Hay nuevas enfermedades todo el tiempo: virus y bacterias que hacen de las suyas y ponen al mundo de cabeza. Y aunque el coronavirus ha sido protagonista en estos últimos meses, es importante no dejar de mencionar las demás apariciones, pues las infecciones de transmisión sexual (ITS) no son una excepción.
Neisseria meningitidis
La Neisseria meningitidis (también llamada meningococo) puede causar meningitis invasiva, una infección del cerebro y las membranas protectoras de la médula espinal. Sin embargo, se sabe que también es causante de infecciones urogenitales.
Entre el 5% y 10% de los humanos adultos portan la N. meningitidis en la parte posterior de la nariz y garganta. Los investigadores sugieren que pueden transmitir la bacteria a sus parejas principalmente a través del sexo oral, aunque también puede ser por besos u otros tipos de contacto íntimo.
Los científicos determinaron que una cepa que afectó a varias ciudades de EEUU en 2015 adquirió ADN mediante una recombinación genética con su pariente cercano, la N. gonorrhoeae, que causa la gonorrea. Esta mutación permitió que la ITS se propagara. Cinco tipos de N. meningitidis son responsables de la mayoría de las infecciones en todo el mundo, pero es posible protegerse con la combinación de dos vacunas.
Mycoplasma genitalium
La Mycoplasma genitalium, identificada en la década de 1980, es una de las bacterias más pequeñas que se conocen. Es la causante de una ITS que preocupa a la comunidad médica porque infecta aproximadamente a entre 1% y 2% de la población y es especialmente común en adolescentes y adultos jóvenes.
La infección por M. genitalium, aunque a menudo no presenta síntomas, puede ser muy similar a una clamidia o gonorrea, con irritación persistente de la uretra y el cuello uterino. Se ha asociado con infertilidad, aborto espontáneo, parto prematuro e incluso con muerte fetal, ya que puede desencadenar una enfermedad inflamatoria pélvica en el sistema reproductor femenino.
Los preservativos pueden ayudar a prevenir la infección y es necesario utilizarlos, pues los investigadores han advertido sobre la creciente resistencia de la M. genitalium al tratamiento con los antibióticos azitromicina y doxiciclina. “Mi preocupación sobre este microorganismo es que, a medida que se vuelva más resistente, será cada vez más prevalente”, dice Matthew Golden, director del programa de VIH/ITS de Salud Pública de Seattle y King County, en Estados Unidos.
Shigella flexneri
La shigelosis (o disentería de Shigella) se transmite por contacto directo o indirecto con las heces humanas. La infección causa severos calambres estomacales y diarrea con sangre y mucosidad, lo que hace que la transmisión de la bacteria dure mucho tiempo.
Aunque la enfermedad se asocia comúnmente con niños pequeños, desde la década de 1970 se documentaron casos de shigelosis en hombres homosexuales y bisexuales. Se cree que la S. flexneri se aprovechó de un nuevo nicho para la transmisión a través del sexo anal y oral. Desde entonces se ha multiplicado en brotes en todo el mundo.
Demetre Daskalakis, del departamento de Salud e Higiene Mental de la ciudad de Nueva York, advierte que esta ITS rápidamente se vuelve resistente a la azitromicina, que también se usa para tratar la gonorrea.
Linfogranuloma venéreo (LGV)
Esta ITS, causada por cepas inusuales de Chlamydia trachomatis, puede provocar una “infección terrible”, según Christopher Schiessl, un médico de la clínica One Medical en San Francisco. El LGV puede empezar con un grano, ampolla o úlcera genital temporal y luego invadir el sistema linfático del cuerpo.
La infección rectal puede simular una enfermedad intestinal inflamatoria y ocasionar anomalías crónicas y graves del colon y del recto, como fístulas y contracciones. Durante la última década, el LGV se ha vuelto cada vez más común en Europa y América del Norte y se ha asociado con múltiples brotes de enfermedades. Al igual que con la clamidia, el LGV puede aumentar el riesgo de contraer VIH.
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