Los gorilas macho se golpean el pecho como indicador acústico de su tamaño corporal y su capacidad competitiva ante rivales y hembras, según ha revelado un estudio internacional que publica hoy la revista ‘Scientific Reports’.
El trabajo ha desvelado el significado oculto de los icónicos golpes en el pecho de los gorilas de montaña, cuyos ejemplares más grandes y competitivos emiten frecuencias sonoras más bajas, es decir, sonidos más graves, con lo que el tamaño del gorila queda codificado en el mensaje sonoro.
En la investigación, dirigida por Edward Wright y Martha Robbins, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, han participado el profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona (UB) Jordi Galbany, además de expertos de la Fundación Dian Fossey, la Universidad George Washington y la Universidad Goethe de Frankfurt.
Los investigadores han descubierto una correlación entre el tamaño corporal de los gorilas y la frecuencia de los sonidos característicos de sus golpes en el tórax.
Según el estudio, esta señal visual y acústica indica de manera fiable las dimensiones corporales de los gorilas a su grupo social —machos y hembras—, y también a otros gorilas de grupos vecinos.
El trabajo ha estudiado una decena de grupos sociales de gorilas de montaña en el Parque Nacional de los Volcanes de Ruanda, un hábitat reducido y muy conocido gracias a la primatóloga estadounidense Dian Fossey.
El gorila de montaña (Gorilla beringei beringei, uno de los grandes simios africanos que habita en las laderas volcánicas de la falla Albertina, es una subespecie en peligro de extinción de la que quedan menos de 1.000 ejemplares en el Parque Nacional de la Selva Impenetrable de Bwindi (Uganda) y las montañas Virunga, entre la República Democrática del Congo, Uganda y Ruanda.
Hasta ahora, se pensaba que los golpes se asociaban a la competencia entre machos y al proceso de elección de grupo por parte de las hembras, pero aún se desconocía el tipo de información comunicada.
El trabajo ha constatado que la estrategia de los golpes en el tórax es un indicador fiable del tamaño corporal de los gorilas y revela su capacidad competitiva respecto a los miembros tanto de su grupo social como de otros.
Según los investigadores, la anatomía cercana a la laringe de los machos más grandes reduce la frecuencia del sonido que producen estos simios mientras se golpean el pecho.
Así, los machos rivales podrían sentirse intimidados por el sonido de esos golpes —que llega a oírse a un kilómetro de distancia— y optarían por evitar luchas con el macho emisor, mientras que las hembras podrían emplear la información para elegir compañero.
“El comportamiento del golpe en el pecho es típico de los gorilas machos adultos y siempre se había descrito como una demostración de fuerza relacionado con el estatus social y con conductas de amenaza”, ha explicado el profesor de Psicobiología de la UB Jordi Galbany.
“Este comportamiento —añade— es el clímax de una demostración: el gorila empieza a hacer vocalizaciones similares a aullidos cortos, se pone de pie y corre sobre las piernas mientras se golpea fuertemente el pecho con las palmas de las dos manos alternativamente, produciendo un sonido impresionante, como el redoble de un tambor”.
“Los gorilas macho se golpean el pecho una vez cada veinte horas de observación, pero pueden hacerlo cada pocos minutos cuando interactúan entre dos grupos”, ha detallado Galbany.
Los investigadores también han comprobado que este comportamiento es más frecuente los días en que hay alguna hembra en celo.
El equipo registró los golpes de pecho de los gorilas para analizar diversos parámetros sonoros (duración, número de golpes, frecuencia de emisión) y estudió el ancho de la espalda de cada animal a partir de técnicas fotogramétricas no invasivas, labor en la que participó directamente Galbany durante cuatro años de trabajo de campo en el Parque Nacional de los Volcanes.
“Otras especies de grandes simios también pueden llegar a comunicarse a distancia mediante señales acústicas no vocales, como los chimpancés, que usan los contrafuertes de los árboles como tambor y emiten un gran abanico de señales comunicativas con duraciones y características diferentes”, ha apuntado Galbany.
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