Forbes, revista estadounidense especializada en negocios y
finanzas, publicó este sábado en su página web un
artículo mostrando que si es muy factible que el
cerebro informático de la Central Hidroeléctrica del Guri, la principal planta
generadora de energía de Venezuela, haya sido víctima de un ataque cibernético
por parte de un gobierno extranjero, como el estadounidense, como causa
principal de una falla eléctrica que afectó a todo el país.
El artículo es escrito por Kalev Leetaru, académico y
emprendedor estadounidense con más de 20 años de experiencia en el mundo de
Internet, egresado de la escuela Edmund A. Walsh de Servicio Exterior en la
Universidad de Georgetown.
Leetaru inicia su artículo
reseñando las afirmaciones del gobierno venezolano, de que las fallas que se
presentan desde el pasado 7 de marzo pasado se deben a un ataque informático al
sistema que controla la principal central hidroeléctrica del país. Aunque él
cree que la causa de las fallas eléctricas pueden deberse más bien a falta de
mantenimiento, sin embargo él también admite que “la idea de que un Estado
nación extranjero manipule la red eléctrica de un adversario para forzar una
transición gubernamental es muy real”.
Indica Leetaru que, en un artículo previo
en 2015, él exploró el concepto de “primer
ataque cibernético”, en el que los gobiernos utilizarían
técnicas de guerra cibernética y otras formas de agresiones, con el fin de
debilitar a un adversario antes de iniciar una invasión convencional, o con el
fin de causar una transición en el gobierno de un país enemigo, y que ellos
puedan negar haberlo causado.
Interrumpir el suministro de energía y
agua, interrumpir los patrones de tráfico, ralentizar o bloquear el acceso a
Internet, hacer que viviendas con instalaciones informáticas “inteligentes” se
caoticen e incluso desencadenar fallas catastróficas en centrales nucleares de
forma remota, son temas cada vez más discutidos entre miembros de la Seguridad
Nacional estadounidense, como tácticas legítimas y legales para socavar un
estado extranjero.
Al respecto, es necesario recordar que, en
2009, fue creado el Cibercomando o Comando Cibernético
estadounidense, uno de los diez comandos unificados del Departamento
de Defensa de ese país. El Cibercomando está muy relacionado con la Agencia de
Seguridad Nacional (NSA) y se especializa en ejecutar ataques cibernéticos
contra enemigos de Estados Unidos, y defender al país de este tipo de ataques.
De hecho, Leetaru cita otro artículo
escrito en 2015 por Aliya Sternstein para el portal
Nextgov, titulado “Contratistas del Pentágono desarrollan armas cibernéticas
letales“, en el que la autora explica que el Cibercomando de Estados
Unidos ejecutó ese año un proyecto de 460 millones de dólares para subcontratar
el desarrollo de herramientas de software y “código fuente capaz de eliminar a
adversarios”. Esperaban desarrollar herramientas para crear “incendios
cibernéticos” (ataques a redes informáticas) como parte de una misión militar.
En el artículo se explica que, por ejemplo,
si se necesita que un avión vuele sobre una zona ocupada y ataque un blanco, se
podría lanzar un ciberataque primero para tumbar la red de energía eléctrica
que surte a dicha zona, con lo que “se habrán degradado las habilidades del
enemigo” para defenderse.
El artículo plantea la
controversia de que se usen este tipo de armas cibernéticas para causar muertes
en el bando enemigo. “Cuando usamos el término ‘ciberguerra’, estoy pensando en
eso, en un sentido de guerra. Entonces, sí, la guerra es violencia”, explicó
Bill Leigher, un almirante retirado que dirige la división de “soluciones
cibernéticas” de Raytheon, uno de los contratistas de defensa militar más
grandes de los Estados Unidos.
