo viviente. Sin embargo,
tiene sus propias tradiciones, elementos nobles que deben respetarse”.
Para el individuo de número de la AVL,
Rafael Arráiz Lucca, es fundamental la preservación de la memoria histórica
para que las generaciones venideras la conozcan, bien sea a través de la
transmisión oral o la palabra escrita. “Sobre esto no hay nada que discutir:
hay que hacerlo”, informó el historiador.
A su juicio, esa masa enorme de hispanoparlantes
no es garantía de un español de calidad. “En muchos casos en los que nos parece
que se habla mal se debe a que el acento no nos es familiar. De todas maneras,
cualquier lengua está cambiando todo el tiempo y pareciera que todas tienden a
simplificarse en favor de la comunicación”, aseguró Arráiz.
Una sola nación: Hispanoamérica
Es imposible hablar sobre América sin
tomar en cuenta a los indígenas y su cultura; tampoco es viable pensar en
España sin considerar la influencia americana. Lo diría el propio rey Juan
Carlos I durante su reinado: “España, histórica, social y culturalmente, es
ininteligible sin su vertiente americana”.
Con respecto a ese punto, Rosalina
García explicó que el Estado español, mediante la fundación del Instituto Cervantes
y de las academias de la RAE en América, ha impulsado el panhispanismo, que no
es otra cosa que la unión de los países de habla hispana en lo económico,
político y cultural.
Horacio Biord Castillo lo define como
“un gran bloque geopolítico y geoestratégico que le permita a los
hispanohablantes hacer frente a los grandes retos de hoy en día.
El investigador del Laboratorio de
Etnohistoria y Oralidad del Ivic hizo mención a dos desafíos globales del
idioma español: la tecnología y los movimientos migratorios internacionales.
Pasar de lo analógico a lo digital implica mucho más que sustituir un soporte
gráfico; “estamos delegando la denominación informática al idioma inglés y
sería interesante que también pudiese estar en español”, dijo.
La nueva Europa
El segundo elemento que puede alterar la
expansión del idioma español tal como se conoce en los actuales momentos, son
el ingreso de miles de refugiados a Europa como consecuencia de complejos
factores religiosos y bélicos.
“Pareciera que
ese continente, que se erigió como el modelo y paradigma de civilización a
seguir, está experimentando una crisis de identidad profunda; su rostro se
modifica diariamente producto de las inmigraciones. Debemos prestarle atención
a lo que sucede fuera de nuestras fronteras porque afectarán a los
venezolanos”, insistió Biord.
La manera más eficiente y directa de
resguardar la lengua española de esas y otras variables externas, es
promoviendo su valoración desde la niñez. “Un buen docente, enamorado de su
lengua, es un ejemplo importante en el aula”, aseguró el poeta Rafael Arráiz
Lucca.
En verso o en prosa, la poesía es la
manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra;
por lo tanto, es útil para enseñar las virtudes del idioma. “La poesía capta la
esencia del mundo. Es el esplendor del idioma y es muy importante cultivarla”,
indicó García.
Independientemente de cuál sea el
idioma, su protección es innegable y requiere el apoyo de la comunidad
científica, académica y gubernamental.
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