El concepto de una mascarilla que, en vez de bloquear el virus, permite que entre para después inactivarlo mediante calor, fue desarrollado por científicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts, informó el miércoles la entidad en su sitio web.
Los investigadores calcularon la rapidez de la degradación del coronavirus en diferentes condiciones y concluyeron que una temperatura de 90 grados Celsius contribuiría a la reducción de entre miles y millones de partículas virales, dependiendo del tamaño final del modelo.
Así, determinaron que se podía lograr esa temperatura al conectar una corriente eléctrica a un calentador termoeléctrico o una malla de cobre de 0,1 milímetros de espesor. Establecieron que una batería de 9 voltios proporcionaría suficiente energía para calentar y enfriar el aire durante varias horas. Envolvieron la malla en neopreno, un material aislante que evita que las superficies exteriores de la máscara se calienten demasiado para usarla.
Los autores del concepto pudieron así mejorar la eficiencia del proceso de desactivación del virus, aprovechando la respiración para crear un tipo de reactor de flujo inverso. A medida que la persona inhala y exhala, el flujo de aire se invierte continuamente, lo que permite que las partículas del virus pasen por la malla muchas veces, degradándose hasta su desactivación completa. El aire purificado sale por rejillas de ventilación colocadas a ambos lados de la máscarilla.
Los científicos insisten en que su tecnología debe ser sometida a un análisis exhaustivo por parte de expertos científicos y médicos. Sin embargo, ya han comenzado a construir los primeros prototipos físicos y esperan comenzar los ensayos en un futuro próximo.
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