Por ello, Leetaru señala que, en el caso de
Venezuela, “la idea de que un gobierno como los Estados Unidos interfiera de
forma remota en su red eléctrica, es, en realidad bastante realista”. Explica
que las operaciones cibernéticas remotas rara vez requieren una presencia en el
lugar,haciendo que sean ideales para ejecutar una operación que cause un efecto
grave, pero que ellos puedan negar su participación.
“Dadas las preocupaciones, que desde hace
mucho tiempo, tiene el gobierno estadounidense en torno al venezolano, es muy
probable que Estados Unidos mantenga una profunda presencia en la
infraestructura eléctrica del país, haciendo que sea relativamente sencillo
interferir con sus operaciones. La muy desactualizada infraestructura de
Internet y electricidad hace que sean pocos los obstáculos para estas
operaciones, y hacen que sea relativamente fácil remover cualquier evidencia de
que hubo una intervención extranjera”, señala el artículo de Forbes.
“Las fallas masivas de energía eléctrica y
conectividad de Internet, como la que Venezuela experimentó la semana pasada,
son extraídas directamente del manual moderno de jugadas cibernéticas. Cortar
la electricidad en las horas pico, asegurar el impacto máximo en la sociedad
civil y causar un montón de imágenes post-apocalípticas atractivas para los
medios de comunicación, encaja perfectamente como una operación psicológica
tradicional que busca influir y causar cambios en un país”.
“Hacer que una falla eléctrica ocurra en un
momento de agitación social, de forma tal que deslegitime al gobierno actual
justamente cuando un nuevo grupo se presenta como una alternativa lista para
tomar el poder -dice Leetaru en referencia a Guaidó- es en realidad, una de las
tácticas que se describen en mi artículo escrito en 2015“.
Aunque el autor opina que las fallas
eléctricas en Venezuela son comunes debido a problemas de mantenimiento y mala
administración, señala que “esa es precisamente la razón por la que la guerra
cibernética es tan poderosa como operación psicológica” para influir y causar
cambios. “La mayoría de los países, incluidos los EE.UU., han expresado
preocupaciones sobre sus redes de servicios públicos, cada vez más obsoletos y
sobrecargados. Una planta de energía que falle debido a un equipo defectuoso o
una línea de transmisión que falle por estar sobrecargada, es más probable que
se les atribuya a mala administración que a un ciberataque desde otro país”.
“Si una línea de transmisión eléctrica
falla y provoca un incendio forestal gigantesco, de inmediato se achacará su
culpa a falta de mantenimiento preventivo y no a un sabotaje extranjero
deliberado”, explica Leetaru.
“Las operaciones psicológicas de influencia
están diseñadas para empujar silenciosamente a un país hacia un resultado
particular. Las infraestructuras de servicios públicos antiguas y obsoletas son
un vehículo perfecto para tales operaciones, ya que la culpa de las fallas de
la red generalmente recae en los funcionarios del gobierno por no supervisar
adecuadamente la infraestructura, incluso en aquellos casos cuando empresas
privadas las mantienen o son responsables de las mismas. Los ataques
cibernéticos contra las empresas de servicios públicos pueden alterar todas las
facetas de la vida moderna y generar amplia repercusión en los medios, sinque
el país iniciador pueda ser detectado y culpado, lo que las convierte en un
arma casi perfecta”.
Leetaru cree que la causa del apagón en
Venezuela son los problemas de infraestructura del país, pero también dice que
“es imposible descartar que Estados Unidos u otro país hayan realizado una
intervención extranjera, ya sea deliberada o accidental”, lo que “demuestra el
increíble poder del uso de ciberataques para atacar a las empresas de servicios
públicos. Dichas interrupciones pueden hacer que una población se vuelva
rápidamente en contra de su gobierno y, al mismo tiempo, hace que sea casi
imposible probar definitivamente la intervención extranjera”.
“Al final, independientemente de lo que
realmente sucedió la semana pasada en Venezuela, es probable que los ataques
cibernéticos contra infraestructuras continúen creciendo como un arma de la
guerra moderna”.
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