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martes, 18 de septiembre de 2018

Cicpc investiga si niños asesinados en El Valle fueron víctimas de abuso por una o más personas

Luego de que se determinara que dos de los cuatro niños asesinados en El Valle presentaban rasgos de abuso sexual de vieja data, la policía científica y el Ministerio Público continúan las investigaciones para determinar si los menores eran abusados frecuentemente por el mismo hombre, o si eran víctimas de varias personas.

El director del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, comisario Douglas Rico, informó que aparentemente el autor del cuádruple homicidio, José Manuel Morgado Bello (48), siempre le ofrecía golosinas a los niños para llevarlos a su vivienda bajo engaño.
“Era repetitivo lo que estaba cometiendo, pero el día viernes los mató porque uno de ellos comenzó a gritar”, indicó el director del cuerpo investigativo durante una rueda de prensa.
Los cambios de PH corporal y flujo presentado por las dos niñas son los elementos que demuestran que sufrieron abusos con anterioridad, tal como indicaron fuentes de la morgue de Bello Monte.
Es por eso que se espera que luego del entierro de los cuerpos la madre de los tres pequeños, Norelis Graterol, sea detenida nuevamente para continuar investigando el caso de los abusos sexuales a los que eran sometidas las niñas de 10 y cuatro años. Las averiguaciones también buscan determinar si la madre tenía conocimiento de las violaciones.
Al parecer, esta es la única forma de esclarecer los hechos, pues aunque Morgado no admitió lo ocurrido, resultó muerto la noche del sábado durante un presunto enfrentamiento con las comisiones del Cicpc que lo buscaban luego de ser el primer sospechoso del hecho.
Este lunes se le practicaron varios exámenes post mortem al cadáver de Morgado para  ayudar a la investigación y precisar su implicación en uno o más casos. Sin embargo, tal como señaló Rico, el acusado solo presentaba prontuario por robo y hurto.

En claves

Tanto Norelis, como Wilfredo (padre del otro niño asesinado) comenzaron a buscar a los pequeños pasadas las cuatro de la tarde del viernes 14 de septiembre. Recorrieron varios barrios adyacentes a la calle ocho pero en ninguno dieron con ellos.
La búsqueda sin respuesta duró aproximadamente cinco horas, hasta que llegaron a la misma calle donde vivían. Allí algo les pareció extraño y de inmediato llamó su atención. La casa de Morgado tenía todas las luces apagadas.
Al parecer, el hombre asistía frecuentemente a cultos religiosos en la noche, y a esa hora ya las luces estaban apagadas. Cuando llegaron a la puerta del inmueble notaron que estaba abierta y decidieron entrar.
Todo estaba oscuro y con ayuda de una linterna de celular se abrieron camino hacia la casa. Cuando ingresaron la luz descubrió la figura del niño de un año que estaba acostado en la sala de la vivienda. Cuando lo intentaron levantar, pensando que estaba dormido, se dieron cuenta de que el cuerpo estaba tirado sobre un pozo de sangre. El pequeño estaba muerto.
Cuando Wilfredo siguió alumbrando vio a la niña de 10 años desnuda y sin signos vitales, a pocos metros. Tenía varios traumatismos craneoencefálicos severos.Ante el hallazgo buscaron a los demás y los encontraron, también muertos.
El objeto utilizado por el atacante fue un hacha de metal – no un martillo, como trascendió al principio de conocerse el hecho – que dejó en el mismo lugar del crimen. Morgado no se encontraba en la casa, y esto despertó la sospecha de que podía estar implicado. Luego del crimen huyó a la vivienda de una de sus hijas en el sector La Quebradita de la carretera Cúa-San Casimiro, en Miranda.
De inmediato los funcionarios comenzaron a buscarlos y una de las averiguaciones realizadas fue revisar sus datos a través del Saime y dar con la dirección de residencia que se encontraba en esa fuente documental. Allí se encontraba la ubicación de la vivienda y hasta allá fueron a buscarlo, donde lo ubicaron la noche del sábado. Al llegar lo encontraron armado con una escopeta y luego de una balacera resultó muerto.

Un padre preso

Julio César Conde Lara, padre de los tres hermanos asesinados, se enteró este lunes, día del entierro, que sus niños habían muerto. Él tiene tres meses detenido en los calabozos de la Guardia Nacional de la parroquia Coche por su participación en un robo a una adolescente a la que además amenazó de muerte.
El jueves fue condenado a cuatro años y cinco meses de cárcel al comprobarse su culpabilidad. Un día después ocurrió el crimen. Según el testimonio de la madre de los menores, la razón de dejar a los pequeños solos fue que debía llevarle comida a Conde hasta el calabozo.
Es por eso que dejó a la niña de 10 años a cargo de sus hermanitos y se fue a llevar el alimento. Luego de entregárselo a Conde recibió una llamada donde le indicaban que le habían guardado el puesto en una cola para comprar pasta y harina. Ella fue y cuando regresó no encontró a los pequeños.


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