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miércoles, 17 de abril de 2019

Miércoles Santo: la traición de Judas y día del Nazareno de San Pablo

Cada miércoles santo los venezolanos asistimos a la Basílica de Santa Teresa a venerar la imagen del Nazareno de San Pablo,por razones muy poderosas en cuanto a nuestro proceso de fe. Por otro lado el miércoles santo Jesús no acudió al Templo, permaneció en Betania en una vigilia de oración. Todo lo que había de decir, lo ha dicho.
Según registra la historia, en 1597 una epidemia (algunos dicen de peste del vómito negro y otros de viruela) afectó a la ciudad de Caracas. En ese entonces la población dedicaba gran parte de su tiempo a labores religiosas de rezos para el Nazareno de San Pablo. Según la leyenda existía existía una huerta de limones cerca del templo de San Pablo, donde reposaba el Nazareno.
En un periodo en el que una epidemia azotaba a los Caraqueños, el nazareno fue sacado en procesión a petición de los feligreses. Al pasar la imagen por la huerta, un racimo de limones quedó enredado entre la corona de espinas del Nazareno, cayendo al suelo algunos. Los devotos los recogieron, dándolos como medicina a los enfermos, quienes sanaron prontamente.
La imagen hoy reposa en la Basílica de Santa Teresa, construida por Guzmán Blanco a petición de su esposa. Y cada año miles de feligreses se acercan vestidos de morado para cumplir promesas. Y es que desde la 1:00 de la madrugada del Miércoles Santo, miles de feligreses se congregan frente a la Basílica de Santa Teresa, para rendirle homenaje al Nazareno de San Pablo.
La Basílica ofrecerá una misa oficial hoy miércoles santo a las 12 del mediodía y a las 4 de la tarde. La procesión tiene previsto salir a las cinco de la tarde por las calles cercanas a la parroquia.
El mensaje de las escrituras expresado por Jesús, este día:
Cristo les dice: “Sabéis que de aquí a dos días será la Pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado”(Mt). Hay presciencia en Jesús. Sabe lo que va suceder, sabe el día y la hora. No le será ahorrado el desconocimiento previo, o la esperanza de que el dolor va ser menor. Lo sabe todo. Es consciente de que los clavos van a atravesar su carne, sabe que su cuerpo va ser flagelado, escupido, deshonrado y, por fin, llegará una muerte cruel.
Lo sabe, y no huye, porque esa afrenta va a ser convertida en un sacrificio en el que Él va a ser sacerdote y víctima. Va a pedir al Padre el perdón para todos, pero lo va a pedir pagando el precio de justicia de todos los pecados. Va ser un verdadero sacrificio expiatorio, como lo simbolizaba el animal que soltaban los sacerdotes que llevaba sobre sí los pecados del pueblo.
Pero ahora no va ser un símbolo, sino una realidad. El peso de todos nuestros pecados va a caer sobre Él. Jesús va a ser el inocente que paga por los pecados de aquellos a quienes ama. De esta manera se manifiesta una misericordia que tiene en cuenta la justicia.
Ya había sido profetizado mucho sobre el siervo de Yavé que padecerá para librar al pueblo de sus pecados. Se cumplirá todo hasta el mínimo detalle. El amor no es sólo la satisfacción por el gozo con la persona amada. Es también querer tanto al otro -en este caso todos los hombres- que se busca librarlos de todo mal, se busca liberarlos de las garras del diablo, de las redes del pecado, de la muerte primera, y de la muerte segunda que es el infierno.
Ese amor le lleva a no poder soportar que se pierda ninguno. Que todo el que quiera salvarse lo pueda hacer. Por eso no rechaza el sacrificio. Se puede decir que lo ama, aunque el corazón tiemble y la carne se resista. Pero la voluntad es firme. Y el miércoles santo es un día de oración intensa y sin descanso, rodeado del cariño de los suyos, aunque no todos, pues Judas le odia.



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