La noche del 20 de junio en el hemisferio norte tuvo lugar el solsticio de verano, que coincidió con la luna llena. Los dos eventos suceden de forma periódica pero coinciden en muy pocas ocasiones, aproximadamente una vez cada 50 años. En algunos lugares esta coincidencia recibe el nombre de ‘luna de fresa’.
La coincidencia del solsticio de verano con la luna llena cambió el aspecto de nuestro satélite natural. El sol estaba excepcionalmente alto mientras que la luna estaba muy baja, lo que “forzó su luz a través del aire más denso, que también tiende a ser húmedo en esta temporada”, ha explicado el astrónomo Bob Berman. Así que esta “combinación hace que la luna parezca de color ámbar”.
Por su nombre algunos podrían esperar un color rosa o rojo, pero la referencia a la fresa no se debe al aspecto del cuerpo celeste. El nombre se lo pusieron los algonquinos, indígenas del norte de América, que creían que la luna llena en junio indicaba el momento en el que comenzaba la cosecha de fresas y otras frutas. La anterior coincidencia del solsticio de verano y la luna llena ocurrió en 1967 y la próxima no tendrá lugar hasta 2062.
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