Una mujer de nacionalidad escocesa, identificada como Sarah Beuckmann, de 34 años de edad, fue internada de emergencia en el Hospital de la Universidad Queen Elizabeth, en Glasgow, Reino Unido, luego de que presentara ampollas de sangre en varias áreas de su cuerpo (especialmente en sus piernas), producto de una reacción alérgica a la vacuna AstraZeneca que hoy día se coloca para combatir el Coronavirus.
Beuckmann había recibido la primera dosis de la vacuna el pasado 18 de marzo. Inicialmente comenzó a presentar síntomas parecidos a los de la gripe. Casi una semana después, la mujer empezó a sentir un hormigueo en ambas piernas, el cual terminó convirtiéndose en un sarpullido que le cubría los tobillos. Cuando la erupción comenzó a extenderse por otras zonas de su cuerpo, le pidió a su esposo que la llevara al hospital.
“Comenzó como una pequeña erupción para empezar, justo alrededor de mis tobillos. Llamé a mis médicos esa mañana. Pero a medida que avanzaba el día, mis piernas empezaron a empeorar. Terminé pidiéndole a mi esposo que me llevara a urgencias. Cuando llegué allí mi frecuencia cardíaca era de 160 latidos por minuto, lo cual les preocupaba mucho”, comentó la dama.
Las ampollas habían dejado a Sarah cubierta de heridas abiertas y dolorosas. Los médicos temían que pudiera perder sus piernas. La paciente debió pasar 16 días internada en la sala de urgencias del Hospital de la Universidad Queen Elizabeth. Allí, tras varias pruebas, se determinó que había sufrido una reacción alérgica a la vacuna.
“La erupción comenzó a empeorar, por lo que el hospital me hizo pruebas de VIH, herpes y cualquier otra afección cutánea conocida, ya fuera viral o bacteriana. Todas resultaron negativas. Me hicieron dos biopsias y en la segunda se demostró que había una reacción a la vacuna“, contó la mujer.
“Una vez que descubrieron que era una reacción a la vacuna, me recetaron esteroides. Eso parece estar ayudando a mi progreso. Actualmente debo utilizar una silla de ruedas porque no puedo caminar con las piernas vendadas”, acotó.
Según Sarah, durante los primeros ocho a nueve días debió tomar mucha morfina. Tras varias jornadas de tratamiento las ampollas finalmente comenzaron a sanar. “Están comenzando a sanar y se ven mucho mejor de lo que estaban. A medida que las ampollas comenzaron a empeorar, todas se fusionaron. Por un momento pensé que me iban a amputar las piernas”, aseguró.
La paciente también desarrolló un sarpullido en los brazos y en las nalgas, junto con un absceso en la cara. Tras su mejoría y su prolongada estadía en el hospital, Beuckmann finalmente fue dada de alta el pasado 12 de abril. No obstante esta dolorosa experiencia, la trabajadora y madre señaló que no está en contra de las vacunas y cree que las personas aún deberían recibirlas para combatir el Coronavirus.
“No soy una antivacunas ni nada, incluso ahora. Sigo creyendo que la gente debería vacunarse. La cantidad de personas que la han recibido y han estado bien muestra que es seguro para la mayoría. Solo quiero que la gente sepa que pueden ocurrir algunas reacciones”, indicó Sarah, quien actualmente está en casa y se encuentra recibiendo fisioterapia para recuperar la movilidad de las piernas.
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