Pero ¿qué tiene que ver el sexo con el polvo? Según parece, el origen de la expresión se remonta a comienzos del siglo XIX, cuando una de las costumbres era consumir rapé, un tipo de tabaco que no se fumaba, sino que se esnifaba. Sin embargo, a pesar de que esa forma de consumo tiene mala imagen, el rapé no era más que tabaco muy triturado con aromas añadidos.
Esa mezcla de productos que era principalmente consumido por hombres, podía tomarse en público delante de otras personas (pues era habitual) pero no era de buena educación hacerlo delante de mujeres. Además, algunos hombres preferían hacerlo en el servicio en caso de comenzar a estornudar tras consumirlo, cosa que era frecuente, y para poder limpiarse a continuación de los restos en las fosas nasales.
Ese momento para retirarse a “echar un polvo”, ya fuera a la calle o al servicio, era también el que elegían los consumidores de rapé (y los que no lo tomaban) para encontrarse con amantes en algún lugar discreto. Con el tiempo, la frase comenzó a tomar cada vez más el uso de una disculpa para ausentarse y, finalmente, el de tener un encuentro sexual urgente.
Algunas teorías apuntan también a que la frase “Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris” (Recuerda hombre, que eres polvo, y que al polvo regresarás) y que se hizo popular con “Polvo somos y en polvo nos convertiremos” también podría estar relacionada con la adaptación de polvo a la adaptación del término al origen de todo: el sexo.
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