El científico chileno Julio César Cárdenas lidera una batalla pionera en su laboratorio para vencer al cáncer, la principal causa de muerte a nivel mundial, a través del uso de un compuesto proveniente de una esponja marina de la Polinesia que detiene la proliferación de células tumorales.
Cárdenas es el investigador principal del Laboratorio de Metabolismo Celular y Bioenergética de la Universidad de Chile, desde donde ha comandado un proyecto único que ha contado con la participación de universidades estadounidenses como la de Pensilvania y la de Santa Bárbara.
En una entrevista con Efe, el científico explicó que en 2010 logró llevar a cabo un experimento en el que demostró que había encontrado una manera de frenar la multiplicación de células tumorales en el cáncer de mama (principal causa de muerte entre las chilenas) y de próstata.
“Lo que encontramos fue que si bloqueamos la transferencia de calcio hacia la mitocondria esta deja de funcionar, una limitación que es fatal para las células tumorales, ya que al no poder generar energía acaban pereciendo”, explicó Cárdenas.
Para ello, utilizaron una molécula proveniente de una esponja marina endémica de la Polinesia, que tiene una composición perfecta para detener el calcio, provocando el colapso de las células tumorales, pero no así de las
El experimento hasta ahora se ha centrado principalmente en casos de estudio con ratones y células humanas in vitro, en los que se ha observado una reducción de entre un 50 % y 75 % de la masa tumoral después de la aplicación del compuesto obtenido del animal marino.
Un hecho que, de confirmarse (aún no han realizado pruebas con humanos), podría dotar de nuevas armas a médicos y farmacéuticos para librar la batalla contra el cáncer, especialmente en los casos en los que el paciente ha desarrollado metástasis.
“Cuando una mujer padece un cáncer de mama, este no suele ser el que le causa la muerte, sino la metástasis que se extiende al hígado o a los huesos. La metástasis es el verdadero problema y aún no existe ni cura ni tratamiento para ella”, señala el científico.
Así lo demuestra el hecho de que en Chile el cáncer sea la segunda causa más común de muerte, solo por detrás de las enfermedades cardiovasculares, una patología en la que se ha avanzado en los últimos años reduciendo paulatinamente su efecto.
Sin embargo, la batalla contra el cáncer está lejos de apaciguarse.
Según un estudio publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), los casos detectados de esta enfermedad seguirán creciendo hasta en un 70 % en las próximas dos décadas.
El Ministerio de Salud de Chile analiza las causas de este fenómeno en su “Estrategia Nacional de Cáncer”, donde achaca al aumento de la esperanza de vida -que en el país austral ha pasado en menos de 60 años de 50 a 80,5 años de media- y a estilos de vida no saludables la razón de esta “epidemia”.
Dicho plan nacional comenzó a realizarse en 2015 pero nunca ha dejado de estar de actualidad, como lo demuestra la reunión mantenida el pasado jueves entre el nuevo ministro de Salud, Emilio Santelices, y la presidenta del Partido Demócrata Cristiano, Carolina Goic.
En su encuentro, ambos dirigentes hablaron sobre la necesidad de crear una Ley del Cáncer, un compromiso que, según indicó Santelices, el presidente Sebastián Piñera va a incorporar a su agenda legislativa.
Goic fue un paso más allá y señaló como un acierto la decisión del ministro de crear un Comité Nacional del Cáncer, e indicó que lo óptimo sería contar con un borrador de la ley antes de que acabe el mes de abril.
Aun así, si bien las políticas públicas han conseguido mitigar el impacto de la enfermedad, no suponen una cura contra su amenaza más fehaciente: la muerte y el deterioro de la calidad de vida tanto de los pacientes como de sus familiares.
Julio César Cárdenas se muestra esperanzado con el proyecto que ahora realiza, ya que podría revertir esta situación y “librarnos de un enorme mal”.
Para ello, continúa, antes deben sortear un nuevo obstáculo en el camino: lograr sintetizar el compuesto que obtienen de la esponja marina Xestospongia exigua.
“El principal problema es que únicamente un buceador de la zona sabe identificarlas, por lo que no disponemos de la cantidad suficiente para realizar un número significativo de pruebas durante un periodo de tiempo prolongado” explica.
El siguiente paso, concluye el científico, pasa por lograr sintetizar el compuesto para “tener reservas suficientes” que aseguren el desarrollo de estudios en el futuro que allanen el camino hacia el objetivo final: demostrar si la cura es efectiva en pacientes humanos.
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